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jueves, 31 de julio de 2014

- EL CID EN LA HISTORIA - (y III)



ÚLTIMAS HAZAÑAS. ESPLENDOR Y MUERTE DEL CID


Alfonso, avanzando a marchas forzadas, pasa por Hellín y se dirige directamente hacia Murcia antes de que lleguen los exploradores del Cid, por lo que el encuentro entre ambos ejércitos nunca se produjo, con el consiguiente enfado real. Si hubo algún error en los mensajes o fue una muestra más de la mala fe con la que solía obrar el Rey con el Cid no está nada claro pero, por suerte para todos, al acercarse el ejército real a Aledo, el emir Yusuf ordenó la retirada sin combatir y Alfonso volvió triunfante a Toledo, donde lo primero que hizo al llegar fue declarar traidor al Cid, confiscarle sus propiedades y apresar a Jimena y a sus hijos. En Diciembre, Rodrigo se entera de las malas noticias y envía un emisario al Rey con toda clase de explicaciones que no son aceptadas, aunque ordena la liberación de la esposa del Cid y de sus hijos. Nuevamente envía otro mensaje declarando bajo juramento los motivos del desencuentro y el Rey los rechaza.

Comienza mal el año 1089: Otra vez, Rodrigo se ha quedado solo y sin dinero para pagar a su ya formidable ejército. Arruinado decide hacer lo que nunca hizo antes y ataca la fortaleza de Polop, en la actual provincia de Alicante, donde estaba el tesoro de la taifa de su enemigo Al-Fagit, para hacerse con el dinero y salir de penurias. Una vez rico de nuevo, pero quizás arrepentido de haber hecho una guerra de saqueo, decide no volver a ofrecer sus servicios como guerrero a ningún Rey cristiano o musulmán. A partir de ahora luchará por su cuenta y no como mercenario, aunque siempre bajo la soberanía, aunque fuera nominal de Alfonso VI. A su propia costa mantiene su ejército protegiendo Valencia y sus alrededores de los esporádicos ataques de los almorávides. Al año siguiente, inquieto el reyezuelo de Lérida(1) ante la presencia del Cid en tierras muy cercanas a las suyas, contrata al conde de Barcelona Berenguer Ramón el Fratricida, para que derrote al Cid. El Conde lo intenta en Junio de 1090 y, como no podía se de otro modo, sufre otra estrepitosa derrota a manos de Rodrigo.

Pero el 8 de Septiembre vuelve por tercera vez la pesadilla de Yusuf Ibn Texufin a desembarcar en Andalucía y con toda la facilidad del mundo ocupa Granada y la pone bajo el gobierno de su primo Abú Bakú. Aterrado por las atrocidades que cometían los musulmanes invasores, el propio Al-Mutamid de Sevilla, quien había sido uno de los primeros en suplicar ayuda almorávide contra Alfonso años atrás, vuelve los ojos a sus antiguos protectores castellanos y reclama su ayuda. El Rey de Castilla y León envía en su socorro al sobrino del Cid, Alvar Fáñez de Miñaya, quien es derrotado por las tropas del emir Yusuf en Almodóvar del Río(2). El más trágico resultado de esta batalla fue el destronamiento y destierro a Marruecos del propio Al-Mutamid quien estaba tan arruinado al llegar a África que tuvo que vender a su propia hija como esclava para poder subsistir él y su esposa Rumaikiya, muriendo de pena en la miseria en la ciudad de Agmat el año 1096. La taifa de Sevilla sería convertida en una provincia más de Marruecos hasta su regreso a la civilización de la mano de Fernando III en 1248.

Hacia mayo de 1091 recibe el Cid una carta de su gran amiga la reina Constanza, entonces esposa de Alfonso y deseosa de la reconciliación entre su marido y Rodrigo, en la que se le avisaba que el Rey iba a emprender una campaña contra Granada. El Cid comprendió perfectamente el motivo de la misiva, ya que vio en su contenido la ocasión perfecta para reconciliarse definitivamente con Alfonso. El Cid fue bien recibido por el Rey pero, nada más acampar a la vista de la ciudad, Rodrigo colocó sus tiendas delante de las reales para que sus tropas sirvieran de parapeto ante un posible ataque y Alfonso lo interpretó como un intento de igualarse al propio Rey. Fracasada la campaña granadina, ocurren nuevos desencuentros y peleas por antiguas rencillas azuzadas por los enemigos del Cid, por lo que Alfonso marcha a Toledo y Rodrigo regresa a Valencia, donde monta su cuartel general en Peña Cadiella, hoy llamado Castillo de la Carbonera en Benicadell, en la actual provincia de Alicante y realiza otra serie de acciones para refuerzo de la ciudad que sería excesivamente prolijo enumerar aquí.

En Junio de 1092, el rey Alfonso, harto y celoso del poderío del Cid, decide acabar con el protectorado de Valencia y tomarla directamente e, incluso, llega a cercar la ciudad. En ese momento, Rodrigo estaba en Zaragoza reforzando su ejército para atacar a su antiguo enemigo, el conde García Ordóñez quien, a la sazón, estaba de gobernador en La Rioja. Para ganar tiempo, escribe el Cid unas cartas apaciguadoras a su Rey(3), en las que hacía votos para que el monarca no escuchara los malos consejos de los envidiosos y de las malas personas que tenía alrededor y consigue su objetivo de hacer dudar a Alfonso. En el tiempo de la duda real, Rodrigo ataca las tierras de La Rioja dando tal paliza a las tropas del conde que el Rey, en vez de enfadarse por la derrota de su amigo García Ordóñez, visiblemente aterrorizado por la exhibición de poderío del Cid, le envía cartas de reconciliación y perdón y le devuelve su rango y todos los bienes que le habían sido confiscados. Por supuesto, levanta el cerco de Valencia y se vuelve a casa, humillado y con el rabo entre las piernas.


Murallas de Albarracín (Teruel)

Pero en la vida del Cid hay poco sitio para la paz. En Septiembre de 1093 cae gravemente herido por una lanzada en la garganta en una emboscada en Santa María de Albarracín, en la actual provincia de Teruel y, aunque nadie daba una moneda por su vida, consigue recuperarse aunque, aprovechando su convalecencia, los almorávides al mando de Ben Yahaf toman Valencia y asesinan a su amigo y protegido Al-Qadir. Una vez recuperado de su gravísima herida, Rodrigo sitia Valencia para vengar a su amigo y para impedir la expansión musulmana. La tradición dice que fue en ese momento de la Historia cuando el Cid, ante las murallas de la ciudad, gritó las palabras que encabezan la primera entrega de este escrito y que resultaron proféticas, como veremos al final. La fama de Rodrigo trasciende las fronteras y el tristemente famoso emir Yusuf decide tomar cartas más serias en su contra, desembarcando tropas en 1094 para emplearlas contra él, pero llega tarde y Rodrigo entra triunfal en Valencia en Junio de ese año. En Julio, como experto que era también en el Corán, juzga según las leyes musulmanas a Ben Yahaf y le condena a muerte. Aterrado el vecino Rey Pedro I de Aragón, manda emisarios urgentes a Valencia para establecer un pacto de mutua ayuda entre el Cid y su reino y, como resultado, en Octubre se libra la batalla de Cuarte, a las puertas de Valencia, en la que Rodrigo y sus aliados aragoneses derrotan a un formidable ejército almorávide de ciento cincuenta mil jinetes a las órdenes directas del molesto Yusuf Ibn Texufin.

