Visitas
sábado, 4 de febrero de 2017
- UN SONETO PARA DESENGRASARME DE HISTORIA -
Con la especial dedicatoria a quien ha hecho posible este texto con sus reflexiones.
¿Cómo quieres llegar si ni siquiera
empiezas el camino con un paso?
Si ya das por seguro tu fracaso
¿te quejas por pensar a la ligera?
Si no empiezas no acabas la carrera
y no culpes a nadie del retraso
por el tiempo que sientes tan escaso:
Ve, camina y encuentra la manera.
Si no eres no estás; si estás ausente
No observas y no ves: no sabrás nada
de lo que tan cercano está presente.
Si no enseñas, tu luz será apagada.
No podrás aprender aunque lo intente
la poca de razón que tienes dada.
domingo, 18 de diciembre de 2016
- JAÉN. RENACIMIENTO EN EL OLIVAR (III) -
- IV.- 27 DE NOVIEMBRE
-
Último
día del viaje y nada mejor para despedirnos de aquellas tierras que
un paseo por la ciudad de Úbeda para que su vista nos haga el efecto
de estar siempre deseando volver. Dos lugares tan cercanos como Baeza
y Úbeda, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad y ambos con un
número similar de más de quinientos monumentos catalogados en cada
una de ellas, reúnen entre las dos muchas más obras de arte que la
gran mayoría de ciudades de mayor peso demográfico. Pero el viajero
advierte una clara diferencia entre ambas. En efecto: la
anteriormente descrita Baeza tiene un casco histórico más reducido,
lo que obliga a que su cúmulo de edificios notables estén muy
juntos; pero en Úbeda las cosas son diferentes porque al ser su
recinto amurallado bastante mayor que el de su vecina permitió que
su desarrollo urbano dispusiera de espacios para que la vista se
pueda recrear en sus maravillas sin tanto agobio.
Úbeda. Patio del Hospital de Santiago. |
Por
aquellos tiempos del siglo XVI se fue haciendo costumbre que las
grandes familias castellanas destinaran grandes sumas de dinero a la
construcción de hospitales para atender a enfermos sin recursos. Y
así, tomando como modelo al Hospital Mayor de Milán, se comienzan
obras monumentales con esos fines caritativos. En Sevilla, hacia
1535, comienzan las obras del imponente Hospital de Las Cinco Llagas,
hoy sede del Parlamento de Andalucía, bajo proyecto y dirección de
Martín Gaínza con el patrocinio de don Fadrique Enríquez de
Ribera1
por mandato testamentario de su madre doña Catalina de Ribera.
Úbeda. Bóveda de la escalera principal del Hospital de Santiago. |
Pues
bien; pocos años después de iniciarse las obras del actual edificio
de Sevilla, en 1562 Andrés de Vandelvira recoge la idea del modelo
milanés proyectando y ejecutando para Úbeda lo que conocemos como
Hospital de Santiago, hoy dedicado a centro de exposiciones y
congresos, biblioteca y usos culturales. Y, como siempre, Vandelvira
no nos defrauda. Al contrario que el hospital sevillano, su
construcción fue muy rápida para la época, ya que en el frontal de
la escalera principal figura como terminado en 1575, lo que permitió
la unidad en su estilo manierista que lo caracteriza, sin añadidos
de otra clase. La obra fue posible gracias a don Diego de los Cobos,
Obispo de Jaén, quien quiso destinarlo a hospital para pobres, así
como a iglesia que incluía su propio panteón.
Por desgracia para nosotros, la visita fue necesariamente muy rápida
porque nos esperaban muchas más cosas que ver. Aun así, tras el
gran arco de acceso y tras cruzar el patio principal con columnas de
mármol de Carrara, pudimos contemplar la monumental escalera
decorada con frescos de la misma época de su construcción
realizados por los mismos autores que decoraron el retablo mayor de
la iglesia y que fue destruido durante la Guerra Civil, como tantas
obras de arte. Apenas pudimos ver al paso la gran reja de forja, de
tres hojas, que da acceso a la iglesia y que también su diseño fue
de la mano del propio Vandelvira2.
Úbeda. Clave del dintel de la puerta oeste de la Iglesia de San Lorenzo. |
Salimos
a buscar otras maravillas y la lluvia nos dio una pequeña tregua.
Bordeamos la antigua muralla deteniéndonos a contemplar algunas de
las curiosidades de su trazado y la puerta llamada del reloj, ante la
que es tradición que Carlos V juró respetar los fueros de la ciudad
antes de visitarla. Rodeando esta muralla llegamos a la Iglesia de
San Lorenzo cuyo interior, completamente destruido durante la Guerra
Civil, sirvió de refugio posteriormente a familias sin recursos
hasta que se pudo pensar en restaurarla. Y, efectivamente, en su
puerta hay un llamativo cartel anunciando: “Abierto por obras” lo
cual es un buen reclamo para que el viajero pague gustosamente un
euro para visitarla.
La
Iglesia de San Lorenzo es un buen ejemplar renacentista erigido sobre
una primitiva iglesia del siglo XIII y quizá, como muchos otros
templos, sobre los restos de una mezquita que, a su vez, fue templo
visigodo, antes romano y así perdiéndose en los tiempos su origen
pero conservando siempre su objetivo de ser un lugar dedicado al
culto. Su costado sur o lado de la Epístola3,
se apoya directamente en la muralla de la ciudad. La portada
primitiva luce un dintel perfectamente ajustado de una traza
correspondiente a mediados o finales del XVI, cuya clave tiene
grabada la parrilla símbolo del Santo y debajo una inscripción
gótica ilegible de la que única palabra que descifro es la última
de “mayordomo” Quizá la firma del administrador o arquitecto de las obras de
nombre ilegible que figura más arriba.
Resulta
interesante resaltar del interior la pequeña profundidad de las
capillas laterales, lo que casi le da un aire de iglesia conventual,
más los añadidos decorativos incorporados con el tiempo, la mayor
parte de yesería muy deteriorada pero que conserva los típicos
casetones almohadillados en el arco toral y los arcos de las
capillas. El techo, salvo las pequeñas bóvedas del ábside y las
capillas, es de un alfarje muy modesto; no sé si original o producto
de alguna obra de reparación urgente tras la destrucción e incendio
de 1936 que acabó con todas las obras de arte de la iglesia. Como
era de esperar, bajo el suelo había cientos de enterramientos con
alguno de los esqueletos aun engastados en los cimientos. Completa el
conjunto un coro alto elemental, reconstruido en los últimos años.
Nos despedimos de allí deseándoles suerte en las obras de
restauración de este bello ejemplar, aunque me temo que la espadaña
deberá ser demolida por el aspecto ruinoso que presentaba.
Seguimos
rodeando la muralla hasta llegar a la antigua puerta de Granada. Ante
el muro, un gran pilón con una fuente que supongo serviría como
abrevadero de ganado. Y no resisto a contar una anécdota divertida
relacionada con el nombre popular con el que se conoce. Se cuenta
que, al poco de inaugurarse la Universidad de la vecina Baeza, dos
estudiantes se fueron de juerga a Úbeda y bebieron hasta caerse
dormidos. Al amanecer, la resaca hacía sus efectos y se fueron al
pilón a beber y refrescarse. Uno de ellos era alto y el otro bajito.
El alto bebió y se lavó la cara sin problemas, pero el corto de
talla trataba de alcanzar el borde con mucho esfuerzo y, como eran
estudiantes de la época, su idioma era el latín. El bajito le dijo
al alto:
-
Non posso
(No puedo) - A lo que su compañero le contestó animándole:
-
Si potes, si potes (Sí puedes, sí puedes)
En
esto, el iletrado tabernero que los oyó, exclamó con aire de suficiencia:
-
¡Cipotes! ¡De Baeza tenían que ser!
