- DOMINGO DE RAMOS -
Sevilla, Semana Santa. No voy a decir lo que se conmemora sino cómo
se conmemora y cómo se siente a nivel popular. Aunque haya sus
prolegómenos por ese afán tan sevillano de celebrar un culto
público a nuestras imágenes sagradas de las que, con justicia,
estamos todos tan orgullosos; la verdad es que la conmemoración
arranca el Domingo de Ramos, fecha en la que celebramos la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de una burra prestada a la
que seguía paciente su burrito recién venido al mundo.
….............
El Rey de reyes se ha manifestado. Exhibe su humildad como Grandeza
a lomos de una burra en tal llaneza que hasta el burrito sigue
confiado.
No cruza arcos triunfales aclamado por gestas ni conquistas ni
fiereza; cruza exhibiendo sólo la nobleza de ser el Prometido y
Esperado.
Apenas unos días le separan entre la aclamación y la condena. Los
mismos que el domingo lo aclamaran ya tienen preparada la cadena para
apresar a Aquel que ayer amaran y reclamar su muerte como pena.
…....................................
Domingo de Ramos. Palmas y ramas de olivos celebrando la entrada del
Hijo de Dios en Jerusalén. Mantos extendidos sobre el suelo para que
la pollina no pise el polvo y pueda alcanzar al Elegido. Entusiasmo
general y aclamación unánime para nombrarlo Rey. Pero el Mesías no
tiene destinado un reino en la tierra porque ya tiene uno donde no
puede ser atacado por nadie. Al contrario; con su venida es Él quien
ataca a quien, desde la caída del ser humano, fue su responsable. No
lo ataca con la espada ni con terribles ejércitos bien pertrechados.
Lo ataca con su sola presencia y su ejemplo; lo ataca con tres años
de predicación incansable; con ayunos y oraciones; con milagros que
el orden natural conocido no puede explicar sin la intervención
divina. Tiene un plan trazado desde antes de su venida al mundo y ese
plan ha de cumplirse hasta la última letra.
Domingo
de Ramos. Palmas y ramas de olivos. Discípulos exultantes en la
errada creencia de compartir la gloria de un trono terrenal. Alguno
ya se veía de ministro pisoteando los derechos, las vidas y las
haciendas de su prójimo ¡Qué lejos estaban aun de comprender!
Faltaba poco, muy poco, para que se dieran cuenta de su error y
vieran la luz del verdadero camino. Entre ellos había gente
cultivada: Pedro no era precisamente de familia de ignorantes como lo
demuestra que tenía un hermano llamado Andrés, cuyo nombre nos
indica que la influencia de la cultura griega no era ajena a su
familia de empresarios pesqueros, nada de pobres pescadores como se
ha dicho sino de propietarios de barcas y gestores de un negocio nada
despreciable. Mateo era un funcionario contable y de vasta cultura.
El nombre de Felipe también delata una procedencia familiar culta ¿Y
qué decir del joven Juan? No podemos dudar de su ilustración al
leer sus escritos porque es el más elegante de todos los apóstoles.
En definitiva: que no podemos tachar a los discípulos más cercanos
a Jesús como una banda de pobres desharrapados sino de personas
seleccionadas cuidadosamente quienes, sin ser ricas, tampoco padecían
los estigmas de la pobreza y la falta de instrucción. Pero no
estamos aquí para hablar de Historia, sino de la Semana Santa de
Sevilla.
Empieza la Fiesta y no estoy blasfemando. La Palabra de Dios se
muestra ante los hombres tal cual es y Sevilla lo sabe; como también
sabe cómo acabará la semana y de ahí el festejo anticipado. Nada
de sangre, nada de tormentos; sólo alegría de la Redención. Esos
niños que van en el cortejo de la Borriquita, algunos tan pequeños
que llevan levantado su antifaz para respirar en libertad, están
aprendiendo en el corto recorrido de su hermandad que su Dios es suyo
y es el único Dios. El Dios que se encarna y se hace uno más de
nosotros para mostrarnos y abrirnos el camino que la ceguera humana
creyó ver cerrado y el enemigo creyó también que así se
abandonaría toda esperanza. Nada más lejos que esa Esperanza que
vive por siempre en el corazón de Sevilla.
Se
acaba el Domingo de Ramos. Quienes dicen no comprender nada se van a
completar su borrachera. Los extranjeros asisten como quien va a un
gran parque temático y sacan sus conclusiones sin comprender nada;
hartos de mirar sin ver, como diría don Antonio Machado. Ellos se lo
pierden porque,
….......................
Ven sólo el exterior: decoraciones del tiempo de un Barroco ya
extinguido; de ahí tanto interés, ya que han venido en busca de
estas viejas tradiciones.
No ven el interior: los corazones de tantos que su vida han ofrecido
por la Verdad que en esto han entendido aunque no puedan ver otras
razones.
Muy pocos ven, pero eso es suficiente porque Sevilla es siempre
generosa dando lo que se espera de su gente. Y los pocos que ven, ven
“esa cosa” que hace de Sevilla diferente, insigne e inmortal:
maravillosa.
1 comentario:
Olé.
Viva Sevilla
y Viva España.
Publicar un comentario