Pedro I de Aragón y Rodrigo Díaz de Vivar deciden acabar en lo posible con la amenaza almorávide por lo que, en Enero de 1097 deshacen en Bairen, al sureste de la actual provincia de Valencia, lo que quedaba del ejército de Yusuf; pero en Marzo, vuelve el emir por cuarta vez para ponerse en persona al frente de sus tropas y el 15 de agosto se produce en Consuegra (Toledo) el choque entre los ejércitos de Alfonso y de Yusuf con el trágico resultado de la muerte de Diego Rodríguez, único hijo varón de Rodrigo quien contaba con apenas veinte años de edad. Tras la victoria de Consuegra, Yusuf vence a Alvar Fáñez en Cuenca y, en su retirada, sus tropas casi exterminan una parte del ejército del Cid quien, por fortuna, no estaba con ellos. Tras sus tristes hazañas, Yusuf se retira a África de donde no volvería más, por suerte para todos. Poco más le queda por hacer al Cid. Resentido de sus heridas y de tantas guerras, aun le queda tiempo para conquistar la fortaleza de Almenara, muy cerca de Aledo en Murcia, en Febrero de 1098 y sitiar la de Murviedro (hoy llamada Sagunto, en Valencia) en Junio. Presintiendo su fin, volverá a Valencia donde morirá en paz el 10 de Julio de 1099, a los cincuenta y seis años de edad. Su muerte no sólo fue llorada por la cristiandad entera, sino que todos los musulmanes de buena voluntad, no contaminados del espíritu integrista de los almorávides, se unieron en el duelo a los cristianos.

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Pero ¿ha terminado ya la Historia de El Cid? Pues rotundamente, no. La historia de un héroe de semejante tamaño no se acaba con su muerte y pervive aun su sangre entre nosotros y entre muchas familias reales europeas. Terminemos con el relato porque merece la pena conocerlo.

En el año 1100, Cristina, hija del Cid, se casa con Ramiro Sánchez, Infante de Navarra, Señor de Monzón, hijo de Sancho Garcés. De su matrimonio nacieron el futuro rey de Navarra García IV Ramírez, llamado el Restaurador y Elvira. A finales del año siguiente los almorávides se preparan para atacar Valencia, con lo que Alfonso se pone en marcha y tras luchar infructuosamente contra la horda africana, se negocia la entrega de la ciudad y el mismo Rey ordena la retirada de sus gentes a Castilla. El 5 de Mayo de 1102, la ciudad es profanada por los sitiadores almorávides, pero dejan libre un pasillo para que salgan los defensores cristianos escoltando a Jimena y a los restos del Cid, a los que rinden homenaje de respeto. Insólito en aquellos salvajes.

Aun no he terminado. En 1104, María, la otra hija de El Cid, ya llevaba varios años casada con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III el Grande, hijo de Ramón Berenguer II Cabeza de Estopa y de Matilde de Apulia. De su matrimonio nacieron María Ramón y Jimena. Ella fallecería en 1105 y, cargado de razón, nos dice el Romancero que:

...llevan los Reyes de España
sangre del Cid en sus venas.



A ver cuándo lo demuestran de una vez...

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(1) He dicho Lérida y no Lleida ¿Pasa algo?


(2) No resisto a contar una anécdota de esta batalla: En el castillo de Almodóvar se había refugiado Zaida, nuera de Al-Mutamid, quien había quedado viuda de Al-Mamud ben Al-Mutamid al intentar éste defender Córdoba de los ataques de Yusuf. De alguna manera, Zaida logró escapar y refugiarse bajo el amparo de las tropas de Alvar Fáñez y fue con ellas hasta Burgos donde fue acogida en la corte del rey Alfonso. Tan bien cayó la presencia de la princesa mora que el propio Rey, recientemente viudo, se enamoró de ella y, tras recibir el bautismo con el nombre de Isabel, se casó con Alfonso y fue madre del infante Sancho, quien moriría siendo casi un niño en la batalla de Uclés en 1108. 


(3) Según las leyes de la época, un castellano desterrado por su Rey tenía perfecto derecho a guerrear contra él, ya que había sido relevado del vasallaje por la misma condena al destierro. El Cid jamás hizo uso de ese derecho.

domingo, 27 de julio de 2014

- EL CID EN LA HISTORIA - (II)


- ENTRAMOS DE LLENO EN LA HISTORIA DEL CID -


Soy consciente que este fárrago de datos, batallas y fechas, ha podido marear a más de uno porque a mí mismo me marea. Lo siento, pero ha sido necesario para llegar a este punto. Rodrigo (todavía no es el Cid) acaba de cumplir treinta años, ya está casado y Alfonso, su mal Rey al que jamás traicionó, hace grandes esfuerzos para ganarse la confianza de nuestro protagonista por lo que, cuando en el año 1079 despacha a su amigo el conde García Ordóñez a Granada para cobrarle al taifa Abdulá las correspondientes parias(1), para demostrarle a Rodrigo que lo tiene en gran estima, lo equipara a un conde como el propio García Ordóñez y le encomienda la misma misión con la taifa de Sevilla que estaba entonces, como ya hemos dicho, bajo el reinado de Al-Mutamid, el rey poeta.

Parte el conde hacia Granada y el astuto Abdulá le convence para que, en vez de cobrar, conquisten entre los dos las tierras de Cabra, en la actual provincia de Córdoba, al reino rival de Sevilla al que entonces pertenecía, para repartirse el botín. El conde García Ordóñez acepta sin darse mucha cuenta de lo que hacía, pero estaba muy seguro de la amistad del rey Alfonso como para pararse en un saqueo más o menos. Abdulá y el conde ponen manos a su infame obra y casi la habían llevado a cabo cuando Rodrigo llega a Sevilla y Al-Mutamid le dirige estas palabras que han quedado para la Historia:

"Tu rey te manda a cobrarme parias mientras otros a quiénes también ha enviado con fin semejante, corren mis tierras y las queman y las saquean junto a mi enemigo, el rey de Granada. Si mi oro vale tanto como el de Abdulá, preciso sería que hicieses algo por mi reino..."


Alcázar de Sevilla. Techo del Salón de Embajadores o Salón de las Pléyades de Mutamid.
Este lugar recibió al Cid a su llegada.

Rodrigo sabe muy bien con quién se las estaba jugando: él era un simple caballero, tenía una sola mesnada y no estaba muy seguro del afecto que el Rey Alfonso pudiera tenerle desde que lo hizo prisionero en la batalla de Golpejera; por otra parte, García Ordóñez era conde, mandaba cuatro mesnadas y era uno de los amigos predilectos del Rey. Experto en derecho, sabía que su obligación era proteger al reino de Sevilla contra cualquier ataque del exterior y el ataque venía de Granada, aunque estuviera apoyado por soldados castellanos. Por eso decide intervenir y prudente como era, Rodrigo intenta llegar a un arreglo amistoso y avisa a los atacantes de su deber de parar la ofensiva “por la reverencia y respeto debidos…” a su mismo rey Alfonso, quien también le enviaba a él con igual encargo a Sevilla. Los atacantes no sólo no le hacen caso sino que, confiados en sus muy superiores fuerzas, se burlan de él y le recomiendan no meterse en líos, con lo que obligan a entrar en batalla a nuestro protagonista.

El encuentro, que fue durísimo, se produjo en Cabra y duró unas tres horas, durante las cuales la mesnada del Campeador con el escaso refuerzo de los soldados sevillanos del rey Al-Mutamid, infringieron una seria derrota al conde y a su ejército. Parece ser que el propio García Ordóñez retó en combate singular a Rodrigo, resultando la derrota aun más humillante. Rodrigo mantuvo prisionero al conde durante cuatro días en el castillo de Cabra hasta que hubo saqueado a conciencia su campamento, poniéndolo en libertad tras dejarlo sin armas, sin tiendas y con sólo los víveres indispensables para su vuelta a Burgos; después, regresó a Sevilla donde Al-Mutamid no sólo le pagó religiosamente las parias acordadas, sino que lo cargó de regalos para él y para su Rey, además de despedirlo con su gratitud eterna. No olvidemos que el propio Al-Mutamid dejó escrito en uno de sus poemas que “la largueza es más dulce para mi corazón que la victoria”. Con la visita a Sevilla, Rodrigo había ganado su primera gran batalla en solitario, pero también se había ganado al peor y más feroz de sus enemigos quien trataría de hacerle la vida imposible por el resto de sus días metiendo toda la cizaña que podía entre Alfonso y Rodrigo. Pero también, esa caída en desgracia fue la causante de que el Cid llegara a ser el personaje de la trascendencia histórica que conocemos.

Vuelve a Burgos tras su embajada por tierras sevillanas y, de momento, nadie se mete con él. Está feliz porque más o menos por aquellas fechas nacen sus dos hijas, Cristina y María, llamadas Elvira y Sol en el Cantar del Cid; no sabemos si fueron gemelas o nacieron las dos con apenas once meses de diferencia, como tampoco sabemos si ya estaba en el mundo su único hijo varón, Diego, quien precederá en la muerte a su padre años más tarde. Ocurre por aquellos días un episodio que, rozando la historia del Cid, entra de lleno en la Historia de las Religiones y da lugar a una de las sentencias más populares del refranero. Y, por lo curioso, no me resisto a describirlo.



