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sábado, 11 de abril de 2015

DISCIPLINA DE VOTO

Señoras y señores Diputados, Senadores y parlamentarios autonómicos:

Estoy realmente escandalizado por el funcionamiento de las Cámaras de representación ciudadana donde ustedes realizan una supuestamente digna labor en favor del pueblo. No quiero perder la serenidad de expresión ni atropellar mis propias palabras ante las atrocidades morales que se cometen contra ustedes y que ustedes mismos consienten con tal de conservar puesto y sueldo.

Quizá sea un ingenuo de los que aun creen en el sagrado concepto de la democracia; aunque me inclino a pensar que, más que ingenuo, sea sólo un pobre imbécil a sus ojos: Un tonto útil de los que depositan su inservible papeleta en la urna cada cuatro años con la lejana esperanza de conseguir el bien para España a todos los niveles. Quizá. Y digo quizá porque hay comportamientos corporativos ante los que la palabra repugnante se queda muy lejos de la intención definitoria de sus infames acciones y su abyecto borreguismo.

Todo esto viene a cuento por algo que ustedes y yo conocíamos pero en lo que no se ha profundizado. Resulta que, entre ustedes, existe un concepto llamado "disciplina de voto" por el que todo aquel ser -me niego a llamarle humano- que pose su repulsivo culo de obediente pelota sobre un escaño pagado con mis impuestos, está obligado a votar lo que le mande su jefe de filas quien, a su vez, obedece instrucciones de un ente de mayor rango y, por supuesto, de mayor abyección diabólica.

Ahora resulta que sus jefes no somos los contribuyentes sino la quintaesencia destilada de la hez de la escoria de la basura, a quienes ustedes les son sumisos y son castigados con multas en caso de desobediencia.

Señoras y señores Diputados, Senadores y parlamentarios autonómicos: Si ustedes sirvieran para algo más que para cobrar sueldos públicos por calentar asientos a cambio de una obediencia perruna ya lo habrían demostrado en sus vidas profesionales; y ante un intento de imposición de voto por parte de cualquier hijo de puta de cargo superior, responderían con una dimisión fulminante y escandalosa ante la prensa y todos los medios de comunicación para descrédito de la gentuza que los maneja.

Pero no. Ustedes siguen aferrados a sus asquerosas prebendas mal ganadas a mi costa. Los menos indignos de ustedes prefieren pagar esa multa y seguir en el sillón a sabiendas que continuarán cobrando del dinero de mi sudor, en lugar de poner públicamente en su sitio al incalificable ser que les impone el voto. Por no hablar de las chupópteras sabandijas que obedecen sin rechistar a su amo como esclavos de mierda que son.

Estoy seguro que muchos de ustedes son o han sido honrados profesionales de todas las gamas; desde el humilde repartidor de butano hasta doctores en muchas carreras y especialidades e ilustres miembros de la carrera judicial ¿Cómo es posible que se plieguen ustedes a ese juego? ¿Cómo concibo yo, simple ciudadano, que un honorable profesional se rebaje a obediente siervo de una gentuza perfectamente definible? ¿En tan poca cosa se valoran? Tengan dignidad de una vez porque estoy seguro que algún día la tuvieron. Mírense al espejo y díganse a sí mismos si merece la pena seguir así, como títeres en manos de mafiosos indeseables y si continuar por la senda que le marcan aquellos que su dios es su vientre les merece la pena para recibir al final el merecido premio del eterno desprecio. Piensen los que puedan pensar y actúen en consecuencia.

En cuanto a los que están ahí con ustedes y no tienen más oficio ni beneficio que aplaudir al señorito, en el suculento sueldo mal ganado les va también el pasaje a su propia abyección social y moral de la que nunca debieron salir. Prostituidos en alma y cuerpo, sólo mantener generaciones de idiotas a base de planes de estudios hechos a la medida de los delincuentes harán posible que continúen en sus asientos.

Pero no se engañen: Su tiempo se está acabando; y también el nuestro de seguir consintiendo semejantes aberraciones.

Con mi más despectivo saludo me despido de ustedes.

1 comentario:

EnEaS dijo...

La conclusión para mí es clara y diáfana: hoy por hoy los partidos políticos son sectas, ni más ni menos.