Al
lugar se le quedó para los restos el nombre de Fuente del Cipote.
Pero
había que seguir que el tiempo apremiaba. Entramos de nuevo
intramuros del casco urbano e hicimos un pequeño descanso para el
café. El sol se había asomado y muchos estábamos hechos polvo.
Apenas media hora pero fue suficiente porque Úbeda es un filón
inagotable de maravillas y apenas habíamos empezado.
Úbeda. Una preciosa pieza del Museo Arqueológico. |
Poco
tiempo nos quedaba de visita y apenas si habíamos empezado. Nos
dirigimos a una de las plazas más bellas que recuerdo haber visto en
mi vida: la
plaza Vázquez de Molina donde se encuentra el
Ayuntamiento y donde existe una concentración de monumentos más que
sobresalientes. El propio edificio del municipio es ya una preciosa
muestra del
![]() |
Palacio de las Cadenas. Ayuntamiento de Úbeda. |
más puro Renacimiento que si no fuera porque ya
conocíamos el lugar sería una sorpresa encontrarse con un edificio
totalmente italiano en el corazón de Andalucía. Llamado en su día
Palacio de las Cadenas fue mandado construir para residencia
particular por Juan López de Molina, secretario de Felipe II y
sobrino de Francisco de los Cobos y Molina, de quien ya nos
ocuparemos. Proyectado por el omnipresente Andrés de Vandelvira nos
traslada al corazón de Florencia con ese gran palacio romano de tres
plantas y una distribución también romana, con su patio central de
columnas de mármol y piedra dorada. Fue edificado entre 1546 y 1565
y, al fallecer su propietario sin descendencia, fue reformado para
adaptarlo a convento. Con la desamortización de 1873 fue destinado
al uso que tiene ahora.
Las
tres plantas tienen diferentes alturas, de mayor a menor, para lograr
un mejor efecto visual desde el exterior. Falsas pilastras dividen la
fachada en siete calles y, debido a la rapidez de su construcción
consigue una gran uniformidad en su estilo típico de la fecha. Como
es habitual en Vandelvira, las siete calles poseen otros tantos
balcones alineados al eje de las ventanas y la puerta de acceso de la
planta baja. En la segunda planta, los ojos de buey sustituyen a los
balcones y ventanas de las plantas inferiores, soportando la cornisa
cariátides y atlantes. A un lado de la fachada, una placa de bronce
nos recuerda que Úbeda es Patrimonio de la Humanidad desde el 3 de
Julio de 2003, junto con su vecina Baeza por la cantidad de edificios
monumentales y su buen estado de conservación.
Úbeda. Capilla del Salvador. |
Pero,
ante este espléndido edificio, la vista se nos desvía
irresistiblemente a la derecha en dirección a la antigua muralla,
hoy casi derruida, que cierra la plaza. Y es que allí se encuentra
una joya de mayor valor aun en la que Andrés de Vandelvira mostró
su valía al sustituir como arquitecto al indiscutible Diego de Siloé
al haber dejado plantada la obra este último para irse a realizar la
Capilla Real de Granada. Se trata de la Capilla del Salvador,
concebida y construida como panteón funerario del ya citado
Francisco de los Cobos.
Merece
la pena detenernos un poco en esta figura histórica, ya que fue un
hombre de una tremenda honradez a pesar del delicado cargo de
tesorero de Carlos V que ostentaba. El Emperador, sabedor de esa
cualidad tan extraña en un cargo así, se fiaba totalmente de su
administración y sus consejos y llegó a premiarle con el uno por
ciento de todo el oro que viniera de Indias, con lo que la honradez
del probo funcionario lo convirtió en inmensamente rico; honradez
que inculcó a sus descendientes, quienes también ocuparon cargos de
relevancia con Felipe II. A pesar de sus servicios y de la
insistencia de Carlos, el buen don Francisco nunca quiso ser
nobilizado y rogó al Emperador que los posibles títulos con que
quisiera honrarle fueran para sus descendientes.
A
la nada despreciable edad de cuarenta y cinco años, en 1522, se casa
con una joven noble, María de Mendoza y Sarmiento quien contaba
entonces con sólo catorce años de quien nacería su único hijo
Diego de los Cobos y Mendoza4
que, por expreso deseo de su padre fue distinguido con el título de
Marqués de Camarasa. Esta unión hizo que emparentara con una de las
familias más poderosas del Reino y que su estirpe se perpetuara en
la Administración.
![]() |
Úbeda. Puerta de la sacristía de la Capilla del Salvador. |
Basada
en el primitivo proyecto de Diego de Siloé, la fachada principal no
recuerda en nada la función religiosa del edificio, ya que su
decoración es totalmente pagana con figuras de dioses, héroes y
seres legendarios de la mitología clásica. Igualmente, la
proporción de sus dimensiones de anchura exactamente la mitad que la
longitud, la hacen candidata idónea a la calificación de
neopitagórica. Pero el remate interior, el retablo mayor de
Berruguete y las bóvedas vaídas de Vandelvira hacen del conjunto
una obra de arte de primer nivel del que me atrevo a destacar, como
aficionado, el impresionante y largo arco esviado que comunica la
capilla con su sacristía, así como su bellísima portada en L.
Describir aquel conjunto da materia sobrada para una gruesa
monografía y el viaje era sólo de turismo. Sólo contar que, en la
actualidad, la propiedad de la capilla es del Ducado de Medinaceli
quien se sigue ocupando de la continuidad del culto y del
mantenimiento del edificio.
Pero
aun no hemos acabado de hablar de las obras encargadas por don
Francisco. Mirando a la fachada de la capilla se nos queda a la
izquierda otro notable palacio también encargado por él. Quiso el
mecenas que, para asegurar la continuidad en el tiempo de sus
continuos funerales y misas en sufragio de su alma, que el sacerdote
encargado de los mismos viviera sin estrecheces. Y aunque la
titularidad de la capellanía era del Obispo de Málaga, éste
designaba un deán de su catedral para que tuviera residencia
permanente en Úbeda. Así que don Francisco ordenó construir un
palacio al lado de la capilla que fuera digno del Obispo, pero que
sería ocupado normalmente por su deán delegado5.
Este palacio, llamado del Deán Ortega por ser éste quien lo ocupó
por primera vez, también se atribuye a Vandelvira aunque sus
columnas nazaríes me pongan en duda. De cualquier forma es una obra
impresionante, digna de un genio y, desde 1930 se usa como Parador
Nacional de Turismo.
Eran
casi las dos de la tarde. Intentamos echar un vistazo rápido a la
Sinagoga del Agua pero ya habían cerrado ¡Otra vez será! Comimos
en un restaurante cercano y, con pena de abandonar aquellos conjuntos
de maravillas, subimos de nuevo al autobús para volver a casa. Creo
que todos nos prometimos volver muchas más veces porque tantas obras
de arte están para disfrutarlas con tiempo.
….................................
1Curioso
personaje que nos ha dejado una de las primeras crónicas de un
viajero que se hayan escrito. Con mucha sinceridad y buen sentido
del humor relata su viaje a Tierra Santa con todo lujo de detalles y
es una delicia leerlo.
2A
diferencia de su coetáneo y admirado Diego de Siloé quien también
esculpía como bien lo demostró en Granada y Toledo, Andrés de
Vandelvira no era escultor ni pintor ni, mucho menos, herrero. Como
buen arquitecto se limitaba a dibujar y a dirigir obras.
3Para
un aficionado a la Historia, como este servidor, es de mucha ayuda
saber que la gran mayoría de las iglesias antiguas siguen la
orientación clásica Oeste-Este, quedando al norte el lado del
Evangelio y al sur el de la Epístola. Con las debidas excepciones,
a veces sonadas, la presencia de una iglesia de más de doscientos
años de antigüedad sirve de brújula al viajero que conozca el
secreto y en alguna ocasión me ha sacado de un apuro. Este asunto
da para un artículo algo extenso.
