Pide entrar el amor; abrid la puerta,
que no pase de largo y os olvide.
Nadie sabe qué es ni lo que pide;
nadie hablará de él a ciencia cierta.
Dejad que siga así, pues no está muerta
el alma en que el amor llegue y anide.
Que llegue y que se quede, pues no impide
vivir esa pasión que siempre acierta.
Quiere entrar el amor dando la vida;
no le importa ninguna circunstancia
ni se anuncia su hora de venida.
Dejadlo entrar; volved a vuestra infancia.
Que nadie por soñar es un suicida
y nadie por amar sufre ignorancia.
1 comentario:
De rodillas caigo, hermano mío...
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