Visitas

domingo, 12 de octubre de 2014

CRÓNICAS CHECAS (II)

- 29 de Septiembre de 2014 -

Como las visitas de este día iban a ser todas en Praga, nos levantamos a una hora decente, lo que se agradeció tras la paliza del día anterior. Respecto al desayuno, sólo decir que fue de buffet libre y muy torpemente organizado, ya que había una sola tostadora que solamente podía tostar dos rebanadas de pan a la vez; cantidad a todas luces insuficiente para los que allí nos reunimos. Por otra parte, no sé lo que hacen los checos con sus pobres vacas, ya que las dos variedades de queso allí ofrecidas eran menos que mediocres. De la bollería mejor no hablar porque puede ser perfectamente usada para el empedrado de calles y la única variedad de textura comestible contenía un relleno oculto de frambuesa que, al morder el bollito, salía disparado poniéndote la ropa perdida. No obstante, aunque acuñamos la expresión “Eres más malo que la bollería checa” Praga merecía la pena. Hoy nos tocaba empezar por el Castillo, sede actual de las dependencias de la Presidencia de la República y que alberga en su interior la Catedral de San Vito.

Los organizadores tuvieron la amabilidad de subirnos en autobús hasta la “suave” colina en que se asienta la antigua fortaleza. Había que entrar pronto, antes que se reuniera la habitual nube de turistas de todas las nacionalidades entre los que no destacaban por su buena educación los rusos, chinos y japoneses, verdadera plaga de Chequia; sobre todo los primeros que siguen considerando el país como su colonia, al igual que en los tiempos de la Unión Soviética. Tuvimos suerte y empezaron a infestar el recinto algún tiempo después de llegar nosotros.


La entrada de turistas se efectúa por la llamada Puerta Matías, la misma puerta de entrada de los coches oficiales y no todos tenían el debido cuidado con los peatones, así que había que andarse con siete ojos porque había algún conductor con no muchas ganas de tener paciencia. Llamaba la atención los soldados que hacían guardia en las garitas porque estaban en posición de firmes y sin moverse lo más mínimo. Según nos contaron, esta especie de tortura sólo duraba una hora, tras la que eran relevadas las pobres criaturas. Gracias a Dios que la mili es voluntaria en la República.

Entramos al recinto y en el primer patio ya se nos explicó algo de su historia desde su construcción por los reyes medievales del siglo XI aunque, dada la posición dominante del lugar, es seguro que allí existirían edificios fortificados desde tiempo inmemorial. La guía que nos acompañaba, quien dijo llamarse Lucía, hablaba un buen español y aunque era joven había nacido y vivido bajo el régimen comunista el tiempo suficiente como para, con concimiento de causa y de forma elegante, decirnos que la República Checa le debía a Moscú el tremendo retraso económico respecto a Europa Occidental del que aun se estaba tratando de recuperar(1). Por suerte para el monumento que estábamos visitando, el haber sido utilizado como palacio presidencial lo salvó de las incultas barbaridades que se perpetraron en algunas iglesias y monasterios de la República, aparte de los edificos de espantoso gusto que se erigieron en aquella nefasta época. En esos años se construyó muy poco, pero todo horrible.


Entrada de turistas al recinto del Castillo de Praga.

Al parecer, los reyes checos gustaban de celebrar justas y torneos. Tanto que, cuando no podían hacerse en los patios por el mal tiempo, tenían dentro del Palacio la gran sala Vladislav habilitada para tal fín. El tamaño de la sala, con ser muy grande, no permite imaginar el esplendor de los encontronazos de los caballeros de armadura montados en sus enormes caballos blindados con su loriga de setenta kilos de hierro, pero nos consolamos pensando que aquellas moles(2) no podían adquirir la velocidad de galope que vemos en las películas(3).

Salvo un rápido vistazo a la llamada Escalera de los Caballeros, poco más pudimos visitar del Palacio por estar todo prácticamente ocupado por las dependencias de la Presidencia de la República. Por esta escalera accedían los caballeros, ya montados y con toda su impedimenta, a las justas que allí se celebraban.




