4Nótese
que en esa época, las leyes y disposiciones de Cisneros habían
hecho su efecto y la ordenación de apellidos ya seguía la
estructura que hemos conocido hasta los cambios permitidos por
últimos gobiernos.
5Estoy
seguro que los canónigos malagueños se disputaban el cargo a
navajazos.
lunes, 12 de diciembre de 2016
- JAÉN. RENACIMIENTO EN EL OLIVAR (II) -
- III.- 26 DE
NOVIEMBRE -
El
tiempo no suele ser el mejor amigo del viajero, así que embarcamos
temprano en el autobús para dirigirnos a Jaén, esa bella
desconocida que decía mi maestro Enrique Pareja. El programa de hoy
no era tan intenso como el de ayer pero, aun así, no se podían
desperdiciar las horas de luz diurna. Tampoco eran muchos los lugares
a visitar que estaban previstos, pero sí muy entretenidos para
verlos con un cierto provecho cultural y artístico.
El
autobús nos llevó directamente a las cercanías del Castillo de
Santa Catalina, imponente fortaleza cargada de historia que domina
toda la ciudad y que de sus murallas parten otras fortificaciones que
antaño rodearon a Jaén. La obra que contemplamos hoy día fue
rematada tras la reconquista cristiana entre los siglos XIII y XIV
pero, como casi todas las fortalezas españolas, es la obra de
generaciones y milenios de necesidades defensivas. Así que este
castillo situado en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz,
parece ser de origen ibero por los restos ciclópeos de aquella época
que aun se pueden observar en algunos paños de sus murallas
exteriores. Lo que sí conocemos por la Historia es que fue Aníbal
quien ordenó construir una verdadera fortaleza, germen de la actual,
para asegurar la defensa de Jaén ante posibles represalias romanas.
Una vez perdida por Cartago la Segunda Guerra Púnica, Roma no sólo
respetó la obra sino que la amplió y reforzó sirviendo su traza
romana hasta la invasión islámica, ya que no se tienen noticias de
ninguna intervención visigoda más allá del propio mantenimiento de
la obra de Roma1.
Entrada al Castillo. |
Caminamos
junto a la imponente muralla para ver las antiguas entradas
defendidas por matacanes y las torres, en su mayoría exentas o
albarranas. La Torre del Homenaje, impresionante por su tamaño, está
situada dentro del recinto como mandan los cánones de la época y,
al ser un lugar privado no pudimos visitarla pero sí admirar desde
fuera lo poco que se veía. Sí pudimos contemplar desde cerca la
torre gótica de Santa Catalina que alberga una capilla dedicada a la
santa de Alejandría y que es lugar anual de romería el 25 de
Noviembre.
Cruz del Cerro de Santa Catalina. |
Poco
más que decir de la historia del Castillo salvo que allí fue donde
el joven rey Fernando IV, cuatro generaciones después de aquel genio
militar que fue Fernando III, recibió como reos a los hermanos
Carvajal, caballeros de la Orden de Calatrava, acusados sin pruebas
del asesinato Juan de Benavides, amigo del Rey quien ordenó su
ejecución tras tormento. Amputados sus manos y sus pies fueron
arrojados en una jaula desde la peña de Martos el 7 de Agosto de
13123.
Antes de morir emplazaron en un mes al Rey ante el tribunal de Dios
para que Él mismo juzgara la causa. Bien
por miedo a haber dictado sentencia injusta o bien debido a la
casualidad, el caso es que Fernando IV falleció en Jaén el 7 de
Septiembre siguiente, justo un mes después de aquella atrocidad y
sin causa aparente; si bien había sufrido de diarrea una semana
antes de la que ya estaba totalmente recuperado. Lo cierto es que
pasó a la Historia como El Emplazado4
porque su muerte se atribuyó al emplazamiento que le hicieron los
Carvajal. Abandonamos el Castillo tras un café para reponer fuerzas
y recuperarnos del frío húmedo del día con llovizna, regresamos al
autobús para seguir nuestra visita.
Jesús "El Abuelo" con su Cirineo. |
….................................
Catedral de Jaén. Vista de la fachada principal. |
Dedicada
a la Asunción de la Virgen y con un proyecto inicial de Pedro de
Vandelvira se inician las obras del nuevo templo sobre los muros del
anterior en 1540 bajo la dirección del mismo proyectista y contando
como destacado ayudante a su hijo Andrés. Al fallecimiento de Pedro
en 1562, éste le sucede en sus trabajos que hacen considerar la
Catedral de Jaén como su obra cumbre8,
dejándonos la huella de su genio en bóvedas, capillas principales,
la portada sur, la sacristía y muchos sitios más. Al fallecimiento
de Andrés de Vandelvira en 1575 le sucede su discípulo Alfonso
Barba, quien sigue con
toda fidelidad el proyecto de su maestro hasta
1594. A partir de ahí la obra sufre una ralentización en su ritmo y
es preciso esperar hasta 1635 en el que la llegada a la sede
episcopal de Baltasar Moscoso y Sandoval quien contaba con
influencias en Roma y en la Corte, lo que permite que, de nuevo, se
reanude la construcción a buen ritmo a las órdenes del arquitecto
Juan de Aranda Salazar, nombrado Maestro Mayor con ese fin. Al
fallecer en 1654 ya estaban listos el presbiterio, la capilla mayor,
la nave y portada septentrionales que siguieron fieles al proyecto
original, pero otros muchos elementos como la cúpula y la decoración
de las bóvedas ya manifestaban el avance del manierismo del
Renacimiento final que desembocaría en el Barroco. Aun faltaba por
realizar la fachada principal, ya barroca pero siguiendo la traza de
Vandelvira; así como las torres gemelas cuyas obras acabaron a
principios del XVIII a las órdenes de Miguel de Quesada.
![]() |
Friso gótico de la Catedral de Jaén. (Cortesía Wikipedia) |
Del
interior cabe destacar los imponentes pilares con sus decoraciones,
así como las soluciones dadas por Vandelvira para coordinar las
distintas alturas de las bóvedas a base de jugar con la línea de
impostas y conseguir un efecto visual único, verdaderamente digno de
un genio. La sillería del coro, obra de diversos tallistas está
realizada en el siglo XVI, con una ampliación posterior hasta 179
sitiales se acabó en 1736. Otra importante obra ya tardía, de un
barroco casi neoclásico, es el trascoro realizado en 1791 y dedicado
a la Sagrada Familia.
Una
obra así requiere varios días para visitarla con un cierto
detenimiento y nosotros sólo disponíamos de poco más de una hora.
Además, resulta muy poco provechoso mantener tanta atención durante
poco más de media hora porque empieza la mente a dispersarse y no
asimilar. Así que, lamentándolo mucho porque el tiempo se nos
echaba encima, salimos de aquella maravilla tan desconocida en
general y, embarcando de nuevo en el autobús, regresamos al hotel
para la comida. A la tarde nos esperaba Linares y la probabilidad de
lluvia seguía amenazando.
….................................
En
esta época no son muchas las horas de sol y llegamos a Linares con
el tiempo justo de hacer una visita panorámica en la que pudimos
tener algunas vistas de la ciudad para hacernos una idea de lo más
importante. Al parecer, su nombre procede de un antiguo lugar cercano
a Cástulo donde existió un santuario dedicado a la Luna que los
romanos llegaron a conocer y le dieron el nombre de Altar de la Luna
o, en su idioma, Lunae Ara; con el tiempo se había ido
formando un pequeño núcleo de viviendas en su alrededor al que
llamaron Linarium y de ahí su nombre actual.
