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domingo, 14 de septiembre de 2014

ALGO SOBRE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ



Al igual que en otras entradas de este blog, soy consciente que este artículo va a levantar ronchas, pero mi deber es predicar la verdad y a ello me dedico y me dedicaré hasta que Dios disponga. Así que hoy les toca repaso a los Testigos de Jehová.


- ANTECEDENTES -

Para hablar de los Testigos de Jehová deberé hablar primero de otro movimiento religioso que surge hacia 1816, de la mano de un granjero de Pennsilvania llamado William Miller y del que, a su vez, surgiría el fundador del movimiento que nos ocupa. Miller se dedica a estudiar la Biblia, aunque sin método ni maestros, obsesionado por conseguir averiguar el momento de la segunda venida de Cristo a la Tierra y llegando a la curiosa conclusión de que tal hecho se produciría en 1843. Logra reunir sin dificultad a un grupo de seguidores y funda la que aun hoy día se conoce como Iglesia Adventista. El propio Miller sobrevive a la fecha de su profecía porque fallece en 1849, no sin antes dejar establecido que el alma humana no es inmortal, por lo que es inútil rezar por los difuntos quienes ya sólo esperan su resurrección o su aniquilación definitiva porque, según el fundador, tampoco debemos esperar infiernos ni purgatorios.

En el seno de los Adventistas nace en 1852 en Pittsburgh, Pennsilvania, Charles Taze Russel, personaje que podía tener, además, alguna relación con la masonería, dada la naturaleza de los símbolos que utilizaba y de los edificios que le servían de referencia. Sus padres eran presbiterianos pero él, obsesionado por el fin del mundo, se hace adventista y se dedica a estudiar la Biblia casi como única ocupación, conociendo los escritos de William Miller, que se referían a la segunda venida de Cristo y en los que el propio Miller, como ya hemos visto, había llegado a la conclusión que Cristo volvería a la tierra el año 1843.


Retrato de Charles Taze Russel, fundador de los Testigos de Jehová.


- NACIMIENTO Y DESARROLLO -

Eran tiempos propicios para que aprovechados y visionarios hicieran su agosto en una América aun bastante salvaje y Russel, impresionado por el ambiente social de espera de la inminente segunda venida de Cristo, decide aprovechar la situación y fundar una nueva iglesia. Hasta aquí, todo muy normal en una nación en la que los nuevos cultos y desviaciones del luteranismo, aparecían –y aparecen– a cientos. También los padres de Russel eran propietarios de una tienda de ropa de caballero que les permitía vivir con un cierto desahogo, aunque con mucho trabajo. En ella, su hijo se hizo un experto en márketing y llegó a dominar las técnicas de venta a domicilio que, aun hoy día, los métodos de venta directa de la sociedad religiosa que fundó, son objeto de estudio y análisis por casi todas las empresas del sector que reconocen la maestría indiscutible de Russel.

Al igual que muchos americanos de la época, Russel también padecía el sentimiento de inferioridad ante la abrumadora superioridad de Europa en materia de pensamiento y decidió que, si otros pensadores se habían planteado la fecha de la Parusía ¿por qué no iba él a hacer lo mismo? Con tal fin emprende sus estudios y basándose en la idea masónica de las medidas de la Pirámide de Keops, sin haberla visitado nunca, llega a la conclusión que Cristo había venido espiritualmente a la tierra en 1874 y que, cuarenta años después, volvería físicamente en 1914, para establecer un reinado de mil años en la tierra en el que desaparecerían todas las iglesias y, especialmente la Católica; así como las escuelas, los bancos y los gobiernos. Durante estos cuarenta años, Russel sería el encargado de reunir el rebaño de fieles que serían los amos del mundo en ese reinado milenario. Con el fin de preparar esta venida, en 1879 funda la revista “Atalaya y Heraldo de la Presencia de Cristo” y para su comercialización y distribución domiciliaria; al año siguiente funda la sociedad “Watchtower Bible and Tract Society” empresa que se dedicaría en lo sucesivo a la comercialización y venta de todos los libros y escritos que salieran de las manos de Russel y sus seguidores.

