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domingo, 28 de diciembre de 2014

SOBRE HONOR, GUERRA Y ABORTOS. DESCONEJANDO DEHESAS

Allá por el lejano 1939, un tal Neville Chamberlain, responsable de guerra del Reino Unido, optó por la política de apaciguamiento con Hitler traicionando a su aliada Polonia y tragándose el sapo de permitir la anexión por las bravas de los Sudetes a Alemania. A su vuelta a Londres tras la firma del infamante documento se encontró con un encampanado Winston Churchil quien le profetizó:

"Habéis optado por admitir la deshonra para evitar la guerra. Ahora tendremos deshonra y guerra"

Me apresuro a decir ahora que el resto de este artículo hace una cuidadosa abstracción de mis propias convicciones morales y escribiré tan sólo pensando en las razones económicas que mueven a los rectores del mundo. Incluyo en estos rectores tanto a los políticos conocidos que dan la cara y salen en los medios, como a los verdaderamente poderosos que mueven los hilos de esas marionetas visibles que acabo de citar. Son los banqueros, mafiosos, grupos de poder y ese largo etcétera que nunca pierden nada y siempre ganan mucho con independencia de nuestras cuitas, hambre, enfermedades y miserias. Todo, hasta nuestras desgracias, es negocio para ellos.

Ahora sigo mi razonamiento.

Tratemos de comprender las tendencias del ser humano analizando el comportamiento de sus primos bastante próximos como pueden ser los chimpancés. Estos primates pueden llegar a formar grupos muy numerosos que se asientan en un territorio y allí prosperan. Son omnívoros y pueden llegar a ser bastante crueles. Muchos de ellos son tan cobardes que no dudan en escudarse tras las hembras y crías para evitar el ataque del macho dominante previamente provocado por ellos que, aunque este comportamiento es más típico de los más primitivos monos cinocéfalos tampoco los muy evolucionados chimpancés se libran de ser así. Al igual que los humanos no dudan en cazar para abastecerse de carne fresca, prefieriendo la caza de monos inferiores a los que acorralan en grupo para matarlos y devorarlos entre todos. Pero cuando un grupo de chimpancés se vuelve tan numeroso que ya ni siquiera la expulsión de los jóvenes machos puede garantizar la supervivencia de la tribu con los medios que les dan sus territorios, no dudan en atacar a los grupos vecinos organizando auténticas "guerras de exterminio" en las que los miembros del grupo más fuerte asesinan sistemáticamente a los del más débil sin importarles sexo ni edad del atacado. Normalmente estas guerras no pasan de escaramuzas cuando el grupo atacado es pequeño y puede ser fácilmente reducido, pero no ocurre así cuando coinciden sobre zonas próximas dos grupos grandes de estos animales y las hostilidades pueden durar años, según constatan los estudiosos de estos cercanos parientes nuestros.

Al parecer, este instinto asesino es propio de los primates en general y de ellos lo hemos heredado sin atenuación alguna. Sólo las ideas de paz, amor, solidaridad, caridad y justicia, han ayudado en algo a paliar este instinto; aunque no demasiado a la vista de la Historia. Todos los pueblos, sin excepción hasta ahora, no han dudado de echar mano de las armas para ampliar su influencia, así como su propio bienestar y riqueza, a costa de la sangre propia y ajena y, a medio plazo, también del hambre, la miseria y la muerte de los pueblos que, etiquetados como enemigos con mayor o menor razón, tenían la desgracia de ser sojuzgados por las armas en contra de su voluntad. Pero en el ser humano se da, además, otra circunstancia. Conscientes de no poder mantener un determinado estatus con la misma cantidad de riqueza a repartir entre cada vez más personas del mismo grupo, las naciones han recurrido a las guerras a lo largo de la Historia. Guerras tanto más cruentas cuanto más población excedente calculaban tener los políticos de las naciones en conflicto. A esta técnica de control poblacional le llamaban cruelmente "Desconejar dehesas" comparando a la población considerada excesiva con la excesiva abundancia de conejos que puedan desequilibrar un determinado ecosistema por falta de enemigos naturales y que obligan a los dueños de esas dehesas a organizar partidas de caza para exterminar gran parte de su población.

