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miércoles, 14 de enero de 2009

LA VIRGEN MARÍA EN EL ISLAM

Hace unos días, a indicación de un buen amigo, seguí el blog de César Vidal en Libertad digital. Por allí apareció un ser indefinible dotado de, al menos, dos personalidades que decía llamarse Walid Haddad, ser sirio y haber sido imán hachemita, pero que lucía una esplendorosa falta de conocimiento del Corán. A él va dedicado este texto extraído de una conferencia que estrené en la Navidad de 2003.

LA VIRGEN MARÍA EN EL ISLAM

En líneas generales, a veces el estudio de la Historia nos trae sorpresas que, agradables o no, derriban mitos e ideas preconcebidas y, por tanto, nos libran de prejuicios y apreciaciones que, durante generaciones, se han tomado a la ligera y han sido aceptadas sin más análisis por nuestra parte, dando por buenas algunas opiniones anteriores que, desinformadas o interesadamente distorsionadas, nos han transmitido verdaderos errores de bulto. Si esto es cierto en líneas generales, como ya he dicho, es mucho más cierto cuando se profundiza un poco en el estudio de la Historia de las Religiones, tema delicado por excelencia y sujeto en todas partes a manipulaciones tendentes a hacernos considerarlas algo así como compartimentos estancos para no hacernos caer en la tentación de compararlas. Parece como si los dirigentes de todas ellas tuvieran miedo de que sus fieles pudieran sentirse atraídos por creencias ajenas hasta extremos que los lleven a abandonar las que tenían abrazadas desde su nacimiento; tal vez olviden o no quieran tener en cuenta el consejo evangélico del mismo Jesús quien nos anima a buscar la Verdad porque sólo la Verdad nos hará libres.

Toda esta confusión es particularmente lamentable en nuestro país que, habiendo sufrido una invasión islámica que casi destruyó por completo nuestra raíz cristiana primitiva, al día de hoy existe una gran desinformación sobre la religión de los invasores, a pesar de haber sido practicada en España durante más de setecientos años; desinformación que nos lleva a considerar al Islam como algo totalmente ajeno a nuestras creencias y costumbres, sin que podamos sospechar que existen unos lazos de unión mucho más estrechos de lo que nos imaginamos. Seguramente, a lo largo de esta charla les voy a pedir alguna vez que no se escandalicen y para que, en lo posible, quien no quiera fiarse de mis palabras pueda tener a mano las mismas fuentes de información que he tenido yo mismo, antes de empezar diré que las he tomado de una de las ediciones del Corán más cuidadas que se hayan hecho en castellano, concretamente la publicada por Visión Libros, en Barcelona en 1979. En este mismo libro también figuran algunas de las cartas que envió Mahoma a dirigentes políticos de su época instándoles a su conversión al Islam y que nos darán alguna que otra sorpresa de las que ya les había advertido al principio.

Mi curiosidad por investigar estas grandes afinidades de pensamiento entre el Islam y el cristianismo vino cuando, hace muchos años, esa casualidad que nos hace tropezar con las cosas que realmente importan en esta vida, trajo hasta mis manos una carta que Mahoma dirigió al entonces cristiano emperador de Etiopía, con quien tenía una deuda de gratitud por haber refugiado en su reino a parte de los primeros seguidores del Islam, salvándolos de las matanzas que sus enemigos perpetraban en La Meca. En esta carta, en la que se le pide al Negus Annayaxi que se convierta a la nueva religión, Mahoma escribe:

Reconozco que Jesús, hijo de María, es el espíritu de Dios y su Verbo. Él lo hizo descender de María, virgen bienaventurada e inmaculada y ella lo concibió…”

La sorpresa que me llevé al leer esta carta fue mayúscula. Reconozco que soy uno de los pocos afortunados que, educado en un colegio religioso católico, me fue inculcado un profundo respeto por Mahoma y el Islam desde una edad tan tierna como la de los doce o trece años que era cuando se estudiaba la Historia de la Iglesia en el tercer curso del Bachillerato de entonces. Allí no se me presentaba a Mahoma como un monstruo ávido de sangre cristiana, como era costumbre de la época en la mayoría de los sitios sino, más bien, como un brillante político y guerrero que logró la hazaña de unificar en una sola nación y en una sola creencia a miles de tribus idólatras dispersas por el inmenso territorio de la península de Arabia y que, hasta su llegada, se dedicaban al robo de caravanas y a hacerse la guerra unas a otras. Los monstruos ávidos de sangre cristiana llegaron después de su muerte, cuando los burgueses de La Meca instigaron y pagaron el asesinato de su yerno Alí, marido de su hija Fátima, al que siguió toda la serie de acontecimientos que derivaron en la escisión de las dos grandes ramas del Islam actual y que se salen, con mucho, de los límites de esta charla.