Primer folio del Cantar del Cid.
(Biblioteca Nacional)


Como recuerdo del reino visigodo los reinos de Castilla y León, algo aislados de la frontera europea, no habían participado demasiado en la evolución de los ritos y reformas eclesiásticas más o menos impuestos desde Roma y se mantenía el culto mozárabe con el consiguiente estupor del resto de la Cristiandad. Pero, con el apoyo de Francia, Roma se siente fuerte y decide que ya era hora de cambiar las cosas y someter a aquel pedazo de España al ritual romano común por lo que, en Mayo de 1080, se convoca el concilio de Burgos bajo la presidencia del cardenal Ricardo, legado del Papa Gregorio VII, para convencer a las autoridades eclesiásticas y civiles de la necesidad de acabar con los ritos antiguos para adoptar los nuevos. Viene a cuento este episodio porque, entre los personajes que asisten al Concilio, además del rey Alfonso y su esposa Constanza; las hermanas más o menos reconciliadas del Rey, Urraca y Elvira; el conde asturiano, cuñado de Rodrigo y de igual nombre que éste, así como varios obispos y abades, está constatada la presencia como jurista de Rodrigo Díaz de Vivar en uno de los lugares más destacados.

Como las deliberaciones no llegaban a ninguna parte y nadie se ponía de acuerdo en la conveniencia o no de cambiar los ritos mozárabes por los romanos, al uso de la época someten a ordalía o juicio de Dios los libros sagrados de ambos ritos. Se prepara la hoguera y a ella se arrojan libros mozárabes y libros romanos, con el asombroso resultado que los romanos arden y los mozárabes resisten el fuego. El juicio de Dios estaba claro para las gentes de la época y a punto estuvieron los burgaleses de tirar al río a los monjes de Cluny que estaban al frente de la embajada romana. Pero el rey Alfonso, sabedor de que los ejércitos franceses estaban tras las fronteras esperando una provocación para entrar, zanja la cuestión aboliendo personalmente los antiguos ritos y mandando establecer los impuestos por Roma. El pueblo, algo triste por lo sucedido, acuñó el refrán: “Allá van leyes do quieren reyes"

Al año siguiente, en Marzo de 1081, Alfonso VI parte para la conquista de Toledo y Rodrigo no le acompaña por estar enfermo pero, una vez salido de Burgos el ejército real, Rodrigo se ve obligado a acudir a las fronteras del sur para repeler un ataque musulmán. A la vuelta de su campaña, el Rey está tan enfadado con Rodrigo que llega a acusarlo de traidor y éste, viendo en duda su lealtad, llega a molestarse tanto con su Rey que, hablando de lealtades, le obliga a ir a Santa Gadea para jurar en público que no tuvo nada que ver con la muerte de su hermano Sancho. Este memorable episodio recogido en el Romancero:

"Villanos te maten, Rey, villanos, que non fidalgos,
de las Asturias de Oviedo, que no sean castellanos;
mátente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos;

con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo;

capas traigan aguaderas, no de contray ni frisado;
con camisones de estopa, no de holanda ni labrados;
vengan cabalgando en burras, que no en mulas ni en caballos;
frenos traigan de cordel, que no cueros fogueados.
Mátente por las aradas, que no en villas ni en poblado
y sáquente el corazón por el siniestro costado,
si no dijeras verdad cuando fueres preguntado,
si fuiste o consentiste en la muerte de tu hermano
"

Fue la gota que colmó el vaso: el humillado García Ordóñez junto con su amigo Pedro Ansúrez, aprovechan el enfado real y, con alguna que otra calumnia más(2), consiguen que Alfonso destierre a Rodrigo por traidor, prohibiendo a todos los burgaleses que le den amparo o cobijo bajo severas penas. En Junio, Rodrigo sale al destierro acompañado de unos trescientos hombres de su mesnada, no con doce como escribió Manuel Machado en sus hermosos versos alusivos al destierro del Cid:

El ciego sol, la sed y la fatiga
por la terrible estepa castellana;
al destierro, con doce de los suyos,
polvo, sudor e hierro, el Cid cabalga.

Arruinado, ofrece Rodrigo sus servicios como guerrero al Conde de Barcelona, aunque no logra llegar a ningún acuerdo con él, por lo que marcha a Zaragoza y consigue ser contratado por el rey taifa Al-Muktadir, quien falleció a los pocos días del trato; no obstante, su hijo y nuevo rey Al-Mutamin le renovó su confianza y le encomendó la defensa y protección de su reino, lo que provocó las iras del Conde de Barcelona Ramón Berenguer II Cabeza de Estopa y las del rey de Aragón y Navarra Sancho Ramiro quienes, aliados con el rey taifa de Lérida, Tortosa y Denia Al-Mundir Al-Fagit, esperaban ampliar sus reinos a costa del de Zaragoza cuyo rey Al-Mutamin era hermano del ya citado rey de Lérida Al-Mundir Al-Fagit. La guerra era inevitable.

El encuentro tuvo lugar en Almenar(3), en la actual provincia de Lérida, en Marzo de 1082 y, por tercera vez en la historia, Rodrigo tiene un duelo singular nada menos que con el hermano del Conde de Barcelona, Berenguer Ramón, venciéndolo en el combate y haciéndolo prisionero. Como anécdota histórica añadiremos que, meses después, habiendo vuelto Berenguer Ramón a la corte de su hermano Ramón Berenguer II, el 5 de Diciembre es asesinado este último y su hermano queda como heredero del Condado. Nunca se descubrió al autor o a los autores del asesinato, pero la malicia popular atribuyó el crimen al hermano superviviente, quien pasó a la Historia con el sobrenombre de El Fratricida.

En el año 1083 Rodrigo vuelve a Castilla y se reconcilia con el Rey, pero no le renueva su vasallaje. Este episodio está magistralmente narrado en el Cantar cuando Alfonso le ofrece su mano para que se la bese y Rodrigo se niega con estas palabras:

Por besar mano de Rey
no me tengo por honrado.
Porque la besó mi padre
me tengo por afrentado

Y, acabadas las razones de su negativa, el juglar nos habla de su marcha:

Ya se parte mi buen Cid
sin al Rey besar la mano…

Vuelve, pues, el Cid a Zaragoza, donde cumple el encargo de abrir camino hacia Monzón, en la actual provincia de Huesca y conquistar la fortaleza de Morella, en la actual provincia de Castellón y entonces en poder del rey taifa de Lérida. El 14 de Agosto de 1084 vence a la coalición de los ejércitos del rey de Aragón, Sancho Ramiro y de Al-Fagit, rey de Lérida. Es, más o menos desde entonces, cuando los soldados musulmanes de Al-Mutamin que servían a las órdenes de Rodrigo, comienzan a llamarle con el nombre de Sidi, forma hispánica del árabe Sayyidi que significa “mi señor” lo que, vertido al castellano, tomó la forma de Cid o Mío Cid.

Al año siguiente, 1085, hay novedades en Castilla: Alfonso está contento porque, por fin, ha podido conquistar Toledo(4) el 25 de Mayo, pero el Cid tendrá motivos para la tristeza porque, a finales de aquel año, muere su amigo Al-Mutamin de Zaragoza y su hijo y nuevo rey, Ahmad Al-Mustain, al parecer ya no desea los servicios del Cid como guerrero, por lo que Rodrigo regresa a Castilla en 1086 y pone sus tropas a disposición de Alfonso VI, dando por concluido su compromiso con los zaragozanos. En Febrero, otro musulmán amigo del Cid, Al-Qadir, sube al trono de Valencia y en Junio, Alfonso sitia Zaragoza que ya entonces no contaba con la protección de Rodrigo; aunque las cosas se le complican al Rey castellano porque los almorávides invaden la península desde Algeciras y el 3 de Julio desembarca el emir Yusuf Ibn Texufin(5) para mandar personalmente sus tropas. Alfonso, agobiado por lo que se le venía encima, tiene que levantar el cerco de Zaragoza y regresar a toda prisa a Castilla donde, a finales de este año, el Cid le renueva su juramento de vasallaje; juramento que, a pesar de sus injustos destierros, jamás quebrantó. A principios del año siguiente, el Rey pone a Rodrigo entre los diez primeros magnates de Castilla y le asigna el señorío en Burgos de las comarcas de Iguña, Ibia, Campoo, Ordejón y Briviesca.