Desde
el abandono de Cástulo, Linares tomó el relevo en cuanto a la
explotación de los recursos mineros cercanos y así fue hasta los
años sesenta del siglo pasado en que se consideraron agotadas las
minas por su falta de rentabilidad. Desde entonces, aprovechando la
situación geográfica en el corazón de Sierra Morena, Linares vive
del comercio y trata de mantener algo de industria agrupada en torno
a lo que fue Santana Motor que se dedicaba a la fabricación de
vehículos Land-Rover primero y Suzuki después. Al cerrar ambas
marcas se intenta volver a la actividad industrial con la fabricación
de aerogeneradores y vagones de metro y tranvía.
Tanto
al acercarnos a la ciudad como en la visita panorámica pudimos ver
restos de su antiguo esplendor minero, como ruinas de fundiciones y
grandes grúas cabrías para el acceso a pozos que, en algún caso,
han sido trasladadas al centro de rotondas como muestra del pasado
linarense.
La
obra a la que me refiero se enmarca más en el estilo del primero de
los arquitectos mencionados. Se trata del Hospital de los Marqueses
de Linares, obra de los arquitectos Francisco de Paula Casado y
Arturo de Navascués, aunque este último en menor medida. Se
construyó para atender las enfermedades profesionales de los mineros
de la época, dada la precaria o nula cobertura sanitaria de la época
y los estragos que causaban la silicosis y la plumbosis o saturnismo.
La gran obra fue sufragada en su totalidad por el legado
testamentario de dichos marqueses, así como también se dotó al
hospital con todo lo necesario para realizar su función. También
hizo de hospital general y en su relativamente corta historia9
cuenta con que entre sus muros falleció Manolete en Agosto de 1947
El
edificio, de fachada neogótica muy del gusto de la época, está
cercado por una gran verja de hierro forjado que también abarca su
gran jardín. Y ya se advierte la fecha de su construcción en los
pilares de la entrada principal de dicha verja por el remate en cruz
tridimensional o de cuatro brazos tan usada por Gaudí en sus obras.
A través del jardín se accede al edificio que, al estar siendo
usado como residencia de ancianos en la actualidad, tan sólo es
posible visitar la capilla, también neogótica, así como la cripta
donde se halla el imponente mausoleo de los marqueses. Mausoleo que,
por sí solo necesitaría de una descripción más compleja, pero que
intentaré extractar en lo posible.
Obra
del escultor Lorenzo Collau Valera10
realizada en mármol de Macael y bronce es un gran túmulo sobre el
que descansan las excelentes tallas yacentes de don José y doña
Raimunda, los fundadores del Hospital. Llama la atención
especialmente la delicadeza de la talla en este material tan difícil
de trabajar por su dureza muy superior a la del conocido mármol de
Carrara. Los frisos representan en bajo relieve personajes pobres y
enfermos de la época y, en las esquinas de la cabecera, lucen dos
grandes medallones de bronce con las figuras alegóricas de la Fe y
la Esperanza. Centrado a los pies del sepulcro otro medallón algo
más grande, podría ser una alegoría de la Caridad si tenemos en
cuenta que representa a una dama que protege bajo sus brazos a los
pobres y necesitados mientras amamanta a un niño; pero hay algo en
lo que no terminan de ponerse de acuerdo los estudiosos porque la
alegoría de la Caridad como virtud principal de la que dice la
Escritura que sin ella no valen nada las otras dos, puede quedarse
algo corta. Y creo que este cronista aficionado al arte, pero algo
viajado, puede aportar la respuesta: Está bien la representación
del medallón y se queda corta adrede para hacer reflexionar al
visitante, pero quien busca más a fondo no tarda en darse cuenta que
la verdadera alegoría de la Caridad es el Hospital en sí mismo11.
Termino
la crónica del segundo día. La noche había cerrado, la lluvia ya
era muy molesta y estábamos cansados, por lo que volvimos al autobús
para regresar al hotel y mañana será otro día. Nos esperaba la
tremenda belleza de Úbeda.
...................................
Ábside de la capilla del Hospital de los Marqueses de Linares. |
1 Es curioso observar que el definitivo asentamiento visigodo en la Península no produjo ningún daño ni desmantelamiento de las construcciones de Roma. Los visigodos veían las obras romanas con un respeto cercano al temor supersticioso. Por desgracia, los musulmanes hicieron todo lo contrario destrozando los edificios de aquella civilización para, en el mejor de los casos, utilizar los materiales para sus propias construcciones. Véanse los dos tercios de los capiteles de la Mezquita de Córdoba.
2 La
invasión almorávide, con ser violentísima, no tuvo nunca vocación
de permanencia sino sólo de saqueo con pretextos religiosos; y con
su retirada propiciaron la aparición de las llamadas segundas
taifas. Situación que cambiaría drásticamente a la llegada de los
almohades.
3 La
lauda sepulcral de la tumba de los hermanos, situada en la iglesia
de Santa Marta de Martos, cita el año de 1310; pero todas las
crónicas hablan de 1312 A. D. (Calendario actualmente usado en
Occidente) o la de 1350 (Era Hispánica)
4 El
Romancero dice: “Hízoles cortar los pies / hízoles cortar las
manos / y mandóles despeñar / de aquella peña de Martos”
Hoy día, en el lugar que la tradición dice que la jaula se detuvo
con los despojos de los Carvajal está marcado con una cruz a la que
en Martos llaman la Cruz del Llanto.
5 Tampoco
es elegante venir a Sevilla y no saludar al Señor del Gran Poder.
6 La
leyenda surgió mucho después, en la época del Romanticismo en la
segunda mitad del siglo XIX. La verdad es que aquella época hizo
mucho daño a la Historia en toda Europa, aunque también diera
lugar a inolvidables obras de arte.
7 La
remodelación de la Catedral fue debida al derrumbe del cimborrio
gótico en 1525.
8 Aunque
después de conocer el templo-mausoleo de El Salvador de Úbeda
tengo mis dudas sobre esa apreciación porque, aunque este último
fuera una obra de juventud, el detalle del arco esviado de paso a la
Sacristía ya es más que digno de la consagración de un Maestro.
9Hablar
de cien años en la Historia de España es indicar un período muy
corto.
10 También
autor del monumento a Bécquer del Parque de María Luisa de
Sevilla.
11 Recordé
una curiosa anécdota que viví hace algunos años en el castillo de
Bunratty, en Irlanda. El responsable del castillo advirtió nuestra
nacionalidad, a pesar de no hablar una palabra de español y
amablemente nos enseñó a otro del grupo y a mí una gran mesa
rescatada de un barco español naufragado. La mesa, claramente de la
sala de oficiales, era una pieza muy grande adornada con algo de
taracea. De seis patas, lucía las dos centrales talladas con las
alegorías de la Fe y la Esperanza. El buen hombre se dirigió a mí
preguntándome:
- Here is the Faith and the Hope but, where is the Charity? - Le contesté sin un titubeo:
-
On the table, sir.
Se
emocionó hasta las lágrimas con la respuesta y, tras la hora del
cierre, nos condujo por lugares muy interesantes y no visitables,
como la capilla y la azotea ¿Dónde iba a estar, si no, la
Caridad? Pues donde hay que demostrarla: Sobre la mesa, señor.
lunes, 5 de diciembre de 2016
- JAÉN. RENACIMIENTO EN EL OLIVAR (I) -
I.- INTRODUCCIÓN.
Organizado por la Asociación de Prejubilados, Jubilados y Desvinculados de Telefónica de Sevilla y de la mano de Halcón Viajes, durante los días 25 al 27 de Noviembre de 2016 hemos disfrutado de un paseo por el corazón de Andalucía en el que hemos podido disfrutar de una pequeña parte del inmenso patrimonio histórico y cultural de nuestra tierra. Tierra que, como todos sabemos, es muy vieja y sobre la que se han asentado tantas culturas que sería imposible o demasiado arriesgado hacer una reseña detallada de todas las que la Historia ha guardado en sus registros, más otras de las que tenemos noticia de su existencia y muy pocos conocimientos de ellas; pero tampoco pretendemos aquí extendernos demasiado sino sólo fijar los hitos más importantes de este recorrido.