Pues bien. Toda la Historia, salvo sádicas excepciones como la del Califato de Córdoba con sus razias de exterminio de la población indefensa al norte del Duero, se desarrolla alternando tiempos de paz en los que la densidad de población era escasa, con tiempos de guerra cuando esa población era lo suficientemente numerosa como para poner en peligro los recursos disponibles. Las pérdidas económicas debidas a las guerras se compensaban con una distribución de dichos recursos entre menos habitantes. Las guerras se terminaban cuando una de las dos partes consideraba cumplido su objetivo de tener la dehesa bien desconejada y dispuesta para empezar de nuevo la reproducción masiva. Naturalmente, los dueños visibles de estas dehesas también solían cambiar, pero esto no parecía importarle demasiado a los verdaderos dueños, quienes movían los hilos de la Historia y se lucraban con ello.

Pero hubo un momento en que todo cambió. A fines de la Segunda Guerra Mundial, estos trucos estaban ya tan archiconocidos que empezaron a surgir movimientos pacifistas que denunciaban los tejemanejes de los poderosos. Había que cambiar las técnicas de control poblacional y nada mejor que infiltrarse en estos movimientos para, simulando unirse a ellos, provocar tantas o más víctimas mortales que cualquier guerra de exterminio. Empezó la fiesta hippy con el lema "Pills, flowers, freedom, hapiness!" con lo que se animó a la gente a vivir sin preocuparse de nada más que del sexo y la belleza de la juventud. Papá Estado daba de comer gratis y repartía subsidios a todos los que se dejaban llevar por esa corriente de hedonismo barato mientras los que, conscientes de lo que se venía encima, el resto de la población seguía trabajando para producir riqueza. No es ningún secreto que, tras las "pills, flowers... etc." también estaba la heroína y la dimetilamida 25 del ácido lisérgico. Fue algo tan eficaz como una guerra a la hora de dejar la dehesa algo más despejada, pero no bastaba porque pronto también nos dimos cuenta de tan sucia maniobra.

Saltándonos bastantes pasos en la Historia -no quiero que este artículo se extienda demasiado- diré que muy pronto los poderes en la sombra se dieron cuenta de la existencia de otro filón para el control poblacional. No bastaban los clásicos métodos anticonceptivos y se optó por la cirugía radical. Había que exterminar vidas de raíz. Y la ONU se puso a ello con decisión animando u obligando a muchas naciones del mundo a admitir como algo natural que, bajo el pretexto al derecho a decidir sobre el propio cuerpo, las mujeres podían abortar alegremente sin reparar en nada más que en su comodidad y conveniencia. A nadie se le ocurrió pensar en el derecho a la vida del nonato pero ¿A quién le importaba eso? Se trataba y se trata de matar gente para eliminar población. Desconejar la dehesa, en suma. Los métodos de chantaje a los legisladores fueron muchos y variados y, al fin y al cabo, muchísimas mujeres en edad fértil estaban de acuerdo en eliminar los molestos frutos de sus entrañas, engendrados follando alegremente sin preocuparse de nada más. Así que ¡Ancha es Castilla! Todo el mundo a abortar a las clínicas que pagamos con nuestros impuestos.

Tan eficaz ha sido la medida que se ha logrado, sólo en España, matar anualmente a más personas que las que morían en el mismo período durante la Guerra Civil. Sólo que la población de aquellos años era la mitad que la de ahora y el impacto era mayor; además, los muertos de una guerra son adultos o niños con nombres y apellidos. En cambio, los abortos carecen de identidad y las clínicas se encargan de vender sus restos a laboratorios de cosmética para hacer cremas de belleza que luego usarán las mismas mujeres que abortaron. Negocio redondo pero aun no es suficiente y cada vez se oyen más voces que insisten a favor de la eutanasia, ya legalizada en muchos países llamados civilizados.

No se dan cuenta. No nos dimos cuenta de lo que pasaba hasta que cayeron las Torres Gemelas. Mientras en el mundo civilizado discutíamos sobre galgos y podencos, la hiena durmiente se desperezaba. También ellos tienen el problema de superpoblación de conejos en sus dehesas, pero con la diferencia que ni se les ocurre desconejar el terreno propio y miran con ojos ávidos las prósperas naciones de Occidente. Las mismas que, de manera suicida, tratan de aplicar con el Islam la misma política de Neville Camberlain con Hitler sin darse cuenta que cualquier intento de apaciguar a la fiera es tomado por ésta como una debilidad. Y hasta pueden tener razón en este aspecto. Parece mentira que la indiscutible superioridad armamentística de Occidente no esté sirviendo de nada para frenar la expansión del llamado Estado Islámico y sus locos asesinos campan a sus anchas por amplias regiones de Irak y Siria mientras que el resto del mundo piensa que se van a conformar sólo con eso ¡Pobres idiotas! Tras la anexión de los Sudetes, Hitler siguió y siguió; y tomárselo en serio costó muchos millones de vidas, muchas más que las estrictamente necesarias para desconejar la dehesa.

