No me voy a callar, aunque mis voces
quizá no sean oídas ni apreciadas
y sólo encuentre enfrente las miradas
de quienes siempre están pegando coces.
No me voy a asustar de las feroces,
tremendas amenazas vomitadas
por bocas, que en el odio cultivadas,
destilan sus venenos tan atroces.
Yo seguiré clamando en el desierto;
porque desierto es lo que he encontrado
y poco más he visto ser tan cierto.
Pero ese poco más se me ha otorgado
para saber que vivo; que no he muerto
ni mucho menos vivo silenciado.
1 comentario:
me ha gustado tanto que, con tu permiso, lo comparto con mis amigos en FB.
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