Seguiremos en la siguiente entrega.

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(1) Se llamaban así a los impuestos por derechos de protección.

(2) Se inventan que Rodrigo estaba en tratos con el rey de Toledo para conseguir un reino propio.

(3) Almenar, en el camino entre Lérida y Balaguer, es más conocida en Cataluña por haber sido escenario el 27 de Julio de 1710 de otra batalla en la que los ejércitos de Carlos III se enfrentaron a la coalición de Austria, Inglaterra y Portugal, apoyados por catalanes disconformes con la dinastía borbónica. Vencieron estos últimos en este triste episodio de la Guerra de Sucesión española y fue éste el origen de la tradición independentista catalana. 

(4) Y, de paso, una pequeña villa que se llamaba Magerit…

(5) El emir Yusuf fue la pesadilla de la época. Desde África mandaba todas las hordas de almorávides que podía contra España, para hacer volver a la ortodoxia musulmana a los reinos que, según sus creencias, se habían relajado demasiado de las creencias islámicas. Él mismo estuvo aquí en cuatro ocasiones con diversa fortuna en sus batallas. 

jueves, 24 de julio de 2014

- EL CID EN LA HISTORIA - (I)

Por un Rodrigo se perdió España
y por otro Rodrigo se salvará

(El Cid, ante las murallas de Valencia, en 1094)


- INTRODUCCIÓN -

Pocos personajes de la Historia de España han tenido la popularidad y la repercusión social a través de los tiempos como Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Además de los historiadores y los juglares, de su figura se han ocupado muchos artistas, tanto españoles como extranjeros, desde Quevedo hasta Manuel Machado, pasando por el músico francés Jules Massenet, quien en 1884 le compuso una ópera; sin olvidarnos de la película de Anthony Mann que produjo Samuel Bronston en 1961 y protagonizaron Charlton Heston y Sofía Loren y que fue un gran éxito mundial de taquilla aunque históricamente dejara mucho que desear.

A diferencia de otros grandes héroes del mundo cuyas hazañas han sido cantadas en poemas épicos y en cantares de gesta en los que, quieras o no, se han magnificado sus figuras, la enorme repercusión histórica de las hazañas del Cid hace que su cantar sea sólo un reflejo bastante pálido de sus verdaderas obras. Mezcladas en su figura la leyenda y la realidad, ha sido preciso esperar hasta principios del siglo pasado para que figuras de la talla de don Ramón Menéndez Pidal nos hayan hecho el inestimable servicio de rescatar la verdadera historia de Rodrigo acudiendo no sólo a fuentes castellanas sino también a las musulmanas, de quienes podía suponerse que habían sido sus enemigos.

La creencia general es la de hacer del Campeador sólo un genial guerrero y eso es un error de bulto. Rodrigo no sólo se dedicó a la guerra, aunque esa fuera su profesión principal, sino que también era experto en derecho, tanto castellano como musulmán; como diplomático triunfó en muchas ocasiones de su vida y como gobernante dio ejemplo de prudencia y sabiduría en su señorío de Valencia, donde supo tratar con un cuidado exquisito a cristianos y musulmanes llegando al extremo, impensable para la época, de mandar elevar la altura de las murallas de la fortaleza que daban al interior de la ciudad para que los centinelas cristianos no ofendieran con su vista a las mujeres musulmanas que pudieran estar en las azoteas de sus casas.

Pero, dejémonos de preámbulos y vayamos al tema que nos ocupa, donde también veremos - ¡cómo no! - que Sevilla tuvo también mucho que ver con la evolución de su trayectoria en la que el destierro casi perpetuo a consecuencia de las calumnias sería la condición determinante de su nada larga vida. Aquí nos olvidaremos de las leyendas y de los cantares de gesta y sólo hablaremos de Historia aunque, si Dios es servido y ustedes lo soportan, quizás algún día presentemos aquí mismo algún juego literario relacionado con la figura legendaria de Rodrigo.


- EL ENTORNO HISTÓRICO -

De poco sirve estudiar una figura histórica si no damos un repaso previo a las circunstancias que rodeaban el ambiente en el que se desenvolvió. Hacia el año 1010 un ejército de almorávides(1) salvajes del norte de África, llamados por los burgueses y gente poderosa de Córdoba y Sevilla que veían escapársele el poder de las manos, había invadido la Península humillando al hasta entonces orgulloso Califato de Córdoba, donde arrasaron Al-Madinat Al-Zahara. En aquel tiempo reinaba una sombra de califa llamado Hixem II quien, sólo se dedicaba a los placeres sensuales y dejaba las labores de gobierno en manos de funcionarios corruptos. Tres años después desaparecía de la historia, probablemente asesinado, el último Califa Hixem II y la anarquía subsiguiente a las invasiones hace que el califato se descomponga en muchos pequeños reinos o taifas, la mayoría de los cuales no tenían poder suficiente para hacer frente a la cada vez mayor presión de los reinos cristianos del norte. Tampoco estos reinos tenían aun poder ni población suficientes para dar el golpe final a la dominación musulmana en España, pero la situación de debilidad de estos reinecillos les permitió someter a vasallaje a su mayoría, imponiéndoles tributos a cambio de facilitarles protección contra las amenazas que les llegaban desde el norte de África por parte de sus correligionarios, así como contra las guerras que surgían entre ellos mismos.

En Sevilla, una vez caído el Califato, vivía un hombre poderoso, feroz y muy inteligente(2) llamado Muhammad ben Qasim quien, en el año 1035 encontró a un individuo, hijo de un cestero, que tenía un asombroso parecido con Hixem II. El tal Qasim era un genio: vistió con ricos ropajes al doble del Califa y lo sentaba en el trono en las ceremonias públicas en las que sólo aparecía para refrendar todo lo que su protector decía. En 1042, tras el fallecimiento de Qasim, sube al trono su hijo, el no menos feroz Al-Mutadid, famoso por su crueldad, quien mantuvo el engaño algún tiempo más hasta que, una vez seguro de su poder tras haber conquistado, traicionado, envenenado y seducido a mansalva, se coronó rey sin mayores ceremonias. Fue un político terrible y un caudillo militar formidable, que convirtió la taifa de Sevilla en la más importante de Al Andalus hasta su muerte, acaecida en 1071, año en que fue sucedido por su hijo Al-Mutamid, nuestro rey poeta. Como ya sabemos, este Rey no tenía el temple de sus antepasados y muy pronto tuvo que claudicar ante el empuje de Castilla, quien lo sometió al pago de un tributo anual de diez mil dinares de oro (3).

Habría mucho más que contar sobre el entorno musulmán, con el que tan relacionado estuvo nuestro Cid, pero ya iremos descubriéndolo a lo largo de esta serie. Ahora debemos echar una ojeada a la parte noroccidental de la Península, donde el 4 de Septiembre de 1037 se libra la batalla de Tamarón en Támara(4), situada a pocos kilómetros al sur de Frómista (Palencia) y al oeste del Pisuerga, entre la recién independizada Castilla y el Reino de León en la que muere el rey de León Vermudo III, quien es sucedido por su cuñado, el conde castellano Fernando I. A la muerte de Vermudo se realiza un reajuste de territorios por el que el rey de Navarra y hermano de Fernando, García Sánchez de Nájera, recibe La Rioja, mientras que el resto del territorio, incluido el condado de Castilla, quedaba en poder de Fernando con capital en Burgos.

Durante el reinado de Fernando I y durante uno de los escasos períodos de paz de la época, en la aldea de Vivar y en la casa de un noble de segunda fila llamado Diego Laínez que estaba casado con Teresa Rodríguez, el año 1043 nace un niño a quien bautizan como Rodrigo. Su nacimiento pasa tan desapercibido que no sabemos cuál fue la fecha exacta del acontecimiento. Desde luego, nadie podía sospechar que aquel niño iba a cambiar para siempre -y para bien- la Historia de España.


