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martes, 7 de febrero de 2017

- AL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DE ENDESA -


Me dirijo a ustedes; sí, a ustedes, bufones más que cebados, gentuza hedionda de la peor especie.

Desde hace más de diez años recibo con una regularidad periódica mensual, llamadas a mi teléfono fijo reclamándome una deuda con ustedes de un tal Andrés Nosecuantos de cuya existencia tengo noticia sólo por esas llamadas y que, en alguna de ellas, lo han fijado como residente en un lugar situado a cinco kilómetros de mi casa. La llamada la efectúa una operadora desde el teléfono 913 229 800; obviamente de un simulacro de centralita porque no me creo que una mafia de cuarto orden tenga tales adelantos. La pobre chica no se merece la respuesta contundente que les doy a ustedes y la trato con amabilidad indicándole su más que repetido error.

Al efecto no tengo más remedio que salir a pregonar otra más de su interminable lista de indignidades:

- 1.- Como ya he dicho no sé quién es ese señor ni maldita la falta que me hace.

- 2.- Ni el más necio se cree que esa llamada proceda de ENDESA. Por supuesto que se trata de un buitre que se dedica a intentar sacarles algo a sus millones de morosos. La pobre operadora no es más que el último eslabón de tan triste y sórdida cadena.

- 3.- Se necesita ser imbécil en estos tiempos que corren para no ubicar el paradero de quien sea en menos de media hora si se dispone de un ordenador con conexión a Internet.

- 4.- Mi nombre real figura bajo este mensaje; mi teléfono fijo está al alcance de cualquiera que lo mire en la red y no lo oculto. Este número pertenece a una ampliación de la central de Feria por el que sustituyeron mi primitivo número de la de San Fernando, ambas de Sevilla, siendo yo su primer y único titular desde que se inauguró dicha ampliación hace más de treinta años. Soy del gremio y sé de lo que hablo, por si tienen dudas.

Con todos estos datos creo que ya tienen bastante como para ordenar a su puto buitre de mierda de cuarta categoría que me deje en paz para siempre. En cuanto a los demás aspectos del asunto debo decir y digo que:

- 1.- Me indigna que no se molesten en averiguar el paradero de su moroso. No me atrevo a decir que quizá sea porque ustedes también proceden genéticamente de los que se fueron sin pagar tras ser engendrados.

- 2.- Me indigna que su mafiosillo contratista emplee criaturas desesperadas. No sólo se vende él mismo sino que también quiere vender el alma de quienes emplea personas en condiciones infrahumanas, dadas las horas de las llamadas.

- 3.- Me indigna que sea legal molestar a quien ni saben quién es ni dónde vive para reclamarle deudas inexistentes. Por supuesto que es legal, porque también me indigna que tengan ustedes en sus consejos de administración de iniquidades a personajes que, sin dar ni golpe, se encargan de hacer legales todas sus tropelías.

- 4.- Me indigna que el importe de mi recibo de la electricidad sea de un 69% de impuestos para financiar de todo menos cosas útiles para la sociedad.

Concluyo mi argumentación porque no los juzgo capaces de mantener su atención más allá de la que sería capaz un primitivo anélido. Sólo me queda recomendarles que, si quieren recuperar la condición de seres humanos que quizá tuvieran al nacer, se pongan a trabajar y no a tocarse los genitales por miles de euros la hora.

¡Ah! Y me precio de no tener más deudas que las que cualquier ser humano -he dicho humano y no hablo de ustedes- contrae al nacer con el Sumo Hacedor. Aparte, claro está, de las de amor y gratitud con los míos; aunque ese concepto esté demasiado alejado de sus almas de gusanos.


Atentamente,

José Antonio Utrera Bouzada.


sábado, 4 de febrero de 2017

- UN SONETO PARA DESENGRASARME DE HISTORIA -


Con la especial dedicatoria a quien ha hecho posible este texto con sus reflexiones.

¿Cómo quieres llegar si ni siquiera
empiezas el camino con un paso?
Si ya das por seguro tu fracaso
¿te quejas por pensar a la ligera?

Si no empiezas no acabas la carrera
y no culpes a nadie del retraso
por el tiempo que sientes tan escaso:
Ve, camina y encuentra la manera.

Si no eres no estás; si estás ausente
No observas y no ves: no sabrás nada
de lo que tan cercano está presente.

Si no enseñas, tu luz será apagada.
No podrás aprender aunque lo intente
la poca de razón que tienes dada.