Palacio Real de Praga. Sala Vladislav y Escalera de los Caballeros

Pero en el recinto quedaban más sorpresas. En otro de los patios nos encontramos con la Basílica de San Jorge, segunda iglesia del conjunto tras la Catedral y la segunda iglesia más antigua de Praga y levantada hacia el año 920 como iglesia conventual en los primeros años de la cristianización de aquella región; y aunque sucesivos incendios y devastaciones no permiten hacernos una idea muy clara de su aspecto original, conserva su traza románica con mucha influencia de sus homólogas griegas de la misma época y posteriores.
















Basílica de San Jorge y Cripta de la misma.


Sin salirnos del recinto del Castillo nos fuimos a ver la joya de las joyas de Praga: La Catedral de San Vito. Una preciosidad gótica que deja muy atrás en belleza a otras grandes catedrales europeas de mayor fama.

La Catedral, bajo las advocaciones de los santos Vito, Wenceslao y Adalberto, aunque dedicada al culto católico, es propiedad del Estado desde su erección. En ella se coronaban los reyes de Bohemia y en ella también se enterraban santos, arzobispos y muchos reyes. El 29 de Noviembre de 1344 se coloca la primera piedra por el Arzobispo de Praga, Ernesto de Pardubice, en presencia del rey Juan de Luxemburgo y sus hijos Carlos (el futuro Carlos IV de Bohemia) y Juan. Su primer arquitecto fue el francés Matías Arrás y por ello es una espléndida muestra del gótico francés en tierras tan alejadas. Sucesivos arquitectos fueron dándole poco a poco un giro hacia el gótico alemán hasta que, en 1419, los husitas saquearon la Catedral despojándola de imágenes; pero eso no impidió que ellos mismos impusieran que la ceremonia de coronación de los nuevos reyes se realizara en este templo, inaugurando tal costumbre el Rey Segismundo. Acabadas las revueltas husitas y pacificada la zona, los reyes vuelven al castillo Praga en 1485 e inician las obras de reconstrucción del maltratado edificio. A toda prisa se construye la capilla del Oratorio Real que se inaugura en 1490 como símbolo del soberanía y se concluye su decoración con escenas de la vida de san Wenceslao, justo a tiempo para la coronación del rey Luis Jagellon en 1509.

Los tiempos y estilos se van sucediendo en el lento avance de las obras de la Catedral. Llega la época barroca y, con ella, la necesidad de la recristianización de Bohemia que, tras las revueltas husitas, las guerras luteranas y la Guerra de los Treinta Años, habían sumido al país en una confusa desmoralización. La tarea es encargada -cómo no- a la Compañía de Jesús y de aquella época barroca datan otros monumentos y decoraciones entre la que destaca por su riqueza la tumba de san Juan Nepomuceno(4) con sus figuras de plata diseñadas por Johann Bernhard Fischer von Erlag.

Tras una vuelta completa por la girola del templo, también pudimos ver una copia de la corona, el cetro y la manzana símbolo del poder real. Las auténticas joyas se guardan en una cámara acorazada bajo siete llaves en poder de siete personalidades distintas y se muestran muy de tarde en tarde bajo estrictas medidas de seguridad.

  Catedral de Praga. Puerta Sur



















Catedral de Praga. Nave central y mosaico
del Juicio Final de la Puerta Sur






Catedral de Praga. Copia de las joyas de la Corona de Bohemia

Salimos y pudimos contemplar el esplendor de una de las fachadas que, iluminada por el sol en ese momento, lucía sus mosaicos de inspiración veneciana en toda su belleza. Un rato para contemplar esa maravilla y salimos para ver la llamada Callejuela del Oro.