Nuevamente, para variar, surgen disputas territoriales entre los hermanos Fernando y García; las cosas suben de tono y el 1 de Septiembre de 1054 se libra la batalla de Atapuerca, en Burgos, entre los ejércitos castellano-leoneses y navarros, con el resultado de la muerte del rey de Navarra García Sánchez de Nájera. Fernando I, vencedor, recupera La Rioja y manda a Diego Laínez, padre de Rodrigo, a tomar las fortalezas de Ubierna, Urbel y La Piedra, cosa que cumple con prontitud y las reintegra a dominio castellano. Poco habría de disfrutar de su triunfo como guerrero el capitán Diego Laínez, porque falleció al año siguiente dejando huérfano a Rodrigo con sólo once años; sin embargo, el Rey Fernando es generoso con la viuda de su capitán y, tras asegurarle unas buenas rentas, acoge a su hijo Rodrigo en la corte para ser educado como noble, al lado del propio hijo del Rey, el futuro Sancho II. No desperdicia Rodrigo su educación cortesana: al contrario que la mayoría de los nobles de la época que despreciaban las letras por considerarlas cosas de sacerdotes o de juglares, se aplica en el estudio del derecho castellano y, más tarde, probablemente en el monasterio de San Pedro de Cardeña, llega a dominar el latín y la lengua árabe. A los veinte años ya había trabado una sólida amistad con el infante Sancho, por lo que es elegido como capitán para acompañarle en sus campañas de Zaragoza, Coimbra y Zamora, entonces en manos de reyes taifas musulmanes. Al año siguiente, el 8 de Marzo de 1064 se libra la batalla de Graus, en la comarca de Ribagorza de la actual provincia de Huesca, en la que los castellano-leoneses al mando de Sancho, vencen al ejército del rey Ramiro I de Aragón. En esta acción, Rodrigo ya ha tomado parte muy destacada y se acrecienta la amistad entre él y el Infante.

El 27 de Diciembre de 1065 muere su protector el rey Fernando I quien, al uso de la época, divide el Reino entre sus cinco hijos: Urraca recibe la ciudad de Zamora; Sancho, las antiguas tierras del condado de Castilla; Alfonso, el reino de León, Asturias y el condado de Carrión; Elvira, la ciudad de Toro y, finalmente, García recibe Galicia y Portugal. Al año siguiente, en 1066, Rodrigo es armado caballero por su amigo el ya rey Sancho II.

Mientras vivió la madre de los cinco Infantes, la reina viuda doña Sancha, hubo paz entre los hermanos pero, a su fallecimiento, ocurrido el 7 de Noviembre de 1067, comienza de nuevo la degollina con la guerra entre los tres Sanchos: Sancho II de Castilla contra la coalición formada entre Sancho IV de Navarra y su primo Sancho Ramiro de Aragón. En esta ocasión, Rodrigo es elegido como paladín real y tiene que luchar en duelo a muerte con el alférez del reino de Navarra. A partir de ahora será llamado Campeador, lo que viene a significar más o menos, experto en la lucha a campo abierto (Campi doctor).

La cosa no se soluciona aquí porque Sancho II no está conforme con el reparto del Reino de su padre por lo que, el 16 de Julio de 1068, se enfrentan Sancho de Castilla y su hermano Alfonso de León en la batalla de Lantada, hoy Lantadilla(5) muy cerca de Frómista en Palencia, resultando este último vencido; en esta batalla, Rodrigo es ya portador del estandarte real. Huido Alfonso, nuevamente se vuelven a enfrentar los dos hermanos el 13 de enero de 1072 en la batalla de Golpejera(6), en la que Alfonso es capturado por la mesnada de Rodrigo y sería después desterrado para refugiarse en la corte del rey de Toledo, Alí Mamún, donde viviría como un príncipe hasta su vuelta a Castilla. A estas alturas, Sancho II tiene ya recuperado casi todo el territorio sobre el que reinó su padre Fernando, con la excepción de la ciudad de Zamora, a la que tiene sitiada. El domingo, 7 de Octubre del mismo año, un individuo, enviado por Urraca, llamado Bellido Dolfos se presenta ante el Rey y se ofrece a enseñarle un portillo secreto para acceder a la ciudad y Sancho pica el anzuelo: solamente acompañado del sicario, ambos recorren la muralla hasta que, en un momento determinado, el Rey se excusa aludiendo una necesidad fisiológica urgente. Al agacharse, Bellido Dolfos lo hiere con su venablo y Sancho II muere revolcándose en sus propios excrementos. Ante la tragedia, el propio Rodrigo sale en persecución de Bellido, no logrando alcanzarle.

Se ha quedado Rodrigo sin su amigo y protector. El desterrado Alfonso, huésped en la corte del rey taifa de Toledo Alí Mamún, al haber fallecido su hermano sin descendencia, con el permiso y las bendiciones del Rey toledano(7) vuelve a Burgos a reclamar para sí mismo el trono de Castilla y, conforme a las leyes de la época, pasa a reinar sin oposición alguna con el nombre de Alfonso VI, con lo que vuelven a quedar unidos los reinos de Fernando I con la excepción de Zamora. En la corte nadie se cree que el nuevo Rey sea totalmente inocente de la conspiración que mató a su hermano Sancho y Rodrigo menos que nadie. Alfonso era conocido por sus amores incestuosos con su hermana Urraca y muy bien pudo haber tramado la muerte de su hermano, aunque no había pruebas de ello.

Al principio, Alfonso trata de congraciarse con los nobles que rodeaban a Sancho y los recibe amablemente. Concretamente, el 8 de Diciembre de ese año de 1072, recibe en privado a Rodrigo y celebra un banquete en su honor para congraciarse con él. Confiado Rodrigo, de momento, disfruta de un breve período de paz que aprovecha para pensar en casarse: va a cumplir treinta años y Jimena, la hermana de un conde llamado igual que él, Rodrigo Díaz, es muy guapa y parece un buen partido. En esta ocasión debemos hacer un alto en el camino para aclarar que la Jimena Gómez del Cantar del Cid, sólo pertenece a la leyenda. Según don Ramón Menéndez Pidal, Rodrigo sólo se casó una vez y en circunstancias felices, no trágicas como dice la leyenda(8) y algunos historiadores del siglo XIX y anteriores. La boda se celebró el 19 de Julio de 1074 quizás en San Juan de Baños en Palencia, una de las iglesias visigodas que demuestra por su construcción que el arco de herradura no fue inventado ni importado por los musulmanes(9).



Iglesia de San Juan de Baños, en Baños del Cerrato (Palencia)
Posible escenario de la boda de Jimena y Rodrigo.

Obsérvese el arco de herradura en una iglesia del siglo VII.


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(1) Los almorávides, o morabitos, eran una especie de monjes soldados, seguidores de una estricta observancia coránica, desposeídos de todo tipo de cultura y sensibilidad ajena a las enseñanzas más estrictas del Islam sunnita. Algo así como los talibán de hoy día. Tan salvajes fanáticos eran que se limitaban a invadir España para recuperar la ortodoxia musulmana y, una vez creían haber logrado su objetivo, volvían al norte de África de donde procedían. No debemos confundirlos con los almohades, quienes vinieron posteriormente a los almorávides y eran igual de salvajes que ellos; pero estos últimos sí se quedaron y fueron civilizados aquí. Como ejemplo de que los almohades se civilizaron, baste la Giralda, construida apenas dos generaciones después de su llegada. 

(2) Así lo definió perfectamente Federico Jiménez Losantos.

(3) El dinar andalusí tenía un peso de unos cuatro gramos; por tanto, el tributo venía a ser de unos cuarenta kilos de oro.

(4) En la actualidad apenas llega a los ciento veinte habitantes. Es difícil encontrar un mapa donde esté reflejada.

(5) Hoy día cuenta con un censo de apenas seiscientos habitantes. 

(6) Golpejera es una pequeña aldea o pedanía de El Carrascal de Barregas, en la provincia de Salamanca. 

(7) Antes de dejarlo salir le hizo jurar que no atacaría Toledo mientras vivieran Alí Mamún y su hijo. Alfonso cumplió su juramento y tomó Toledo al fallecimiento de ambos.

