- SÁBADO
SANTO -
Sevilla
es barroca, no lo olvidemos. Y el arte barroco, entre otras cosas, se
caracteriza por la exaltación de hasta el más mínimo detalle y por
no darle ninguna oportunidad al vacío. Se puede decir que es una
representación teatral llevada al límite que fue creada y alentada
para ilustrar con toda su fuerza a las personas que, por cualquier
circunstancia, no tuvieran acceso a la lectura de los textos
sagrados. Por algo nos acusan de exagerados y creo que, a veces, con
toda la razón. Pero dejemos aquí esa procesión de procesiones que
es el Santo Entierro, en la que participan representaciones de todas
las demás hermandades de Sevilla más autoridades civiles, militares
y de fuerzas de seguridad en un vistoso cortejo muy del gusto nuestro
y para escándalo de extraños y que, para colmo, llevan sobre uno de
sus pasos a una imagen de la Muerte cabizbaja y sentada sobre el
mundo en actitud pensativa porque sabe que ha fracasado en su
aparente triunfo. Pero no nos olvidemos de nuestro objetivo
principal. Todos ustedes saben que no estoy aquí para exaltar la
belleza de los pasos de tal o cual Hermandad, sino para hablar de
nuestra Semana Santa y en ello sigo.
Pocos
se plantean qué significa esta aparente calma del Sábado Santo.
Parece como si Jesús se hubiera quedado en su tumba prestada y allí
descansa y nada más. Creo que no podemos estar más equivocados si
pensamos así. Ahora, si me lo permiten, dejo por un momento al
Evangelista que nos ha hecho de guía y tomo prestadas las palabras
que el Príncipe de los Apóstoles nos dejó en el capítulo tercero
de su primera Epístola. Dice así sobre este día:
“Pues
también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los
pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en
el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus
encarcelados”
Añadiendo
en el capítulo cuarto que:
“Por
eso hasta a los muertos se ha anunciado la Buena Nueva”
Van
cobrando sentido las palabras del Credo de Nicea en las que se nos
dice que, tras su muerte, Jesús descendió a los infiernos. No
sabemos si en el sentido que ahora le damos a la palabra maldita o en
el que tenía cuando ese Concilio de Nicea que sólo se refería al
“ínferos” o zonas inferiores pero, en cualquier
caso, de esas frases se deduce que el Maestro no se quedó
descansando tranquilo hasta la hora de su Resurrección.
…...............................
El
triunfo del enemigo en derrota se ha tornado: ha muerto el Hijo del
Hombre por insidias del Malvado. Mas esa muerte se ha vuelto en
victoria que ha logrado un Hombre-Dios que su carne ha dado por los
pecados de una humanidad caída; del Hombre ya desahuciado.
En
el Reino de la Muerte, el Hombre-Dios se ha encontrado. Viene también
como un Muerto, pero un Muerto señalado para sacar a los muertos de
la muerte del pasado. El Enemigo se aterra con su poder fracasado:
Caído en su propia trampa, la muerte lo ha derrotado. La muerte del
Hombre-Dios, que siendo Dios es Humano.
Vencido
su poderío, adora al Recién Llegado. Hace poco pretendía por su
Dios ser adorado, cuando en figura de hombre el Hombre-Dios fue
tentado para que, sin sufrimientos, fuera por siempre alabado como
Rey de un pobre Mundo; pero no un Mundo salvado, sino esclavo de
poderes que de Dios fueran extraños.
Hace
tiempo el Enemigo, cuando el hombre fue creado, cegado por la
soberbia, contra Dios se ha rebelado negándose a respetar lo que
Dios hubo creado, que a los ángeles iguala y del polvo ha levantado.
Un Príncipe, como era, tiene que ser respetado y será Dios el
primero en respetar lo pactado. El mundo quedó en sus manos y se
sintió abandonado aquel hombre desvalido que su Dios había
expulsado de una tierra de delicias, condenándolo al trabajo y a
sufrir las intemperies y a comenzar desde abajo. El Enemigo,
contento: Sangre y sudor sin descanso atenazaban al hombre, aquel
hombre tan odiado por ser obra de aquel Dios donde se ve reflejado.
Pero Dios, al expulsarlo, promete a aquel desgraciado que algún día
la serpiente que lo había traicionado se quedará sin poder por obra
de un Ser Humano.
Para
Dios nada es el Tiempo, ya que es obra de sus manos. Infinitas
recaídas dan razón al Adversario quien, como dueño del mundo,
siembra traiciones y engaños a sabiendas que algún día su poder
habrá acabado. Mientras tanto, se gloría en humillar al humano:
Muerte, destrucción y miedo, sangre, lágrimas: esclavos. Así cobra
su tributo quien a Dios ha traicionado vengándose en la figura que
el propio Dios ha formado para ser su semejanza y que él tiene
esclavizado. Cree ser dios y demuestra que su poder es malvado
aplastando a la semblanza de su Dios que ve lejano.
Mas
recibe la visita de un pobre Crucificado que demuestra ser quien Es
sin dejar de ser Humano. Siente el poder de su Dios y se arrodilla a
adorarlo ¿Qué más le puede ofrecer? ¡No ha podido sobornarlo!
¿Qué puede ofrecer ahora al Dios que lo ha derrotado? Tiemblan las
puertas cerradas ante aquel Recién Llegado quien pasea por su reino
como Señor que ha ganado una guerra muy antigua, sin dejar de ser
Humano. ¿Qué puede ofrecerle a un Hombre que no viene encadenado?
Vencido por su Poder, el Enemigo humillado tiene que reconocer que
aquel Hombre tan odiado es muy superior a él y como Dios se ha
mostrado. Y como Dios ha venido sin dejar de ser Humano para ser
reconocido y para ser adorado.
1 comentario:
Me encanta.
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