La revista tiene tal éxito que sus ventas se disparan, los discípulos de la nueva religión, aun sin nombre, crecen sin cesar y Russel logra montar una gran imprenta propia para reducir costes y aumentar los beneficios de la nueva sociedad, con los que comienza a adquirir muchas y grandes propiedades. Por fin llegó y pasó el año esperado y lo único que trajo a la humanidad fue la desgracia de la Primera Guerra Mundial con toda su secuela de horrores. El fracaso de la profecía es de tal calibre que el propio Russel, para no quedar tan mal declara que, efectivamente, tal venida se había producido, pero no de manera visible; en ella Cristo se había dedicado a luchar contra Satanás y lo había arrojado a otro lugar, desde donde continuaba dedicándose a hacer sus maldades. A pesar de ello, Russel se dedica a estudiar y a reelaborar sus cálculos para averiguar la fecha exacta de la Parusía, para lo que no tiene el menor reparo en mandar amañar los planos de la Gran Pirámide rectificando las medidas que aparecían en la justificación de su primer estudio profético e inventando unas nuevas que se ajustaran más a sus nuevos caprichos. No sabemos si los resultados de tan curiosos estudios arrojaron alguna conclusión, aunque sospechamos que así fue porque, tras su muerte, acaecida en 1916 cuando viajaba desde Los Ángeles hasta su cuartel general de Brooklyn, su sucesor en la presidencia de la sociedad, Joseph Franklin Rutherford, anunció que tendría lugar en 1918.



El "juez" Rutherford, sucesor de Russel. Obsérvese su pulcro afeitado.


Este sucesor tampoco carecía de imaginación. Conocido entre sus contemporáneos como el juez Rutherford(1), tampoco aceptó el fracaso de su profecía y, para justificarse, dijo que sólo había hablado del templo espiritual de los ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, al que Cristo había venido para purificarlo. Diversificó la oferta de la sociedad editorial con la fundación de la revista “Golden Age” en 1919, a la que cambiaría el nombre por el de Consolación en 1937 y Despertar en 1946. A partir de 1922 y aprovechando las entonces nuevas tecnologías, se dedicó a lanzar una campaña radiofónica feroz contra la Iglesia Católica, acusándola de ser la causante de todos los males del mundo y comparándola con la Gran Ramera del Apocalipsis. En esas charlas en la radio predica que la religión fue inventada por el diablo, aunque apela a la libertad religiosa para difundir la suya; se mofa de la infalibilidad del Papa, aunque reclama para sí mismo una sumisión abyecta y absoluta; proclama que los Testigos de Jehová no son servidores de ninguna organización terrestre, pero somete a sus miembros al rígido control de su Sociedad. Finalmente, condena a lo que él llama religiones organizadas, pero él mismo emplea sus métodos.

El "juez" Rutherford tampoco se quedó atrás en lo relativo a las profecías, ya que anunció para 1925 la vuelta a la tierra de los antiguos patriarcas del Antiguo Testamento para gozar de la nueva era que se iniciaría aquel mismo año; con ese pretexto esquilmó aun más los bolsillos de sus seguidores y construyó un espléndido palacio para estos patriarcas en San Diego, California. Ni que decir tiene que, una vez comprobado que estos personajes no se presentaron, el propio Rutherford tomó posesión del edificio en 1930, donde permaneció viviendo en medio de un lujo asiático hasta su muerte acaecida en 1942. La casa fue vendida después para evitar suspicacias.