(8) En el Cantar se describe que Rodrigo, siendo casi un niño, mata en duelo al conde asturiano Gome de Gomar, padre de Jimena Gómez, por un asunto de robo de ganado a su padre Diego Laínez. Perplejo ante el crimen, el rey Fernando no sabe qué hacer con el mozo, pero Jimena le suplica la case con él y el Rey acepta encantado para reconciliar a las familias. 

(9) La iglesia de San Juan de Baños fue terminada el año 661: aun faltaban sesenta años para la invasión musulmana y hay ejemplos más antiguos de que el arco de herradura no fue un invento musulmán, sino que ellos fueron sus divulgadores. Algo parecido ocurre con el arco de medio punto, del que se cree casi todo el mundo que es romano, cuando lo único que hicieron los romanos fue copiarlo de las ruinas de Babilonia y divulgarlo. 



jueves, 17 de julio de 2014

-PIRÁMIDES FUERA DE EGIPTO- (NO EGYPTIANS PYRAMIDS) (y V)


- CHINA. LA TUMBA DEL EMPERADOR AMARILLO -

Cruzando el Pacífico nos hemos dado de golpe con más pirámides en el sureste asiático: Camboya, Laos, Tailandia, Corea y Vietnam, por mencionar sólo a los más poblados y conocidos países del área, están llenos de pirámides escalonadas, con o sin nichos como las que ya hemos visto pero, si tuviéramos que detenernos a echarles sólo una ojeada, haríamos interminable esta charla y creo que sería más interesante avanzar un poco más hacia el interior del continente, donde nos esperan sorpresas bastante más interesantes. Pero hagamos un poco de historia.


Mapa de China. En azul la zona de sus pirámides


Corría el año 1945 y finalizaba ya la Segunda Guerra Mundial; los Estados Unidos, aliados entonces con la China de Chiang Kai Chek, se encargaban de enviarles por vía aérea víveres y suministros bélicos a los chinos y, para evitar malos encuentros con los cazas japoneses, procuraban volar a la mayor altura posible. Uno de los pilotos americanos encargado de esta misión, James Gaussman, tuvo una seria avería en uno de los motores de su aparato y se vio obligado a continuar su viaje de regreso a una altura muy inferior a la prevista en su plan de vuelo; este incidente no sería recordado por la historia si no fuera porque Gaussman volvió a su base  informando  haber visto y fotografiado una enorme pirámide en la zona de Moa Ling,
cerca de la ciudad de Xianyang. El piloto acompañó sus fotografías con un informe detallado de su descubrimiento que quedó archivado y olvidado hasta que, cuarenta años después, el escritor australiano Brian Crowley publicó una de las fotografías de Gaussman en uno de sus libros que se titulaba “The Face on Mars” y fue publicado en 1986 por South Melbourne. Por desgracia, el escritor en cuestión es bastante sensacionalista y la obra citada alude a las supuestas caras fotografiadas sobre la superficie de Marte por las primeras sondas Viking y de las que ya la NASA publicó las fotos tomadas en 1998 en las que se demostraba claramente que las tales caras sólo eran formaciones rocosas que adoptaban esa forma en virtud de los deficientes instrumentos ópticos y de los sistemas de transmisión de señales de radio de los años setenta; por ese motivo, la obra de Crowley fue tomada como una más de los esoteristas nada serios que tanto abundan y la foto cayó, de nuevo, muy pronto en el olvido.

(Arriba, Fotografía del informe de Gaussman publicada por Crowley)

Pero no era el de Gaussman el único informe sobre pirámides en China: a principios del siglo XX, en plena descomposición del Imperio Chino, los viajeros alemanes Frederick Schroeder y Oscar Maman dieron testimonio de la presencia de no una, sino numerosas pirámides alrededor de la ciudad de Xianyang, cifrando su número en alrededor de cien. Poco después, en 1913, otro viajero alemán llamado Segalen  incluso llegó a afirmar que había descubierto la tumba del emperador Shi Huang-ti, el mítico Emperador Amarillo(1). En su diario anotó que la pirámide alcanzaba los 48 metros de altura y cada uno de sus lados tenía 350 metros. Del mismo modo constató la presencia de otras muchas pirámides más, algunas de enorme tamaño. El secretismo de las autoridades y la inestabilidad política de la región, hizo que los arqueólogos occidentales no volvieran a poner sus pies en aquella zona y el informe fue olvidado hasta el vuelo de Gaussman.


Monte Lishan. Probable tumba del emperador Shi Huang-ti, descubierta en 1913

Las pirámides, chinas, aztecas, mayas, incas, egipcias, canarias o del sureste asiático, dan tema para mucho más tiempo del que nos podemos permitir en una simple charla como esta. Con ella he pretendido despertar su interés sobre estas construcciones tan singulares y mostrarles que existen un poco por todas partes y que raro es el año que no salte la noticia del descubrimiento de una o varias más, por lo que se cuentan por miles en todo el mundo. Aunque les animo a interesarse por ellas les prevengo también contra tanto aprovechado que, dándoselas de listo, quiere hacer aparecer estas construcciones como una herencia extraterrestre y olvidando que aquí, en este planeta, hemos demostrado que nos sobra imaginación para hacer el tipo de arte que nos propongamos sin necesidad de recurrir a nadie de fuera. Adrede, dejo en el aire la pregunta que sólo el futuro quizás pueda responder a nuestros descendientes algún día lejano ¿Cuál fue la primera civilización que empezó a construir pirámides?

Gracias por vuestra paciencia.


Planicie de Xianyang con sus pirámides

(1)Descubrimientos arqueológicos posteriores demuestran que su hipótesis era cierta.





domingo, 13 de julio de 2014

-PIRÁMIDES FUERA DE EGIPTO- (NO EGYPTIANS PYRAMIDS) (IV)


AMÉRICA (y II)

Ante estos descubrimientos ya estamos en condiciones de afirmar que, a semejanza de muchas de las pirámides egipcias, también las americanas cumplían una función funeraria aunque sus estructuras no fuesen tan perfectas como las de las grandes pirámides clásicas debido principalmente a que, salvo las cámaras, galerías y revestimientos, el resto de estas pirámides estaba construido de tierra apisonada, lo que explica que sólo queden vestigios de las más antiguas y que las únicas que pueden observarse relativamente bien conservadas hoy día son las construidas por las culturas más recientes, como las de los mayas y los aztecas.

Pero lo que sí distingue a las pirámides de un lado y de otro del Atlántico es la función de templo que tienen las americanas. En lugar de un ápice como tienen las egipcias en su parte superior, las de América se rematan con una terraza o meseta donde se ubican uno o más templos, accediéndose a ellos por una escalera construida a propósito en una de las caras laterales o en todas ellas; es precisamente en esos templos donde de celebraban los espantosos sacrificios humanos de los que tenemos noticia por los conquistadores españoles y que les dieron a éstos los mejores pretextos para acabar con civilizaciones que, en su mentalidad de hombres del Renacimiento, consideraron bárbaras y degeneradas.

Como ya hemos dicho antes, las pirámides mejor conservadas son las más modernas, como era de esperar. Por eso debemos fijarnos de manera especial en la ciudad maya de Tikal, en Guatemala, creada hacia el siglo V a. C. y que, mil años después, llegaría a tener hasta medio millón de habitantes, quedándose deshabitada por abandono, de golpe, el año 899. Para hacernos una idea general de lo que era una pirámide tardía, nada mejor que traer un plano de un alzado de una de las de Tikal, en la que vemos que está formada por una base de tres cuerpos flanqueada por la escalera que conduce al templo situado en la parte superior. La llamada pirámide del Templo IV tiene una base rectangular de unos cuarenta por cincuenta metros y su altura total es de setenta metros, alcanzando una pendiente en sus caras mayores del orden de setenta grados.


Alzado de la pirámide del Templo IV de Tikal.

La ciudad maya de Tikal cuenta con, al menos, dos pirámides en condiciones aceptables de conservación, aunque al menos tuvo cuatro, según nos dicen los estudios más serios y su esplendor no tenía nada que envidiarle al de las grandes construcciones clásicas del Viejo Mundo.