En el siglo XVI, bajo el reinado de Rodolfo II de Habsburgo, se construyeron once pequeñas casas adosadas a la muralla del Castillo de Praga para albergar a los veinticuatro guardias reales y sus familias. En un Renacimiento tardío fueron hechas de estilo manierista y, por supuesto, con criterios de comodidad y habitabilidad muy diferentes a los actuales. Más tarde fueron viviendas de los orfebres de Palacio, de donde le viene el nombre. Algunos dicen que también pudieron albergar a los alquimistas de Rodolfo II(5) pero, en realidad, estos se alojaban en una callejuela cercana. Ya en el siglo XX, algunos escritores se alojaron allí huyendo del bullicio de la ciudad; como Franz Kafka que se mudó desde el gran edificio del centro en el que vivía para trasladarse a una de aquellas casitas que, como de costumbre, ahora están tomadas al asalto por negocios de joyería, artesanía y, naturalmente, alguna librería en recuerdo de los escritores que vivieron allí. Lo cierto es que no duró demasiado tiempo la estancia de esos intelectuales porque las casitas en cuestión resultan ridículas hasta para los estándares de calidad e higiene de principios del siglo pasado. Un paseo por allí, rodeados de nubes de turistas, para hacernos una idea de lo que fue y salimos a una plaza pegada a la muralla que daba a uno de los accesos al Castillo en el que se exponían diversos instrumentos de tortura medievales, tales como cepos, una jaula minúscula y un aparato de hierro del que ignoro su nombre, en el que se colocaba a la victima de pie, a la intemperie, para dejarlo allí hasta que se secara. Luego iniciamos la bajada a la ciudad echando un vistazo a la llamada Puerta de los Gigantes, antigua entrada al recinto palaciego que mandó levantar María Teresa de Austria. A través de jardines que permitían unas vistas espectaculares de Praga, terminamos la bajada y nos encontramos de nuevo en el corazón de la ciudad. Casi ya era la hora de comer.


Puerta de los Gigantes. Castillo de Praga

Fuimos al Reataurante Konirna que algún despistado quiso leer “Corinna” por influencias ya sabidas. La comida no estuvo todo lo mal que pudiéramos temer: Sopa de verduras y luego un buen solomillo en salsa con patatas asadas y finas lonchas de panceta algo churruscadas. Del postre, más vale no acordarse. Aun nos quedaba la tarde para conocer la Malá Strana o Ciudad Pequeña.


Es curioso que, justo en la medianera del restaurante Konirna, se hallaba un restaurante español llamado El Centro pero, por supuesto que los precios de nuestras comidas, allá en Praga, no están al alcance de todos los bolsillos. Sólo con tener en cuenta que el aceite de oliva es una carísima rareza nos podemos hacer una idea de que una agencia de viajes no puede ofrecer precios competitivos de comidas si ofrece las de un restaurante español en tierras bárbaras... o menos bárbaras, porque los precios de restaurantes españoles en París también son prohibitivos.








Iglesia de San Nicolás de la Malá Strana.








La Malá Strana es un lugar encantador donde merece la pena perderse por sus callejuelas y ver sus edificios barrocos, neoclásicos y hasta alguno de la época romántica; todo ello sin contar con los estilos eclécticos que algunos arquitectos trataron de imponer con cierto éxito. También había algunos monumentos muy necesitados de limpieza, pero tengamos en cuenta que las subvenciones de la Unión Europea llegaron a la República Checa a partir de 2004 y que, a pesar del serio empeño checo por reconstruir su pequeño país tras tantos años de peste comunista, aun queda mucho trabajo por hacer y mucho dinero por emplear. Sin prisas, pasamos ante la iglesia de San Nicolás(6), Santo Tomás y la de Nuestra Señora de la Victoria, a la que entramos    a ver el famoso y muy andaluz Niño Jesús de Praga, así como ante el Palacio de Lieschtenstein. Aquí debo hacer un inciso para aclarar que existen tres iglesias en Praga bajo la advocación de san Nicolás. La primera de ellas es la joya barroca que existe en la Plaza del Reloj y que no es de culto católico sino que es la única que tienen los pocos husitas que aun existen; la segunda es la que vimos en la Malá Strana y la tercera está un poco alejada del centro y tiene un menor interés artístico. Esta segunda iglesia de San Nicolás a la que me refiero, se construye en la época en la que se encargó a los jesuitas la recristianización de Bohemia y seguramente debe su nombre a provocar una deliberada confusión entre husitas y católicos. Tambíen la de Santo Tomás, fundada por los agustinos como no podía ser de otra manera, data de la misma época.




