En el orden interno, la labor de Rutherford fue, principalmente, la de hacer olvidar a sus fieles la figura de Russel, tomando medidas tan peregrinas como la de afeitarse la barba tan sólo porque el fundador la llevó hasta su muerte; aun en nuestros días, los hombres con barba están mal vistos en la sociedad y son excluidos de cualquier cargo en la misma y, para colmo, son numerosas las representaciones de Jesús luciendo un perfecto afeitado. Hasta su mandato, como ya hemos dicho, el conjunto de sus seguidores no tenían un nombre definido y se llamaban a sí mismos “estudiantes de la Biblia” o “russelitas”, pero Rutherford les impuso el nombre de Testigos de Jehová en 1931. Este nombre perpetúa el error filológico de la transcripción  a caracteres latinos del nombre bíblico de Dios que los últimos estudios señalan debía ser el de Yavé y no el de Jehová, como se creía durante los tiempos del mandato del juez. A Rutherford le sucedió en el cargo Nathan Homer Knorr quien dio a los testigos de Jehová la organización actual y fundó una especie de seminario para la preparación de misioneros y la Escuela Bíblica Gilead donde, por supuesto, la única traducción de la Biblia que se estudia es la que los fundadores del movimiento alteraron con todo el esmero posible para adaptarla a sus convicciones.



Imagen de la Crucifixión según la Atalaya al gusto de Rutherford. Jesús y Dimas, el buen ladrón, aparecen sin barba mientras que Gestas, a la izquierda de Jesús, sí la lleva.


Merece la pena detenernos algo en la doctrina de tan original movimiento religioso que algunos llaman secta, aunque yo no estoy de acuerdo con este calificativo, ya esta palabra indicaría corte o desgajamiento de un tronco principal, mientras que los Testigos de Jehová sostienen unas creencias tan alejadas del cristianismo original que, en vez de un desgajamiento, más bien parecen ser de una religión completamente nueva que sólo toma de las clásicas los nombres de sus personajes. De vez en cuando nos enteramos por la prensa de algún caso en el que algún Testigo de Jehová se niega a autorizar una transfusión sanguínea para sí mismo o para alguno de sus hijos menores de edad, poniendo en grave peligro su vida e, incluso, condenándolo a morir de manera irremisible. Podría parecernos que tal actitud, por su radicalidad, provendría de los mismos orígenes del movimiento; sin embargo sabemos por la Historia que, aunque los primeros ensayos de transfusiones sanguíneas datan del siglo XVII, de la mano del médico francés Jean Baptiste Denys, no se empiezan a practicar de manera masiva hasta la Primera Guerra Mundial y el primer banco de sangre se crea en Londres en 1921. En realidad, la prohibición de las transfusiones entre los Testigos data de una fecha tan tardía como la del 1 de Julio de 1945, aun en vida de Knorr, basándose en la prohibición bíblica de comer sangre.

No fue ésta la única prohibición sanitaria que tuvieron y tienen que sufrir sus miembros. Las vacunaciones estuvieron proscritas desde 1931 hasta 1952, durante veintiún años, y los trasplantes de órganos por trece, desde 1967 hasta 1980. Merece la pena transcribir un párrafo de la página 17 de la revista La Edad de Oro de Octubre de 1931, todo un ejemplo de modernidad y de preocupación por la salud de su gente:

"La vacunación nunca previno nada y nunca lo hará, y es la máxima práctica bárbara. Estamos en los últimos días; y el diablo pierde lentamente su asidero, haciendo un esfuerzo arduo para hacer mientras tanto todo el daño que él pueda, y poner en su crédito tales males que pueda hacer...  Usen sus derechos como ciudadanos americanos para abolir para siempre la práctica diabólica de la vacunación."