Aun no he terminado. Estas mentes enfermas de odio que se recrean en sádicos asesinatos, torturas, mutilaciones, vejaciones a mujeres, etc. no han nacido por generación espontánea. Nacieron y se incubaron al calor de naciones que se decían amigas y aliadas del Occidente civilizado y éstas los consintieron y alentaron para lograr la claudicación de esos países que tanto odian por su desarrollo industrial y humano. Tampoco saben los muy borricos que, como dice Hillary Clinton, no se pueden criar serpientes en tu jardín y pretender que sólo piquen al vecino.

Así que sigamos. Sigamos riéndoles las gracias a los islamistas, dándoles entrada en nuestras naciones, concediéndoles nuestras nacionalidades, otorgándoles subsidios y subvenciones, apoyando la cesión de la Catedral de Córdoba a quienes destruyeron la iglesia de san Vicente Mártir para convertirla en mezquita. Sigamos abriéndoles nuestras puertas en la Costa del Sol a sus ricos y en el resto de España a sus pobres que, en su mayoría, vienen a vivir a nuestra costa y a mirarnos por encima del hombro creyéndose superiores a nosotros. Sigamos y ya podemos prepararnos a emigrar los afortunados o a ser esclavos viviendo en muladares los pocos que sobrevivan a la masacre que nos espera.

Elegimos el deshonor y el aborto para evitar la guerra. Ahora tendremos deshonor, aborto, guerra... y muerte.

sábado, 20 de diciembre de 2014

ASUS Transformer Book T-100. El final feliz

Igual que cuento las cosas malas debo contar también las buenas, así que debo informar que, al parecer, se pusieron de acuerdo Google y ASUS en cuanto a las compatibilidades del hangout porque, sin previo aviso, el ASUS Transformer Book T-100 comenzó a funcionar a la perfección y desaparecieron los problemas que dieron lugar a los dos artículos anteriores en los que eran denunciados.

Así que nobleza obliga. El citado aparato funciona perfectamente y cumple con todas sus especificaciones. Lo digo para que nadie me acuse de mantener un problema que ya no existe. Gracias, ASUS y Google, por haberlo resuelto. Yo ya he cumplido con mi obligación de contar la verdad.

Un cordial saludo a mis lectores,

domingo, 14 de diciembre de 2014

TABLA CRONOLÓGICA DE LOS REYES DE ESPAÑA


Para los estudiosos o, simplemente, curiosos de la Historia, suele ser algo complicado relacionar los diferentes nombres de Reyes de los diversos reinados españoles a través de los años. Para facilitarles la tarea, aquí les doy una tabla cronológica con los nombres de los Reinos y los años de reinado de sus Reyes.

Su uso es muy fácil. Por ejemplo: ¿Quién reinaba en Navarra cuando Muhammad V de Granada estaba empeñado en la construcción de la Alhambra? Pues no tienen más que mirar la tabla y les saldrá que el reinado de Muhammad V de Granada  fue contemporáneo del de Carlos II de Navarra y que, al mismo tiempo, Muhammad V fue suplantado en el trono por Ismail II desde 1359 hasta 1360 y luego por Muhammad VI hasta 1362, año en el que Muhammad V recupera el trono y reina hasta 1391. Además, en Castilla y León se suceden Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III durante el largo y accidentado reinado del monarca nazarita. Mientras tanto, reinaba en Aragón Pedro IV, alias El Ceremonioso, llamado Pedro II en el Reino de Valencia quien, a su vez, fue sucedido por Juan I con idéntico guarismo en ambos Reinos.

Si tenemos que hacer una consulta así mirando libros estamos apañados. Pues yo se la doy hecha a los cuatro lectores y medio que aun me soportan. 