                        Imagen del Niño Jesús de Praga en la Iglesia de
                        Santa María de la Victoria de Praga.
Praga. Iglesia husita de San Nicolás

No podíamos salir de la Malá Strana sin entrar en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria a venerar la imagen del famoso Niño Jesús de Praga, talla cordobesa o sevillana del siglo XVI que fue llevada allí por doña María Manrique de Lara y Mendoza al casarse con el canciller Vratislav von Pernstein y donada a los carmelitas por su hija Polisena Pernstein hacia 1628 y desde entonces se venera en esta iglesia. Esta imagen ha sufrido las consecuencias de la invasión sueca(7) en la que perdió los brazos y hubo que reponérselos; pero su fama de milagrosa pervive desde el siglo XVII hasta nuestros días y su altar está rodeado de placas de reconocimiento entre las que destacan muchas escritas en español. Curiosamente, justo cuando visitábamos la iglesia se estaba celebrando una misa en español centroamericano en el que el saludo del sacerdote a los fieles era: “El Señor esté con ustedes” Por ello no pudimos acercarnos a la Capilla Cornaro en cuyo altar se venera una preciosa talla de Bernini con el éxtasis de Santa Teresa, similar a su homónima del mismo autor que está en San Pedro de Roma.

Como última etapa guiada del paseo por la Malá Strana de la tarde, Lucía nos llevó al llamado muro de John Lennon. Situado en la pequeña plaza de Velkopřevorské náměstí, frente a la Embajada de Francia, es un muro de contención de tierras que limita una propiedad de la Orden de Malta. Su historia es curiosa ya que, a la muerte de John Lennon el lunes 8 de Diciembre de 1980, se reunieron en aquella plaza un grupo de jóvenes para homenajear su figura y su obra. Se dio la circunstancia que, al ser una plaza algo escondida, las autoridades comunistas no atajaron aquel movimiento espontáneo en el acto, sino que se dieron cuenta cuando tales homenajes y reuniones se habían convertido en costumbre. Los jóvenes pintaron el muro con un gran retrato de Lennon que los comunistas borraron al día siguiente pero, cada mañana, aparecía nuevamente el retrato acompañado de frases relativas a la libertad, lo que constituía una grave ofensa para la dictadura marxista de la época.

Hoy día sigue el muro lleno de pintadas, retratos del artista, papeles con recordatorios, poemas y frases más o menos ingeniosas que recuerdan su obra. Nunca faltan jóvenes cantando o recitando poemas ante él y los caballeros de la Orden de Malta, propietarios del lugar, permiten tales actos sin poner ningún problema, ya que no es un lugar de vandalismo y es todo un símbolo de la lucha por la libertad(8)

Tras disfrutar del paseo y, de paso, aprender Historia, nos fuimos hacia la Ciudad Vieja con la intención de hacer una parada en la Plaza del Reloj Astronómico para visitar la tienda Erpe, especializada en cristal de Bohemia

La tienda es muy grande y tiene puertas a varias calles. Está repleta de todo lo que podamos imaginar en cristal de Bohemia y a todos los precios imaginables. Íbamos buscando las famosas limas de uñas que, según dicen, son eternas a menos que se lleven un golpe y se rompan; y además están a unos precios razonables. Como son muy buenos comerciantes, disponen de cómodas sillas, sillones y hasta sofás para que los varones descansemos mientras que las damas curiosean y hacen sus compras. Me llamó la atención que sus empleadas eran de muy diversas nacionalidades para atender a los clientes de fuera de Europa en todos los idiomas imaginables. Los europeos teníamos que conformarnos con el inglés de siempre salvo los rusos, claro; ellos, a pesar de caerles a los checos como un tiro(9), tienen dinero para tirar alegremente en joyerías y reciben un trato especial; aparte que todos los checos de cierta edad aprendieron ruso en el colegio.