Sería divertido, si no fuera por las trágicas consecuencias que acarrea, agregar algo más al tema de las transfusiones. En la actualidad, como todo el mundo sabe, no siempre se recurre a la transfusión directa de sangre, ya que casi siempre se recurre a los hemoderivados. Pues bien, ante el revuelo y escándalo social que causan estas negativas, tras larguísimas deliberaciones y controversias teológicas, los Testigos admiten algunos de esos hemoderivados para transfusiones, pero no todos, rechazando los celulares en general como los concentrados de hematíes, leucocitos y plaquetas y aceptando los puramente químicos, como el plasma sanguíneo. También tienen prohibidas las autotransfusiones; es decir, que no puede recogerse la sangre de un paciente extraída antes o durante una intervención quirúrgica para volver a inyectársela.

Los Testigos de Jehová son monoteístas, pero de un corte bastante material ya que afirman que Dios habita en un lugar físico situado en la constelación de las Pléyades. Niegan la divinidad de Cristo,de quien dicen que no fue más que un profeta o, a lo sumo, el Arcángel Miguel encarnado. Por supuesto niegan tanto la virginidad de María como su inmaculada concepción; abominan de las imágenes religiosas, aunque sus libros y panfletos están llenos de ilustraciones en las que no faltan representaciones de santos, del propio Jesús –muchas veces sin barba– del mismísimo Padre Eterno y de personajes en feliz beatitud celestial rodeados de nubes. Por huir del símbolo de la cruz representan muchas veces a Jesús atado a un solo madero vertical y predicando que eso de la crucifixión fue mentira.


- UNA CONCLUSIÓN BASTANTE SINIESTRA -

La inmensa mayoría de las religiones que conocemos pretenden llevar a sus adeptos al Paraíso pero ¿A qué paraíso quieren llevar las almas de sus adeptos los dirigentes de esta, llamémosle, religión? Las intenciones de estos dirigentes no se ocultan del todo y utilizan lo que se conoce como publicidad subliminal; es decir, la exposición más o menos directa de imágenes que, ocultas al ojo profano, son perfectamente visibles para sus iniciados pero que también se incrustan en el inconsciente de cualquier espectador. Así, tanto la revista Atalaya como sus numerosos libros están plagados de ilustraciones aparentemente inocuas que, una vez analizadas, pasan con amplitud los límites de lo obscenamente siniestro. Al principio, en los tiempos de Russel, se tendía a representaciones de símbolos masónicos, como eran el ojo alado de Horus y las pirámides; pero con el tiempo y los avances de las técnicas publicitarias, esta tendencia ha ido cambiando hasta llegar a las ilustraciones actuales que, gracias a la generosidad de Elmer, autor del blog:

http://encriptado-elmer.blogspot.com.es/2009/11/imagenes-subliminales-en-las.html

quien invita a compartir y divulgar sus conocimientos de manera gratuita, podemos ver docenas de ejemplos de la clase de "paraíso" que les espera a los adeptos de esta religión por llamarle de alguna forma. Aquí, gracias de nuevo a la cortesía de Elmer, pondré un par de ejemplos para hacernos una idea; el resto de las espantosas imágenes los podrá ver el lector curioso en su lugar original del que ya he dado el enlace.


Obsérvese el tercer personaje desde la izquierda. Empuña una maza que quiere parecer un cetro mientras, subrepticiamente, una mano en forma de garra sale desde su costado izquierdo para ayudar a sujetar el mango. La mano derecha del cuarto personaje (el central) es todo menos una mano. Y no es un error del pintor, sino la representación de una tenaza.





Aparentemente, esta imagen sólo refleja un fallo de anatomía en la representación de las costillas ¿verdad? Pues miren la siguiente duplicando esas costillas con su imagen en un espejo.




















Para remate de pintura blasfema, echen un vistazo al torso de Jesús, según la Atalaya:



Antes de acabar, sólo decir que los Testigos de Jehová, en general, tienen prohibido el acceso a Internet y que los pocos que tienen permiso para acceder son los que están debidamente iniciados en estos secretos que ahora publico y que, por tanto, son los más peligrosa y directamente satánicos.

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(1) El título de juez se lo dio él mismo.







1 comentario:

Anónimo dijo...

Acohonada me he queda'o Jose.