 Tikal. Pirámide del Templo IV



Tikal. Pirámide del Templo I


Como ya dije antes, echar un vistazo a todas las pirámides descubiertas en América sería una tarea imposible, pero vamos a ir más al norte para encontrarnos con algunos de los más importantes de estos monumentos. Méjico está lleno de pirámides, algunas de ellas erigidas en honor de ese dios blanco civilizador del que hablamos antes. Al norte de la península de Yucatán se encuentran las espléndidas ruinas de Chichén  Itzá  donde  se  puede admirar la pirámide conocida como El Castillo por el nombre que le dieron los primeros españoles que la vieron, aunque en realidad se trata de la pirámide de Kukulcán, como así llamaban al dios blanco los mayas de la región. Esta bellísima pirámide, construida hacia los siglos X-XI después de Cristo, tiene la curiosa peculiaridad de que el número de sus escalones es de trescientos sesenta y cuatro, lo que sumado al zócalo de su base, nos da la cifra de los trescientos sesenta y cinco días del año, lo que sugiere algún mensaje de tipo esotérico a los que eran tan aficionados los sacerdotes. Sin salirnos de esta península, llena de pirámides de todas clases, debemos también citar a la de Uxmal, ciudad que tuvo sus problemas con la civilización maya y que fue una de las causas más importantes de la desunión política de esta civilización, lo que a medio plazo fue su ruina.



Chichén Itzá. Pirámide de Kukulkán o El Castillo

Y, acercándonos tan sólo a veinticuatro kilómetros de Ciudad de Méjico, la capital, tenemos las imponentes ruinas de Teotihuacán, donde hay otra pirámide que también lleva el nombre del dios blanco, aunque esta vez en azteca: Quetzalcoatl que significa serpiente con plumas o pájaro serpiente. Este personaje, del que sí se tiene una certeza histórica de su biografía, aunque no de su origen, daría de por sí tema para más de una conferencia y, por lo complejo de su figura, se sale de esta mera exposición de pirámides fuera de Egipto. La pirámide erigida en su honor es pequeña y no está bien conservada, aunque posee unos relieves muy interesantes en su zócalo y, muy cerca de ella, se encuentran las dos joyas principales de Teotihuacán: las pirámides del Sol y de la Luna.

La ciudad de Teotihuacán florece entre los años 250 antes de Cristo, cuando la civilización original olmeca estaba ya en ruinas, de la mano de los zapotecas, herederos directos de los anteriores y, por los avatares del destino, es destruida y vuelta a reconstruir por los toltecas, hasta que una pequeña tribu de chichimecas muy belicosos, oriundos de Azlán, la destruyen definitivamente a principios del siglo VIII después de Cristo. La elegante pirámide de la Luna, primera en construirse, data del año 50 después de Cristo y tiene una base rectangular de ciento cincuenta por ciento veinte metros, siendo su altura de unos cuarenta y cinco metros. La del Sol, construida hacia el año 200 después de Cristo, es mucho mayor puesto que mide doscientos veintidós por doscientos veinticinco metros de base y tiene una altura de sesenta y tres metros; aunque es también escalonada, los diferentes niveles que la componen tienen sus caras inclinadas y no verticales como la mayoría de las pirámides americanas.


Teotihuacán. Pirámide del Sol.



Teotihuacán. Pirámide de la Luna con la del Sol al fondo.

Tenemos que hacer constar que los nombres de las pirámides del Sol y de la Luna, son posteriores a la conquista de América; en realidad no sabemos cuáles fueron sus verdaderos nombres ni a qué dios o dioses fueron dedicadas. Sin embargo, la más pequeña de las pirámides de Teotihuacán, como ya hemos dicho, sí tiene un nombre conocido: el del dios blanco civilizador Quetzalcoatl, personaje histórico de la época olmeca quien, durante su reinado prohibió los sacrificios humanos aunque, cuando desaparece de la Historia a su marcha o a su muerte, todos los pueblos americanos volvieron a tan atroces costumbres. Bastante razón tenían los hombres del Renacimiento al considerarlos degenerados.

 Pirámide de Quetzalcoatl.



Pirámide de Quetzalcoatl. Detalle del relieve del zócalo.

Aunque en Tenochtitlán, lo que hoy es Ciudad de Méjico, también se construyeron pirámides muy importantes, lo que nos ha llegado hasta nuestros días sólo son ruinas. Pero no resisto a leerles un fragmento transcrito de la espeluznante crónica de la inauguración de un templo, datado en una época tan tardía como 1486, tan sólo treinta y cinco años antes de la llegada de Cortés:

Veinte mil prisioneros aguardaban el momento de subir las 116 gradas del magnífico templo en forma de pirámide erigido en honor del dios nacional azteca Huitzilopochtli, "el sol triunfante del mediodía", en la ciudad de Tenochtilán. Su destino era ser sacrificados en honor de este gran dios solar de la guerra. En la cima del templo, la víctima era acostada en la superficie plana de una piedra. Cuatro sacerdotes sujetaban sus brazos y piernas, mientras que un quinto le abría el pecho con un cuchillo de pedernal, arrancándole el corazón para ofrecerlo al dios.”

Y, para no salir de Méjico pensando sólo en sangre de sacrificios, una curiosa anécdota final ocurrida a unos ciento veinte kilómetros de Tenochtitlán, al lado de Puebla existen una majestuosas ruinas que se conocen con el nombre de Cholula y que, por ser muy antiguas, los conquistadores españoles se encontraron allí con sólo un montículo de tierra sobre el que edificaron el santuario de Nuestra Señora de los Remedios, advocación de gran fervor popular hoy día en la zona. Pues bien, por azares del destino y algún que otro desprendimiento de tierras, a principios del siglo XX se descubrió que el tal montículo era una pirámide; y no una pirámide cualquiera, sino un conjunto de ellas construidas unas encima de otras que formaban la mayor pirámide del mundo descubierta hasta entonces. Con una base cuadrada de cuatrocientos metros de lado y una altura de sesenta y cinco metros,  es  toda  una curiosidad porque está llena de templos que se abandonaban y rellenaban de tierra y adobe para construir otros encima de los más antiguos, en un período de tiempo que abarca desde el 200 al 800 de nuestra Era y que, finalmente, como ya hemos dicho, fue rematada por un barroco templo cristiano.



Puebla. Pirámide de Cholula y Santuario de los Remedios.



Puebla. Cartel publicitario con la Pirámide de Cholula y el Santuario de los Remedios.
Al fondo, las fumarolas del volcán Popocatepetl.

Pero América no sólo mira al océano Atlántico, sino que al oeste está bañada por el Pacífico y si, de alguna manera influyó o se dejó influir por las civilizaciones atlánticas ¿por qué no pensar también en algún intercambio cultural a través del Pacífico? El propio Heyerdahl, ya citado cuando hablamos de las pirámides canarias, demostró que fue posible hacerlo con las embarcaciones de la época cuando realizó el viaje de la Kon-Tiki y sabemos que existía algún tipo de comercio de jade y de otras cosas entre ambas riberas del océano que se cortó bruscamente hacia el siglo III. No son demasiados indicios, ni mucho menos pruebas irrefutables pero, de nuevo, las pirámides o las construcciones piramidales acuden en nuestra ayuda para arrojar algo de luz.

Fijémonos, por ejemplo, en la pirámide de los nichos de Tajín, en Méjico y, sin prejuicios, comparémosla con la de igual nombre que existe en Angkor Thom, Camboya, en el sureste asiático y redescubierta en 1912. Sabiendo, como sabemos, que sus fechas de construcción son muy parecidas -hacia el siglo II después de Cristo- no podemos evitar asignarles un parentesco muy cercano.




Dos vistas de la Pirámide de nichos en Tajín, Méjico.




Dos vistas de la Pirámide de nichos en Angkor Thom, Camboya.


Para terminar con las relaciones de América a través del Pacífico me vuelvo a referir a Asia; esta vez viendo la pirámide, también camboyana, de Baskey-Changkrom, cerca de Angkor ¿Quién le niega el parecido con la del Templo IV de Tikal?



Pirámide de Baskey-Changkrom, Camboya.



Tikal, Méjico. Pirámide del Templo IV.