Aunque no era tarde y quedaba tiempo para la cena, nos fuimos al hotel a descansar. Al menos podríamos ducharnos antes y presentarnos decentemente en el comedor. Mañana nos esperaba un día algo más fuerte y un viaje un poco largo a Karlovy Vary.


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1 Y a muy buen ritmo, por cierto. Tanto la antigua Checoslovaquia como Alemania Oriental tuvieron la ventaja de ser países industriales y la Unión Soviética aprovechó tal circunstancia destruyendo relativamente poco de ese tejido productivo. Mucha peor suerte sufrieron países más atrasados como Rumanía y ahora lo estamos pagando en casi toda Europa. Volveremos a ello en la crónica de mañana.

2 En efecto. La caballería pesada medieval era más bien una fuerza disuasiva por el terror que inspiraba. Caballo y caballero acorazados se paseaban por el campo de batalla seguros de su blindaje. El jinete, casi inmovilizado por el peso de su armadura y cota de malla, podía matar a quien se pusiera a su alcance. Tan sólo corría el riesgo de ser derribado, en cuyo caso no podía esperar piedad al estar sin poder levantarse por sus propios medios. Una vez en el suelo no esperaba piedad y solía ser apuñalado por el enemigo a través de la celada del yelmo con una daga fina que recibía el ilustrativo nombre de daga de misericordia. Los caballos empleados eran de una raza especial, muy fuertes y grandes que se dejaron de criar expresamente para ese fin a raíz de la batalla de Nájera (La Rioja) en 1367, cuando las huestes del Príncipe de Gales, llamado Príncipe Negro, derrotaron en nombre de Pedro I de Castilla a las del pretendiente bastardo, futuro Enrique II de Trastámara. En esta batalla los mercenarios británicos desvelaron la manera de destruir la caballería pesada, con lo que tal cuerpo de ejército cayó en desuso. En el Museo Lázaro Galdiano de Madrid se conservan aun ejemplares de estas impresionantes armaduras equinas.

3 Sumando al peso del caballero los treinta kilos de armadura, más la cota de malla, más el peso de adarga, espada y lanza y añadimos los setenta kilos de la loriga equina, calculamos más o menos que un caballero no muy corpulento para la época, de más o menos sesenta kilos, cargaba sobre el animal un peso total de casi doscientos kilos. Creo que es imposible hacer correr a un caballo así de cargado por muy fuerte que éste sea.

4 Cuenta la leyenda, tenida por cierta aunque ofrece demasiadas dudas, que Juan Nepomuceno fue confesor de la reina Sofía de Bavaria. El Rey, su marido, quería conocer los secretos que Sofía contaba a su confesor y éste se negó a revelarlos. Por ello fue arrojado al moldava desde el puente de Carlos.

5 Sobrino de Felipe II de España.


6 No confundir con la de San Nicolás de la Plaza del Reloj de la Ciudad Vieja.

7 De las aventuras europeas del rey Carlos XII de Suecia hablaremos en otros artículos. Se creía una especie de Alejandro Magno y así le fue. Recomiendo el ensayo que escribió Voltaire sobre tan curioso y sanguinario personaje.

8 Una pintada curiosa decía: All you need is love y un par de guasones habían añadido: & pizza & beer.

9 Cosa muy normal teniendo en cuenta las circunstancias históricas y que aun se portan como si Chequia siguiera siendo su colonia. A mí también me cayeron fatal los muchos que me crucé porque siguen como si aquello fuera suyo. Aunque los chinos eran casi peores: más feos, con menos educación y peor vestidos.



















3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leónidas. Muy bonito todo, la forma de explicar cada cosa es muy cercana, estilo Jose.

Anónimo dijo...

Maravillosa segunda crónica, como si hubiera estado allí, pero no se me ocurre invitarte a comer jajaj

María Paloma dijo...

Excelentes las crónicas y muy entretenidas.