No podría dejar de citar en esta introducción el comportamiento del grupo de viajeros. Todos sabemos que cuando se viaja en grupo es muy difícil no encontrarse con algunos de sus miembros que, por la circunstancia que sea, retrasan o estorban el viaje por motivos de impuntualidad o, simplemente, caprichos personales. No ha sido este el caso: el grupo, formado por personas hechas toda la vida a una disciplina de trabajo, funcionaba como un buen reloj y sin voces discrepantes, cosa que es muy de agradecer y que contribuyó de manera decisiva al éxito del periplo respecto al provecho cultural obtenido. La cortesía y la camaradería fueron tónica dominante todo el camino y ojalá que todos los grupos de viajeros supieran comportarse como el que tuvimos la fortuna de formar entre los que proveníamos de Sevilla y los que llegaron desde Almería para unirse a nosotros ya en la provincia de Jaén.
El programa era denso y la previsión del tiempo no demasiado halagüeña. No obstante pudimos librarnos de lluvias intensas que nos estropearan la excursión y la climatología fue relativamente benévola con nosotros permitiéndonos cubrir todos los objetivos previstos, aunque bien es cierto que la inmensa riqueza patrimonial de los lugares visitados hubiera requerido mucho más tiempo para sólo visitar a fondo lo más importante y el propio programa sólo nos permitió ver pinceladas que nos siguieran despertando las ganas de profundizar. Pero pinceladas suficientes para hacernos una idea de la enorme cultura depositada por los siglos en esta tierra tan privilegiada y, al mismo tiempo, tan injustamente tratada por propios y extraños.
Pero basta ya de preámbulos y entremos en materia.
Actual oficina de Turismo de Baeza. Antes, sede de los escribanos. |
- II.- 25 DE NOVIEMBRE -
A las ocho de la mañana del día 25 nos recogió el autocar de la Agencia de viajes en la glorieta de El Cid, en la misma puerta del Pabellón de Portugal. Una vez embarcados los equipajes y distribuidos los asientos emprendimos la marcha y tras alguna breve parada nos encaminamos directamente a la Almazara Santa María, situada en la carretera de Jabalquinto muy cerca de Linares. Allí nos atendió su propietario y responsable máximo con una gran amabilidad y quiso la climatología ser generosa con nosotros para permitirnos ver el proceso de elaboración y extracción del aceite de oliva, del que Jaén es la primera provincia de España en producción, lo que equivale a decir que supera con creces a cualquier otra unidad geográfica del mundo en cantidad y ¿por qué no decirlo? también en calidad.
Merece la pena detenernos un poco en la importancia histórica del olivar. El árbol en estado natural, el acebuche, es muy abundante en las dos laderas del Mediterráneo, pero no adquirió la importancia actual hasta que los fenicios domesticaron las variedades aptas para la explotación comercial de su fruto dando lugar al olivo que conocemos actualmente. Poco o nada sé de aquella explotación salvo que estos comerciantes trajeron a la Península los primeros plantones cultivables y aquí se cultivó con todo éxito esa variedad del extremo oriental del Mare Nostrum. Sabemos que la dominación romana propició su cultivo más o menos intensivo, sobre todo de variedades de aceituna de mesa muy apreciadas en la dieta de todas las clases sociales; variedades que se exportaban masivamente a todos los puntos del Imperio. No pensemos que este fruto era exclusivo de las clases altas porque, si bien las más selectas y caras alcanzaban precios muy elevados, existían muchas calidades que permitían su consumo para todas las fortunas. Y como me gustan mucho las cosas de la llamada Intrahistoria, o Historia dentro de la Historia, me voy a permitir ilustrar este relato con un par de curiosidades.
La primera es que la aceituna de mayor tamaño, bastante cara, aparte de las mesas de la aristocracia formaba la base de la alimentación de los gladiadores y sus entrenadores y propietarios se gastaban sus buenos dineros en cuidar a sus pupilos a sabiendas de que una buena alimentación les permitiría afrontar mejor sus peleas que, si bien en las provincias solían ser, con excepciones, más o menos farsas no sangrientas, en la propia Roma sí que se jugaban la vida en cada combate. De ahí que el precio de un gladiador experimentado era astronómico y muy pocos se podían permitir la pérdida de sus vidas, salvo que el patrocinador del espectáculo amortizara esas bajas.
La segunda curiosidad es de aspecto más lúdico. Los teatros romanos tenían sus localidades divididas en tres categorías, como podemos comprobar en los que aun se conservan. La primera y más cercana al escenario y al espacio llamado orchestra, era la llamada Cavea Ima y estaba reservada a la clase patricia. La segunda, a media altura, se llamaba Cavea Media y allí se sentaban los ciudadanos libres sin fortunas apreciables. Finalmente, la más alta, se llamaba Cavea Summa y estaba destinada a sirvientes libres y a los esclavos. Era costumbre de la época, tanto en la Roma republicana como en la imperial, que estos últimos se llevaran aceitunas al teatro para divertirse en algo, ya que apenas podían entender lo que se desarrollaba en la orchestra por la lejanía de la misma. La diversión era comerse las aceitunas y arrojar los huesos sobre los cogotes de los patricios sentados en las primeras filas(1).
Siguiendo con la Historia, los romanos nunca usaron el aceite de oliva para cocinar. Si leemos autores de la época como Caius Apicius no encontraremos referencias a ningún aceite en sus recetas y sí el abuso de grasa de cerdo y montañas absurdas de especias violentas de importación, carísimas para la época. Por suerte para ellos, la plebe se conformaba con lentejas, habas, alubias de varias clases, aceitunas y frutas diversas que acompañaban con algún pescado asado y bien asado por aquello de la más que dudosa frescura en tiempos en los que no había nociones del frío para conservar. Todo ello con la gloriosa excepción del atún en salmuera y el popular garum, pasta hecha con los desperdicios machacados del mismo pez conservados en vinagre que se servía de aperitivo en las tabernae vinariae(2). El aceite de oliva en Roma era usado como combustible de lámparas, para usos medicinales en heridas y para cubrir los cuerpos de luchadores y hacerlos resbaladizos al adversario.
Tampoco los visigodos, con sus aportaciones más que notables a la tecnología del transporte y la metalurgia como el tonel, el estribo y el martinete hidráulico, entre otras varias, apreciaron el aceite de oliva para su rudimentaria cocina, casi más primitiva aun que la romana y los olivos se usaban como un cultivo marginal sin apenas importancia. La invasión musulmana no mejoró demasiado las cosas, ya que apenas empezaban a darse cuenta del valor nutritivo del olivo aunque, no obstante, aprovecharon la cultura visigoda del uso de la fuerza motriz de las corrientes de agua para desarrollar molinos de trigo y, por supuesto de aceitunas, en sus famosos azudes o presas de arroyos y ríos menores.
Poco a poco, muy lentamente, las terroríficas razias musulmanas contra los pobres pueblos cristianos de más allá del Duero en las que robaban todo lo aprovechable, mataban o esclavizaban a quienes no se escondían a tiempo y quemaban el resto de las cosechas, forzó al genio de los cristianos a usar ese despreciado aceite de las lámparas para cocinar las sobras que aquellos desalmados les habían dejado. Con ello nació nuestra cultura del aceite de oliva.