Estas similitudes a ambos lados del Pacífico nos servirán como introducción para la quinta y última entrega de esta serie.

sábado, 12 de julio de 2014

-PIRÁMIDES FUERA DE EGIPTO- (NO EGYPTIANS PYRAMIDS) (III)


AMÉRICA (I)

He dicho adrede América sin prefijo: no Centro ni Meso ni Sudamérica. Y lo he dicho adrede porque no me gusta pillarme los dedos afirmando cosas que el futuro pueda desmentirme y, si bien es cierto que al norte de Río Grande hay muy pocas probabilidades de encontrar huellas de una civilización antigua digna de tal nombre, nunca podemos descartar esa posibilidad aunque los conocimientos que poseamos hoy día nos lleven a pensar que, en el territorio que actualmente ocupan los Estados Unidos y Canadá, no llegó a desarrollarse más civilización urbana que la de los asentamientos fijos de los indios Pueblo, el avance de las investigaciones puede darnos alguna sorpresa algún día, como ya nos la han dado con el descubrimiento de pirámides en zonas de Argentina y Brasil que hasta hace muy poco tiempo se consideraban que sólo habían sido habitadas por salvajes que servían de esclavos de las civilizaciones superiores de más al oeste.


¿Una pirámide enterrada en Estados Unidos?

En un principio se achacó a los españoles la pérdida de gran parte del patrimonio arquitectónico de las civilizaciones americanas, pero este argumento sólo sirve para charlas trasnochadas de café tras una abundante ingesta alcohólica: Si bien es cierto que algunas de estas piedras venerables fueron usadas por los dominadores en sus nuevas construcciones, la depredación a gran escala vino con el uso de la dinamita que no fue descubierta y utilizada industrialmente hasta muchos años después de la independencia de aquellos países. La destrucción de muchas de las pirámides americanas y de otros monumentos de igual o mayor importancia para el estudioso fue obra de los propios habitantes de los países donde se cometieron esas tropelías, sin que España tuviera que ver nada más que el origen de los apellidos de estos indeseables individuos.

Sin embargo, a pesar del celo destructor de aquella gente, la riqueza patrimonial arquitectónica americana es tan inmensa que aun quedan en pie los restos más o menos conservados de cientos, quizás miles, de pirámides. Son tantas que es imposible echar un vistazo rápido a todas ellas y por lo que nos veremos obligados a sistematizar su estudio y a hablar de la generalidad, aunque nos detendremos en algún caso particularmente interesante.

Pero, para comprender mejor la fiebre constructora de pirámides que duró cientos de años en América, es necesario detenernos un momento para echar un vistazo rápido a la cronología de las muchas y diversas civilizaciones que las construyeron, aunque sea de una forma muy somera. Leyendas románticas aparte que dan a estos monumentos una antigüedad de muchos miles de años, los estudios actuales de datación han dado los frutos lógicos y, sorpresas aparte, los científicos serios ya se han puesto de acuerdo con las fechas en las que florecieron las grandes civilizaciones americanas, aunque aun haya mucho que hacer en lo tocante a las hipotéticas relaciones entre éstas y las del Viejo Mundo.

Cuando se estudian las grandes civilizaciones americanas, llama la atención un tema recurrente: todas dicen haber sido fundadas por un dios barbudo y de piel blanca que vino del este; algunas de ellas van más allá y hasta nos cuentan que llegó por mar en una nave con velas, que ellos describen como alas. A este dios blanco y barbudo se le dan diversos nombres, según las zonas, atribuyéndole a él haber sacado del salvajismo y la barbarie a los habitantes de aquellos imperios y cuando se profundiza más en el estudio, comienzan a aparecer coincidencias muy sospechosas, sobre todo al analizar los signos alfabéticos de la escritura maya, casi la única que sabemos poseedora de un verdadero alfabeto, que era muy similar por no decir prácticamente idéntico al lineal A cretense, aunque sus textos no hayan podido aun ser descifrados.



Comparación de los alfabetos maya y lineal A cretense.
(Tomado de la Leyenda de los dioses blancos. P. Honoré. Ed Destino, 1972)

A la vista del cuadro anterior, no tenemos más remedio que rendirnos a la evidencia de las asombrosas similitudes existentes entre los caracteres mayas y cretenses, que de ninguna manera pueden ser debidos al azar sino a una importación fortuita o motivada por otras circunstancias históricas. La escritura cretense mostrada aquí es la llamada Lineal A que, derivada de una primitiva escritura jeroglífica también cretense, tuvo su apogeo hacia el año 1650 a. C.; un poco antes de la aparición de la cultura de los olmecas en Mesoamérica que se data hacia el 1500 a. C., durando hasta más o menos el siglo segundo de nuestra Era. Si tenemos en cuenta que la cultura maya, igual que la mayoría de las culturas de la región, deriva directamente de la olmeca, no nos debe extrañar encontrarnos con un alfabeto lineal A cretense algo modificado y más barroco en su decoración, en una fecha tan tardía como la del año 320 después de Cristo.

Este inciso a costa de las escrituras de las civilizaciones precolombinas, viene a propósito en este estudio, porque si establecemos un lazo de unión entre las culturas mediterráneas antiguas y las civilizaciones americanas, no puede extrañarnos que las pirámides fueran también unas edificaciones normales en América. Esos legendarios dioses blancos civilizadores que llevan la escritura a aquellas tierras, bien pudieron haber llevado también sus gustos en la construcción de templos y monumentos, por lo que ya estamos en condiciones de empezar a hablar de pirámides en América.

Salvo la notable excepción de la pirámide del Sol de Teotihuacan en Méjico, las pirámides americanas son escalonadas, igual que las pequeñas pirámides canarias de las que ya hemos hablado, no de paredes lisas como las egipcias clásicas; y digo con toda intención egipcias clásicas porque también en Egipto existe alguna que otra excepción y, siendo como es el país de las pirámides por excelencia, las tiene también escalonadas, como la de Sakara. 


Antecedente: Pirámide escalonada de Sakara, Egipto

Durante mucho tiempo se mantuvo la errónea idea de que las pirámides americanas no eran monumentos funerarios, sino sólo templos o lugares de sacrificios, construidos de forma amazacotada, sin galerías ni cámaras interiores, pero en grandes pirámides semiderruídas por el tiempo y la dinamita de los depredadores humanos, precisamente por ese lamentable estado que presentan, ha sido menos difícil descubrir que, en sus entrañas, albergaban elementos idénticos a los que sabemos existen en las pirámides egipcias: en la ciudad de Tiahuanaco, a orillas del lago Titicaca en Perú, capital de la cultura del mismo nombre que derivó de la de Chavín y que tuvo su esplendor entre los años 1100 y 100 antes de Cristo, se hallan los restos de una gran pirámide llamada Akapana, cuya base es mayor que la de Keops aunque su altura no debió sobrepasar los veinticinco metros y hoy día apenas llega a los dieciséis por la erosión y las depredaciones. En esta pirámide el arqueólogo Tello, de origen indio, descubrió una galería subterránea que desembocaba en una cámara sepulcral, al estilo de la Gran Pirámide egipcia. Esta fue la primera que se descubrió y, aunque no dispongo de fotografías de la galería ni de la cámara para mostrárselas a ustedes, sí vamos a ver un esquema dibujado por el equipo del profesor Tello. Años después, con el descubrimiento del yacimiento principal de la cultura original de Chavín, también en Perú, se descubrieron también pirámides que aun en lamentable estado de conservación, conservaban sus galerías en perfecto estado y, después de éstas, han sido muchas más las pirámides americanas que han demostrado tener en su interior algo más que escombros y cascotes de relleno.



Comparación entre las galerías de la pirámide de Keops en Egipto (arriba) con la de Akapana de Tiahuanaco en Perú (abajo) en la que se ha marcado en rojo la galería y la cámara sepulcral. Como en un principio se pensó que la galería era un sistema de drenaje, la llamaron cloaca máxima.




Cámara sepulcral de la pirámide de Akapana de Tiahuanaco.
Obsérvese el pequeño orificio de arriba a la izquierda,
idéntico al de las cámaras de las pirámides egipcias
para el paso del alma del difunto.



Galería de la pirámide de Chavín de Huantar.

En la siguiente entrega continuaremos con las pirámides americanas.