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domingo, 23 de agosto de 2009

MI TESTIMONIO ANTE UN CRIMEN

No me gusta mezclar churras con merinas y nunca quise hacer de este blog un espacio para hablar de política y mucho menos con la que está cayendo con los sucesivos gobiernos de mierda que llevamos padecidos en España desde hace cientos de años. Pero este asunto clama al cielo y rebosa mi conciencia; además, aunque se considere un asunto político y la basura de políticos que tenemos se empeñe en regularlo para estropearlo más aun, no creo estar diciendo ninguna barbaridad al afirmar que el aborto ni puede ni debe estar regulado por ley. Si queremos regular algo referente a ello, admito que se regule el tratamiento dado a las responsabilidades que pudieran derivarse de la práctica del hecho, tanto en agentes como en pacientes.

Tampoco quiero ponerme lírico, que podría hacerlo, apelando a la dignidad de ser madres, a la emoción de tener un hijo y todo el sinfín de etcéteras bien intencionados que se leen y oyen por ahí. Simplemente quiero decir que matar deliberadamente a un ser humano en cualquier fase de su desarrollo o edad, es un crimen con todas las letras. Ya sé lo que viene tras este razonamiento: "Como tú eres varón no tienes derecho a opinar", "Nosotras parimos, nosotras decidimos", "Apartad vuestros incensarios de nuestros ovarios" y un largo etcétera de frases que denotan esa destilada sabiduría que derraman las feministas aborteras y los partidos políticos que sacan tajada de sus votos. Y aquí que no me venga ningún imbécil a rasgarse las vestiduras porque en los ocho años de gobierno de Aznar nadie movió una pezuña para acabar con esa odiosa lacra y seguimos pagando cientos de miles de estos crímenes con el dinero de nuestros impuestos.

Ahora nos vienen con la milonga de legislar el aborto libre hasta el final del embarazo. Las niñas de dieciséis años podrán mandar reventar al hijo que llevan en sus entrañas sin consultarlo más que con las amiguetas de su edad o, a lo más, con alguna bruja del barrio. ¡Seriedad, por favor! Los condones se reparten gratis en los colegios y en los mítines destinados a los jóvenes e, incluso, se venden en los supermercados sin ningún tapujo a precios razonables a pesar del dineral que cuesta su publicidad. Pero vamos a hacer Historia, como siempre:

Hasta no hace demasiados años existían legalmente los conceptos de hijo legítimo e hijo ilegítimo. El primero era el concebido en el seno del matrimonio y el segundo fuera de él. Los ignorantes de siempre achacan esta diferenciación a la influencia de la Iglesia porque no saben, o si lo saben se hacen los suecos, que esos conceptos ya existían en el Derecho Romano mucho antes del nacimiento de Jesús y de ahí los hemos heredado. Pues bien, tampoco hace demasiados años que una madre soltera solía ser expulsada de su familia sólo por el hecho de serlo y que su destino era el de malvivir abandonada de la sociedad y la familia. En mi generación se luchó contra esta aberración y podemos estar orgullosos de haber acabado con esa bestial costumbre. Ahora todas las madres, solteras y casadas, tienen idéntica consideración social y sus hijos también porque no existe el concepto de hijo ilegítimo en nuestro ordenamiento jurídico, gracias a Dios y a nuestros esfuerzos. ¿A qué, pues, abortar? Los niños son un coñazo, me dirá alguna. Puede ser, diré yo; pero también son un coñazo los miembros del Gobierno, los diputados, los senadores, los parlamentarios autonómicos, los presidentes de Diputaciones, los alcaldes y concejales, los liberados sindicales; en fin, toda esa panda que, junto con sus miles de asesores chupópteros, vacían nuestros bolsillos a cambio de no hacer nada bueno. Y a ninguno de nosotros se nos ha ocurrido -hasta ahora- exterminarlos, por más inútiles y molestos que sean.

Pero lo que me ha llevado a incluir esta nota en el blog ha sido la noticia de la Agencia EFE que ha salido hoy, 23 de Agosto de 2009, en la que se nos cuenta que:

"La Policía Nacional de Valencia ha detenido a un trabajador del hospital La Fe de la capital valenciana tras sufrir un accidente de tráfico y descubrir que transportaba en el maletero de su coche varios fetos, según han manifestado fuentes policiales."

Evidentemente no eran fetos de cerditos ni de llamas andinas, sino humanos. A tenor de la noticia, alguien me preguntó qué significado podía tener tan siniestro transporte y le respondí que, descartando por muy improbables los actos de magia negra, todos sabemos que los laboratorios de cosmética pagan buenos precios por los fetos y las placentas humanas, pudiéndose dar el horripilante caso de que una mujer se embadurne la cara con una crema elaborada días antes con los restos de su propio hijo.

Sé que es repugnante pero es verdad. ¡Ea! Ya he dado mi testimonio.