Así, poco a poco, el jugo del fruto del árbol de Atenea fue conquistando las cocinas hispánicas. Nacido de la escasez, el hambre y la necesidad iba reclamando su puesto culinario y extendiéndose su uso hasta el punto de que, hacia el final de la Reconquista ya ocupaba lugares de honor en la Península y hasta los musulmanes lo adoptaron enseñándolo a usar a sus hermanos magrebíes; lo que aun se conserva y hace de la cocina marroquí la delicia que todos conocemos. La Historia avanzó y con ella los medios de transporte y almacenamiento; estos permitieron extender su uso hasta zonas antes impensables. Por último, la llegada del ferrocarril incentivó la demanda y abarató los precios al consumidor final. El resto ya lo estamos viendo.
Ahora volvamos a la Almazara Santa María.
Entrada a la Almazara Santa María. |
Allí, en la almazara, se nos explicó que de la aceituna, al igual que del cerdo, se aprovecha todo y nada se tira. Desde la hoja que pueda llevar adherida en el proceso de vareo o vibrado del olivo, hasta el hueso; pasando por la pulpa y los residuos más modestos. El aceite constituye, dependiendo de la variedad y la cosecha, entre un ocho y un veinte por ciento del peso del fruto; el resto está formado por hueso, agua, piel y pulpa que recibe diversos usos que van desde combustible de biomasa hasta pienso para el ganado y abono para las plantas y la almazara es la encargada de separar y aprovechar esa otra fuente de riqueza. Todo muy trabajado, muy estudiado y muy medido porque, salvo los
grandes
envasadores que nos toman el pelo en los supermercados con sus
etiquetas fraudulentas, nadie se hace rico sólo con la extracción
de aceite de oliva. Para que nos hagamos una idea, saber que de la
extracción del aceite en almazara sólo se obtienen tres variedades:
Virgen Extra, Virgen y Lampante o aceite para lámparas. Dejando de
lado la complicación -y el posible soborno- que conlleva la primera
calificación y la segunda que es la que no pasa la muy subjetiva
calificación de Extra, el lampante es comprado por envasadores que
lo someten a procesos químicos a temperaturas altas para convertirlo
en neutro e insípido; a esa pócima siniestra le añaden productos
saborizantes y colorantes con una pequeña parte de Virgen Extra de
verdad y lo etiquetan como Virgen Extra. Las multas son ridículas:
5000 euros a El Corte Inglés y 20000 a Hipercor. Sale rentable la
gamberrada, pero ustedes ya están advertidos.
Todo listo para el proceso de lavado, deshojado y molturación. |
Tras las explicaciones llegó la cata de tres variedades que después averiguamos que se trataban de aceite en rama de primera extracción -exquisito aun sin decantar- aceite Virgen Extra certificado -excelente- y otra cosa insípida o casi insípida que recordaba al aceite. Mereció la pena la experiencia; y mucho más porque fue el aperitivo de una excelente comida que se nos anunció como ligera pero en la que sobró de todo. Lo de ligera sería porque no había nada caliente y estábamos comiendo de pie ante las muy bien surtidas mesas. No me atrevo a enumerar los platos porque fueron muchos, muy buenos y muy variados, así como las bebidas. La verdad es que mereció la pena la experiencia y nos despedimos agradecidos por la lección que nos dieron aquellos amabilísimos anfitriones que Dios bendiga. Volvimos al autobús y continuamos viaje.
Tras el primer proceso de extracción, el oro líquido comienza a fluir. Este es el único
momento en el que el aceite en rama tiene contacto con el aire atmosférico.
|
….................................
Cambiamos algo los planes para evitar que el tiempo nos jugara una mala pasada y nos fuimos hacia las ruinas de Cástulo. Y para empezar a hablar de aquel lugar, como siempre, tenemos que echar mano de la Historia de España y la de -cómo no- Roma. Como decía mi admirado maestro Enrique Pareja, la Historia de España no se entiende sin la Historia de Roma, la de Francia y, añadía con cierta guasa, la de Inglaterra. No nos engañemos. Tampoco la Historia de Roma se entiende sin las Historias de los territorios romanizados aunque algunas de las civilizaciones anteriores fueran condenadas por el dominador a la pena de la Damnatio memoriae; o sea, condenados a perder el recuerdo de las obras de sus antepasados como muy bien demostraron los mismos romanos condenando a muerte por descuartizamiento al rey de Alba Longa y destruyendo la civilización etrusca. Con la civilización ibera ocurrió algo parecido porque sólo se salvaron vestigios en los asentamientos que se abrieron sin lucha a la entrada de una Roma republicana sedienta de las riquezas mineras de la Península. Este sería el caso de la ciudad que nos ocupa ahora.
El asentamiento humano descrito por Plinio el Viejo en el siglo I de nuestra era con el nombre latino de Cástulo -Castillito en latín- era una ciudad varias veces milenaria por entonces, ya que se tienen vestigios desde épocas prehistóricas en esa zona cercana a Linares y muy rica en minerales de cobre, plomo y plata. Civilizaciones que iban surgiendo en la entonces Turdetania fueron ocupándola y moldeando su distribución haciéndola cada vez más urbana en el sentido que le damos hoy día a esa palabra. Mediaba el siglo III antes de Cristo cuando los fenicios asentados en estas tierras fueron cediendo el testigo a sus parientes tunecinos de Cartago quienes tampoco andaban sobrados de recursos mineros. Como nos cuenta la Historia, unos cartagineses que hasta el momento habían sido aliados de la naciente Roma pasaron a ser enemigos de la República por un pretexto romano de la naciente potencia italiana celosa de su poderoso vecino del sur. Cástulo no iba a quedarse al margen porque ya tenía de residentes a cartagineses que comerciaban con sus productos y se alió con la potencia africana. El resultado de la primera Guerra Púnica fue la teórica victoria romana pero, como ya sabemos, fue un desastre para la recién nacida República y Cástulo se aseguró la seguridad por unos años bajo el amparo cartaginés.
Una original manera de señalización de los romanos para ciertos establecimientos lúdicos. |
Roma era tenaz, muy tenaz. Apenas una generación después del desastre, Cartago cometió el error de intentar librarse de los pequeños tributos derivados de su relativa derrota e intentó romper el yugo romano privándole de sus fuentes de minerales metálicos. Empezó la segunda Guerra Púnica y Cartago trató de llegar a Italia atravesando nuestra Península. Con esta campaña, iniciada hacia el 218 antes de Cristo y para asegurarse la lealtad de los hispanos, el propio Aníbal sella la alianza con Cástulo tomando por esposa a Hímilce, hija del reyezuelo del lugar y emprende su histórico viaje a través de los Alpes con el resultado conocido de su desastre, derrota y huida pocos años después.
Ruinas de Cástulo en proceso de excavación. Al fondo una de la dos torres que aun se conservan, "decorada" por algún imbécil. |
Triste hubiera sido el fin de Cástulo de haber mantenido la alianza pero, el discurrir de la guerra hizo recapacitar a sus notables quienes, al ver libre su territorio de las tropas africanas, se apresuraron a hacer alianzas con Roma. La aplastante victoria de esta última libró de una masacre sin piedad a Cástulo; y sus habitantes siguieron dedicándose al comercio minero bajo el amparo de la potencia vencedora y conservando todos los privilegios y derechos de los ciudadanos de la República. Poco a poco, siglos después, esa República transformada en Imperio y, en fiel cumplimiento del testamento de su adorado tío abuelo Julio César, fue otorgada por el inolvidable Octavio Augusto(3) la ciudadanía romana a todos los habitantes de la ya denominada Hispania. Cástulo florecía de nuevo con Roma.