Reyes Visigodos Años Hispania (España y Portugal) Años
410 - 415 Ataúlfo 410 – 415
415 Sigerico 415
415 - 418 Valia 415 – 418
418 - 451 Teodorico I 418 – 451
451 - 453 Turismundo 451 – 453
453 - 466 Teodorico II 453 – 466
466 - 484 Eurico 466 – 484
484 - 507 Alarico II 484 – 507
507 - 510 Gesaleico 507 - 510
510 - 526 Teodorico II 510 - 526
526 - 531 Amalarico 526 - 531
531 - 548 Teudis 531 - 548
548 - 549 Teudiselo 548 - 549
549 - 555 Agila 549 - 555
555 - 567 Atanagildo 555 - 567
567 - 572 Liuva I 567 - 572
568 - 586 Leovigildo 568 - 586
586 - 601 Recaredo 586 - 601
601 - 603 Liuva II 601 - 603
603 - 610 Viterico 603 - 610
610 - 612 Gundemaro 610 - 612
612 - 621 Sisebuto 612 - 621
621 Recaredo II 621
621 - 631 Suintila 621 - 631
631 - 636 Sisenando 631 - 636
636 - 639 Chintila 636 - 639
639 - 642 Tulga 639 - 642
642 - 653 Chindasvinto 642 - 653
653 - 672 Recesvinto 653 - 672
672 - 680 Wamba 672 - 680
680 - 687 Ervigio 680 - 687
687 - 702 Egica 687 - 702
700 - 710 Witiza 700 - 710
710 - 716 Agila II 710 - 716
710 - 711 Rodrigo 710 - 711


Años Reinos Años


Asturias






? - 737 Pelayo ? - 737

737 - 739 Fafila 737 - 739

739 - 756 Alfonso I Córdoba (Dinastía Omeya) 739 - 756

756 Abderramán I 756

757 757

757 - 768 Fruela 757 - 768

768 - 774 Aurelio 768 - 774

774 - 783 Silo 774 - 783

783 - 788 Mauregato 783 - 788

788 - 791 Vermudo I Hixem I 788 - 791

791 Alfonso II 791

797 Al Hakem I 797

810 Navarra 810

810 Íñigo Arista 810

822 Abderramán II 822

842 842

842 Ramiro I 842

850 850

850 Ordoño I 850

852 Muhammad I 852

852 García Íñiguez 852

866 866

866 Alfonso III 866

870 870

870 Fortún Garcés 870

886 Almundir I 886

905(?) Abdalá I 905

905 Sancho Garcés I 905

910 910
El Reino de León es el resultante de la expansión del Reino de Asturias 910 León 910
910 García I 910
912 Abderramán III 912
914 914
914 Ordoño II 914
924 924
924 Fruela II 924
925 925
925 Alfonso IV García Sánchez I 925
931 931
931 Ramiro II 931
951 951
951 Ordoño III 951
956 956
956 Sancho I 956
958 958
958 Ordoño IV 958
960 960
960 Sancho II 960
961 Al Hakem II 961
966 966
966 Ramiro III 966
970 970
970 Sancho Garcés II 970
976 Hixem II 976
984 984
984 ? 984
994 994
994 García Sánchez II 994
1000 1000
1000 Sancho III 1000
1013 1013
1018 Condes de Barcelona 1018
1018 Berenguer Ramón I 1018
1028 1028
1028 Vermudo III 1028
1035 Castilla Sevilla Aragón 1035
1035 Fernando I Muhammad ben Qasim Ramiro I Ramón Berenguer I García de Nájera 1035
1037 1037
1037 Fernando I 1037
1042 Al-Mutadid 1042
1054 1054
1054 Sancho IV 1054
1063 1063
1063 Sancho Ramiro 1063
1065 1065
1065 ? Sancho II 1065
1069 1069
1069 Alfonso V 1069
1071 1071
1071 Al-Mutamid 1071
1072 1072
1072 Alfonso VI 1072
1076 1076
1076 Ramón Berenguer II Sancho V (Ramiro) 1076
1082 1082
1082 1082
1091 1091
1094 Dominio de Marruecos hasta 1248 con la conquista de Fernando III 1094
1094 Pedro I Pedro I 1094
1096 1096
1096 Ramón Berenguer III 1096
1101 1101
1101 ? 1101
1104 1104
1104 Alfonso I Alfonso I 1104
1109 1109
1109 Urraca 1109
1126 1126
1126 1131
1131 Alfonso VI Alfonso VII 1131
1131 1131
1131 Ramón Berenguer IV 1131
1134 1134
1134 Ramiro II García IV Ramírez 1134
1150 1150
1150 Sancho VI 1150
1157 1157
1157 Fernando II Sancho III 1157
1158 1158
1158 Alfonso VIII 1158
1162 1162
1162 1162
1169
1169
1169 Alfonso II 1169
1188 1188
1188 Alfonso IX 1188
1194 1194
1194 Sancho VII 1194
1196 1196
1196 Pedro II 1196
1213 1213
1213 Jaime I
1213
1214 1214
1214 Enrique I 1214
1217 1217
1217 Fernando III 1217
1230 1230

