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miércoles, 21 de enero de 2009

LA RAZA NEGRA EN LA GENEALOGÍA DE JESÚS

A pesar de la tendencia endógama del pueblo de Israel, reforzada por las leyes favorables a ella y penalizadoras de lo contrario, a veces no se duda en recurrir a sangre extraña para refrescar la raza. En esta ocasión nos encontramos con un caso espectacular, ya que el protagonista se trata de un miembro de la propia tribu de Judá, descendiente de Tamar, nuera de Judá y viuda de Onán, quien para tener descendencia, se hizo pasar por prostituta para engatusar a su suegro y quedarse embarazada de él. Y el elemento extraño es nada menos que una moabita, quizá de raza negra como todas las etíopes, quien ingresa en el selectísimo círculo de la ascendencia de David. Aquí empezamos a darnos cuenta de que se está cociendo algo grande en medio de tantas casualidades.

La genealogía de David arranca, como ya se ha dicho, de la unión de Judá con Tamar quien parió a Fares. El resto de la línea, por vía paterna, es: Esrom, Aram, Aminabad, Nasón, Salmón, hasta llegar a Boz, de quien nos ocupamos ahora mismo.

En Belén de Judá vivía un hombre llamado Elimelec quien, casado con Noemí, tenía dos hijos llamados Majalón y Quelyón. Ya sabemos desde casi el principio del libro cómo se las gastaba la sequía por aquellas tierras y, en consecuencia, a causa de una de ellas emigra Elimelec con toda su familia a la tierra de Moab. Muere allí el cabeza de familia y sus hijos toman por esposas a dos moabitas, llamadas Orfa y Rut. Al cabo de diez años fallecen también éstos quedando viudas las tres mujeres. Noemí, entonces, pensando en volver a su ciudad natal, envía a sus dos nueras de vuelta a casa de sus padres. Tras algunas protestas de compromiso accede Orfa, pero Rut se niega con obstinación y dice a su suegra: (Rut 1:16)

No insistas en que te deje y me vaya lejos de tí; donde vayas tú, iré yo; donde mores tú, moraré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; donde mueras tú, allí moriré y seré sepultada yo.”

Emociona leer este párrafo lleno de piedad filial con una suegra, tan alejado de la leyenda negra actual que rodea a éstas. Pero lo importante para el relato es que Noemí, seguida de Rut, regresa a Belén, llegando justo cuando comenzaba la siega de la cebada. La casualidad, nuevamente, hace que Rut se vaya a espigar al campo de un pariente cercano de Elimelec, llamado Boz, quien estaba al corriente de la fidelidad de la muchacha, por lo que ordena a sus criados que le den un trato digno y, no sólo la dejen espigar al uso de las leyes que Moisés les había dado en el desierto (1), sino que dejen más de la cuenta en el campo para que ella lo recoja.

Enterada Noemí de quién es el dueño del campo donde ha sido Rut tan bien tratada y siendo Boz pariente de su difunto marido, hace que la muchacha reclame a su amo el derecho del levirato y éste, hombre honrado que era, sabiendo que existe otro pariente más cercano a Elimelec, no hace uso de tal derecho hasta obtener la renuncia al mismo, ante testigos, por parte de tal pariente. Una vez obtenida la renuncia, un encantado Boz algo entrado en años, desposa a la joven Rut quien, a su tiempo, parirá a Obed, abuelo paterno de David.

No me resisto a recomendar vivamente la lectura de esa pequeña joya que es el Libro de Rut. En medio de la Biblia, este librito de apenas cuatro páginas es una corriente de aire fresco que se agradece mucho.

(1) La Ley ordenaba que los segadores no recogieran toda la cosecha, sino que dejaran en el campo una pequeña parte para las viudas y huérfanos pobres. Esta costumbre pasó después a la cristiandad, estando aquí en España muy mal visto que los segadores arrebañaran la mies. Algún ejemplo de ello hay recogido y ha llegado a la actualidad. (Recuérdese el estribillo del coro de la zarzuela Las Espigadoras: "En memoria de mi segador/no arrebañes los campos de mies/que detrás de las hoces voy yo")

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es de esperarse que no haya comentario sobre un tema que por historia ha sido manipulado desde el inicio de lo que hoy llamamos religión ya que el hombre ha tratado y lo ha logrado, manipulando al hombre a su antojo, con ideas y manifestaciones racistas, regionalistas,etc con estigmas de según ellos los dueños del mundo como descendientes directos de los dioses, por lo tanto desentiendes directos de un linaje que les permite estar sobre todos los que despectivamente mencionan como populacho seres inferiores que nacieron para servirles, para trabajar para ellos.
Esto es parte de le vida real.

Unknown dijo...
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