Roma cayó y con los inevitables choques con los bárbaros, la ciudad siguió su curso para volver a asentar su vigor económico bajo la dominación visigoda. Siendo los visigodos unos expertos en metalurgia no es difícil suponer que cuidaran a Cástulo y sus minas como a las niñas de sus ojos; así como que respetaran al máximo las obras de una extinta Roma a la que admiraban por su esplendor y cultura. Así, Cástulo siguió su vida sin grandes complicaciones y sin entrar demasiado en las intrigas toledanas. Pero la Historia seguía y una nueva amenaza se cernía sobre la sufrida Hispania.
Año 712. Año de la peor de las tragedias sufridas por nuestra Historia. Tarik desembarca en la Península al mando de una espantosa horda de magrebíes comandados por una docena de árabes y sirios. Es falso hablar de la invasión árabe porque los árabes fueron sólo la élite de los miles o cientos de miles de bárbaros africanos que cruzaron el Estrecho y no dejaron títere con cabeza. Fue una invasión de lo peorcito que daba el Magreb: antiguos cristianos mal evangelizados y seducidos por esa religión del desierto que les autorizaba a tener muchas esposas y destruir vidas y haciendas de los infieles al Corán. En estas tierras se quedaron en estado salvaje hasta que Fernando III y sus descendientes lograron civilizar lo que aun quedaba de musulmanes, costando demasiada sangre devolverlos a su lugar. A pesar de todo, Cástulo sobrevivió y hasta se permitió edificar fortificaciones para reforzar su antigua muralla. Una característica del Califato de Córdoba fue siempre la escasez de metales (4) y Cástulo se aprovechó de su abundancia de plata y cobre durante algunos siglos consiguiendo llegar a ver la bajada triunfal de Fernando III por el valle del Guadalquivir, ya a salvo de entradas peligrosas del siempre rival Reino de Aragón gracias al genial establecimiento por Fernando del incipiente Reino musulmán nazarita de Granada, tributario de Castilla.
Para 1248 todo estaba ya estabilizado y Cástulo podía respirar tranquila. Es un misterio de la Historia que a partir de esa fecha comienza su decadencia y su abandono. Lo cierto es que, apenas dos siglos más tarde, Cástulo desaparece del mapa. Un par de intentos de repoblación fallidos y la ciudad pasó a formar parte del archivo muerto de la Historia para dar paso al auge de la muy cercana aun incipiente Lunae Ara o Altar de la Luna, que ahora conocemos como Linares.
Cástulo no fue una ciudad sin importancia. Aparte de su venerable antigüedad contaba en la época imperial con unas muy buenas fortificaciones, varias termas, tres acueductos y un teatro. Poseía ceca propia y acuñaba moneda como queda patente en los hallazgos arqueológicos. Los siglos de abandono han propiciado el casi total expolio de sus restos, un poco esparcidos por todos los alrededores, de los que se han beneficiado casi todas las ciudades circundantes. Aunque estudiada en una relativa profundidad en los últimos cincuenta años, apenas quedan en pie los restos de dos torres de sus murallas, los incaustos de algunas termas y, lo mejor de todo lo visitable: un espléndido mosaico de doce por seis metros, de teselas finas y excelente colorido, que se halla protegido de la intemperie por una cubierta de nueva construcción. Las dos escenas centrales representan el juicio de Paris y el mito de Selene y Endimión(5), ambos enmarcados en figuras de amorcillos que representan escenas de caza y con figuras de las cuatro estaciones en las esquinas.
Aparte de estos elementos, en las ruinas de Cástulo está todo por hacer. Aunque estudiada por la Arqueología, el expolio sistemático de siglos hace necesaria una excavación en profundidad para sacar a la luz los trazados de sus calles, los restos del foro, los depósitos de agua, los cimientos de los acueductos y lo poco que pueda quedar del teatro, así como sus palacios y templos que, a tenor con la calidad del mosaico citado, debían ser de lo mejor de la antigua Roma.
Apenas quedaba ya luz solar cuando abandonamos las ruinas de Cástulo para embarcar en el autobús y dirigirnos a hacer una visita muy rápida a la ciudad de Baeza.
….................................
Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y situada justo en el centro de la provincia de Jaén, la ciudad de Baeza fue una de las primeras en ser reconquistadas por Fernando III en su triunfal campaña por el valle del Guadalquivir en la primera parte de esa campaña, allá por 1227, cuando apenas empezaba a despuntar el arte gótico en la Península y se continuaba desarrollando su antecesor románico.
Nombrada en el Romancero como “Nido real de gavilanes” hacía honor a su nombre desde la antigüedad, ya que la posesión de su fortaleza hacía de este lugar una de las llaves de Andalucía y, por supuesto, del enorme valle. Esto hizo que muchas familias nobles se asentaran en ella y empezaran a construir sus palacios; a su vez, la presencia de estas familias, su numerosa servidumbre y sus ejércitos privados, fue asegurando su economía y su esplendor. Como en todo proceso urbanístico, al principio con cautela y luego, con la seguridad garantizada por la caída del reino nazarita en 1492, fecha que casi coincide con el inicio del Renacimiento, estas mismas familias ya asentadas en sus nuevas residencias comienzan una especie de competición para construir o reconstruir sus palacios siguiendo la nueva moda arquitectónica. Por supuesto que recurrieron a los servicios del muy insigne arquitecto Juan de Vandelvira -toda la provincia de Jaén y parte de la de Granada está llena de arte con su firma- quien se encargó de muchas de las obras admirables que contemplamos ahora. Nos puede parecer imposible que un hombre que jamás pisó Italia, con sólo la lectura de los famosos libros de Vitruvio (6) fue capaz de crear estas obras, recuerdos de la Antigüedad Clásica, sin desviarse de sus cánones pero creando un estilo propio que hubiera podido ser la envidia del mismo Vitruvio.
Entramos en la Baeza monumental por la llamada Plaza del Pópulo y nos tropezamos con la famosa Fuente de los Leones al pie de la antigua muralla que aun conserva algún arco gótico de notables proporciones llamado Arco de Villalar y otro más pequeño, formando ambos la Puerta de Jaén. La fuente se embellece con una estatua femenina que algunos estudiosos sostienen que representa a la princesa Hímilce de Cástulo, flanqueada por cuatro leones ibero-romanos quizá de la misma procedencia. No podemos aventurar mucho más porque nos contaron que la dama en cuestión fue colocada allí procedente de Cástulo y que había perdido la cabeza entre las ruinas, por lo que la cabeza que vemos ahora es una invención muy posterior. Según miramos de frente a la estatua, a la izquierda nos hallamos con el primer edificio renacentista: se trata de las antiguas carnicerías reales; edificio que, hasta los años sesenta del siglo pasado, estaba situado intramuros y que fue necesario un gigantesco esfuerzo para trasladarlo piedra a piedra y reconstruirlo en el nuevo emplazamiento para reconvertirlo en sede de los Juzgados; sobre este traslado y acondicionamiento también habría para una monografía llena de curiosidades, pero el resultado fue de una belleza espectacular. Al fondo, el también bello edificio antaño usado por los escribanos y hoy oficina municipal de turismo, flanquea la antigua muralla que cierra la plaza por la derecha con el inevitable añadido de algunas casas de escaso mérito artístico.
Aun estábamos extramuros y Pedro, nuestro infatigable guía, nos hizo cruzar la muralla y subir por esas empinadas calles que conservan el empedrado medieval característico y que hace necesario el uso de calzado recio. El sol ya se había ocultado, lo que nos permitió disfrutar de la belleza de aquellos edificios iluminados mientras subíamos. Circundamos la Catedral(7) de la Natividad de Nuestra Señora, donde pasó la sede episcopal de Cástulo a la jurisdicción de Baeza en 1227, en tiempos de Alfonso VII.