1230 Castilla y León 1230
1230 Fernando III 1230
1232 Granada (Dinastía Nazarí) 1232
1234 Muhammad I 1234
1234 Teobaldo I 1234
1238 Valencia 1238
1238 Jaime I 1238
1252 1252
1252 Alfonso X 1252
1253 1253
1253 Teobaldo II 1253
1270 1270
1270 Enrique I 1270
1273 1273
1273 Muhammad II 1273
1274 1274
1274 Juana I 1274
1276 1276
1276 Pedro III Pedro I 1276
1284 1284
1284 Sancho IV 1284
1285 1285
1285 Alfonso III Alfonso I 1285
1291 1291
1291 Jaime II 1291
1295 1295
1295 Fernando IV 1295
1302 1302
1302 Muhammad III 1302
1305 1305
1305 Felipe I 1305
1307 1307
1307 Luis I 1307
1309 1309
1309 Nasr I 1309
1312 1312
1312 Alfonso XI 1312
1314 1314
1314 Ismail I 1314
1316 1316
1316 Juan I 1316
1316 Felipe II 1316
1322 1322
1322 Carlos I 1322
1325 1325
1325 Muhammad IV 1325
1327 1327
1327 Jaime II y Alfonso IV Jaime II y Alfonso II 1327
1328 1328
1328 Juana II y Felipe de Evreux 1328
1329 1329
1329 Alfonso IV Alfonso II 1329
1333 1333
1333 Yusuf I Interregno 1333
1336 1336
1336 Pedro IV Pedro II 1336
1343 1343
1349 Juana II 1349
1349 Carlos II 1349
1350 1350
1350 Pedro I 1350
1354 1354
1354 Muhammad V 1354
1359 1359
1359 Ismail II 1359
1360 1360
1360 Muhammad VI 1360
1362 1362
1362 Muhammad V 1362
1369 1369
Dinastía de Trastámara en Castilla y León 1369 Enrique II 1369
1379 1379
1379 Juan I 1379
1387 1387
1387 Juan I Carlos III 1387
1390 1390
1390 Enrique III 1390
1391 1391
1391 Yusuf II 1391
1392 1392
1392 Muhammad VII 1392
1396 1396
1396 Martín I 1396
1406 1406
1406 Juan II 1406
1408 1406
1408 Yusuf III 1408
1410 1410
1410 ? 1410
1412 1412
1412 Fernando I 1412
1416 1416
1416 Alfonso V Alfonso III 1416
1417 1417
1417 Muhammad VIII 1417
1419 1419
1419 Muhammad IX 1491
1425 1425
1425 Blanca I y Juan II 1425
1427 1427
1427 Muhammad VIII 1427
1429 1429
1429 Muhammad IX 1429
1432 1432
1432 Yusuf IV 1432
1432 1432
1432 Muhammad IX 1432
1441 1441
1445 Juan II 1445
1445 Muhammad X 1445
1445 Yusuf V 1445
1445 1445
1446 Muhammad X 1446
1447 1447
1447 Muhammad IX 1447
1454 1454
1454 Enrique IV Muhammad XI (Boabdil) 1454
1458 1458
1458 Juan II 1458
1464 1464
1464 Muley Hasán 1464
1474 1474
1474 Isabel I 1474
1479 1479
1479 Leonor 1479
1479 Fernando II Francisco I 1479
1493 1493
1482 Juan III y Catalina 1482
1482 Muhammad XI (Boabdil) 1482
1483 1483
1492 1492
1504
1504
1504 Juana I y Felipe I (Regente) 1504
1506 1506

1506 Fernando II de Aragón (Regente) 1506
1512 1512
1516 Fernando II 1516
1516 España 1516
Austrias 1516 - 1556 Carlos I 1516 - 1556
1556 - 1598 Felipe II 1556 - 1598
1598 - 1621 Felipe III 1598 - 1621
1621 - 1665 Felipe IV 1621 - 1665
1665 - 1700 Carlos II 1665 - 1700
Borbones 1700 - 1746 Felipe V (Con el intervalo de un año de su hijo Luis I en 1724) 1700 - 1746
1746 - 1759 Fernando VI 1746 - 1759
1759 - 1788 Carlos III 1759 - 1788
1788 - 1808 Carlos IV 1788 - 1808
1808 - 1833 Fernando VII (Con José I Bonaparte de 1808 a 1813) 1808 - 1833
1833 - 1868 Isabel II 1833 - 1868
1870 - 1873 Amadeo I de Saboya (Excepción a la Casa de Borbón) 1870 - 1873
1875 - 1885 Alfonso XII 1875 - 1885
1886 - 1931 Alfonso XIII 1886 - 1931
1975 – 2014 Juan Carlos I 1975 – 2014

2014 Felipe VI 2014