La obra, edificada sobre la antigua mezquita aljama, apenas conserva elementos de sus épocas musulmana y gótica primitiva. Su diseño actual plateresco en su interior se lo debemos a Andrés de Vandelvira, como tantas otras edificaciones notables de Jaén y Granada. Del exterior pudimos admirar una bellísima portada mudéjar coronada por un rosetón gótico, así como la llamada Puerta del Perdón, ya de un gótico tardío muy isabelino y de finales del siglo XV con restos de inscripciones desgraciadamente ilegibles. Pero llaman la atención las callejuelas que rodean al edificio en las que destacan un par de pasadizos a modo de puentes que comunicaban las casas de los canónigos con la Catedral. Aunque no pudimos entrar, quien esto escribe ya la había visitado en varias ocasiones y son muy dignas de destacar las huellas de Vandelvira, como la presencia de algunas bóvedas vaídas o de pañuelo y su traza plateresca en general que contrasta con las nervaduras góticas del ábside y el barroco de su Altar Mayor. Una obra testigo de los siglos con huellas de los muchos maestros que la llevaron a cabo, tanto en arquitectura como en orfebrería y artes decorativas. Para quienes puedan llegar en los horarios adecuados, también merece admirar la gran Custodia procesional de Núñez de Castro terminada en 1714. Tampoco podemos olvidar, sobre todo este cronista porque admiro profundamente su obra de forja, la espléndida reja del maestro Bartolomé de Jaén situada a los pies del templo y realizada para el cierre del coro, hoy desaparecido.
Baeza. Callejón de los Canónigos. |
Seguimos nuestro paseo y nos encontramos, casi marginalmente, con uno de los muy escasos ejemplares del Románico en Andalucía: se trata de la iglesia de la Santa Cruz edificada apenas reconquistada la ciudad en 1227. No es la única iglesia románica de Baeza, ya que se conservan en buen estado las de San Pedro, San Juan Bautista y El Salvador, pero un poco alejadas del circuito que realizamos.
Frente a Santa Cruz el Palacio de Jabalquinto, uno de los más bellos de España, mandado edificar en la segunda mitad del siglo XV por don Juan Alfonso de Benavides Manrique, primo segundo de Fernando el Católico. Su traza primitiva se debe, bien a Juan Guas o a Enrique Egas, que en esto no se ponen de acuerdo los estudiosos.
Después pasamos a la sede primitiva de la antigua Universidad de Baeza, hoy también integrada en la institución antedicha. Fundada a principios del XVI empezó siendo un colegio de primera enseñanza pero, hacia 1538 y a instancias de san Juan de Ávila, entre otros, el Papa firma una bula para su conversión en universidad, siendo una de las cuatro primeras de Andalucía junto con las de Sevilla, Granada y Osuna. Con sus grados de Bachiller, Licenciatura y Doctorado en Artes y Teología; más las ramas de Retórica, Gramática, Griego, Filosofía y Teología Escolástica añadidas en 1565, funcionó como tal hasta que en 1824, razones demográficas y el odio de Fernando VII a todo lo que supusiera la difusión del saber, obligaron a cerrarla. De todas formas, a la vista de las dimensiones de su Paraninfo(8), no parece que su número de estudiantes fuera nunca ni la mitad de los registrados en las de Granada o Sevilla.
![]() |
Fachada principal del Palacio de Jabalquinto. Baeza. |
El edificio principal fue destinado en ese mismo año de 1824 a Colegio de Humanidades y después a Instituto libre, para pasar en 1875 a Instituto de Bachillerato, antecedente de llamado después Instituto de Enseñanza Secundaria Santísima Trinidad en el que Antonio Machado impartiría sus clases de Francés entre 1912 y 1919. Aun se conserva y se puede visitar el aula en la que el poeta enseñaba donde se exponen algunos de sus recuerdos de aquella etapa de su vida.
Salimos del venerable recinto para contemplar la fuente de Santa María, levantada en 1564 como culminación conmemorativa de la traída de aguas a la ciudad. Su autor, el arquitecto local Ginés Martínez, quiso darle la forma de un triple arco triunfal romano, muy a la moda de la época para ciertos monumentos.
El día había sido muy denso y los viajeros estábamos razonablemente cansados, por lo que tuvimos que dejar la visita con pena; la misma pena que este cronista siente al abandonar esos lugares cargados de historia y belleza. Abajo, extramuros, nos esperaba el autobús que nos condujo al hotel donde apenas tuvimos algo de tiempo para ducharnos y bajar a cenar. Aun nos quedaban dos días intensos y el tiempo no presagiaba clemencia.
![]() |
Baeza. Entrada al claustro de la antigua Universidad. |
....................................................
Notas:
1.- Quisiera pensar que esa costumbre
se ceñía sólo a los teatros de las ciudades. Existían otros
teatros, más lujosos, más pequeños, alejados de poblaciones y en
medio de la nada, que se destinaban a representar obras de contenido
iniciático o religioso. Un magnífico ejemplo tenemos bastante cerca
de Ronda en el teatro de Acinipo. Obras que eran algo así como los
Autos Sacramentales de nuestra época barroca. Nihil novum sub
sole, dirían los romanos: Nada nuevo bajo el sol.
2.- Nuestra palabra taberna habla de
tienda de vinos, algunas comidas elaboradas, cerveza, licores y poco
más. En latín, taberna-ae designaba cualquier clase de
establecimiento de venta de cualquier cosa; como nuestra palabra
tienda, ya que el establecimiento de bebidas era llamado taberna
vinaria en
singular o tabernae
vinariae
en plural. Habría que esperar a los siglos X y XI para que la
palabreja adquiriera su significado actual.
3.- La vida, obras y andanzas de Cayo
Octavio Tiberino, llamado luego Augusto por la Historia, daría para
una monografía muy extensa.
4.- Véase la ínfima calidad de sus monedas: Los cequíes del Califato eran apenas una fina lámina de plata con un muy deficiente cuño en que la cara inferior se reflejaba en la superior.
5.- La Mitología clásica cuenta que
Endimión era nieto de Zeus que llegó a alcanzar el trono de Elida
pero, destronado, se refugió en el monte y sobrevivió como pastor
de cabras. Allí se enamoró de Selene -la luna- y sin que él lo
supiera, fue correspondido por ella todas las noches mientras dormía.
Una noche se despertó y descubrió que su amada dormía feliz a su
lado. Tan feliz se sintió que le pidió a su amada que usara su
poder divino para no envejecer y disfrutar siempre de su amor. Ésta
recurrió a Zeus, quien concedió a Endimión no envejecer mientras
dormía y sólo hacerlo mientras estuviera despierto.
6.- De Architectura Libri Decem (c. 25 a.
C.)
7.- La Catedral comparte la sede con
Jaén. La diócesis original de 1227 no está extinguida oficialmente
y se encuentra a disposición de la Santa Sede, aunque la sucesión
episcopal de Baeza se interrumpe en 1249 al ostentar su titular la
sede de Jaén. En la actualidad, la titularidad
más teórica que efectiva, se suele otorgar a obispos de la Iglesia
de Europa oriental bajo obediencia romana, siendo el Obispo polaco
Wieslav Smigiel quien, desde el 24 de Marzo de 2011, ostenta el cargo
aunque sin residencia. Lógicamente es el Deán quien se encarga de
la administración y de la rendición de cuentas al Ordinario de
Jaén.
8.- Es curioso observar que muy pocas
personas conocen el origen de la palabra paraninfo y creo necesario
aclararlo. En latín se llamaba “para ninfae” al que
camina al lado de la novia; o sea, al padrino de la boda. Como en
toda la civilización romana, el padrino era quien corría con todos
los gastos y pagaba las consiguientes celebraciones, así que con el
tiempo se asoció la palabra paraninfo con la fiesta correspondiente,
fuera de boda o de bautizo y más adelante con el lugar de
celebración confundiendo el continente con el contenido. Así, en
nuestros días, el Paraninfo de la universidad es el lugar donde se
celebran los actos más importantes, festivos o no.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)