En estos tiempos que corren y, tras los últimos acontecimientos históricos en los que parece que se azuza de nuevo el odio entre musulmanes y cristianos, considero un deber hacer lo que tanto me gusta, como es poner a cada cual en su sitio y no dejarme llevar por instintos de venganza ni por habladurías de ignorantes más o menos interesados de ambos bandos. Porque lo cierto es que, a pesar de tantos siglos de guerras y enfrentamientos por causa de la religión, a estas alturas de la Historia y mirando los antecedentes con la debida serenidad, es preciso reconocer que tales graves desavenencias sólo son debidas a cuestiones políticas y, naturalmente, económicas porque en toda la predicación de Mahoma, que duró desde el año 610 hasta su fallecimiento en 634, no se advierte la menor traza de odio contra los cristianos; más bien todo lo contrario. Sólo sus sucesores, en su afán de ganar poder y riquezas, se dedicaron a meter cizaña entre ambas creencias y a intentar imponer las suyas por la fuerza con las consecuencias que todos conocemos y que, desgraciadamente, continúan al día de hoy derramando sangre inocente. La verdadera opinión de Mahoma sobre los cristianos podemos leerla en su libro sagrado, el Corán, en la sura 5, aleya 821:

Juro que hallarás que los peores enemigos de los creyentes son los judíos y los idólatras; en cambio, hallarás que quienes están más próximos del afecto de los creyentes son los que dicen: “En verdad somos cristianos” porque tienen sacerdotes y monjes que no se enorgullecen.”

Retomando el tema, la carta que Mahoma envió al Negus Annayaxi me animó a investigar el Islam en, al menos, la profundidad a la que puede llegarse leyendo su texto sagrado por excelencia: El Corán. Y digo sagrado por excelencia, porque los musulmanes también veneran como libros revelados a los de la mayoría del Antiguo Testamento y, por supuesto, a los del Evangelio aunque consideren al Corán como el último y más perfecto de todos ellos. En este libro sagrado encontré verdaderas perlas que ustedes mismos van a descubrir ahora y que, como dijo el propio Negus cuando acogió en su reino a los seguidores de Mahoma: “La diferencia entre vosotros y nosotros es más estrecha que una línea. Sed, por tanto, bienvenidos”.

Para empezar, sorprende que un pueblo semita como el árabe, acostumbrado a nombrar la genealogía paterna de cualquier personaje cuando se le cita, en el caso de Jesús no se le llama hijo de José o descendiente de David, como hicieron sus paisanos los judíos, sino que es llamado “Isa ben Mariam”, lo que quiere decir: Jesús, hijo de María. Caso único entre semitas de citar a la madre, en vez de al padre, en el nombre de un hijo, indicándonos así que creen firmemente, igual que nosotros, en la encarnación de Jesús en María sin la intervención humana. Abundando en el tema, tienen los musulmanes una curiosa costumbre: en sus funerales, al igual que hacen con Jesús, se nombra al difunto por su matronímico2 en vez de por su patronímico en señal de respeto al que consideran el mayor profeta de todos los tiempos, detrás de Mahoma naturalmente; pero, acerca de su Madre y adentrándonos en su Libro, nos encontraremos con muchas más cosas.

Para empezar, rara es la sura o capítulo del Corán, sobre todo en sus primeras tres cuartas partes, que no haga alusión a Jesús, María o a ambos; contar las citas coránicas alusivas a María es una labor titánica ya que, sólo los párrafos completos dedicados a Ella son treinta y cuatro, de los que en veinticuatro aparece asociada también a Jesús; pero no sólo se alude de pasada, sino que toda la sura 193 está dedicada en exclusiva a la Virgen María y la sura 34 a su familia y nacimiento. María, refiriéndose a la madre de Jesús, es el único nombre de mujer que aparece en el Libro sagrado musulmán y, en todas las ocasiones, con el mayor de los respetos y con una veneración no disimulada por el propio Mahoma, quien defiende su virginidad a capa y espada anunciando espantosos castigos que caerán sobre aquellos que hablen contra ella (4,156)
Por un momento, vamos a dejar el Libro Sagrado musulmán para referirnos a las tradiciones admitidas por todos los teólogos del Islam. Para el mundo islámico, aunque la escritura sagrada por excelencia sea el Corán, también tienen muy en cuenta lo que llaman las Sunnas o dichos del Profeta, de las que fueron recopiladas unas mil quinientas en los años posteriores a su muerte; además, cuentan con lo que llaman las Hadits, o tradiciones que pueden estar o no relacionadas con las enseñanzas de Mahoma. Un triste ejemplo de tradición que contradice frontalmente al propio Corán es el de la lapidación de las adúlteras, cuando en el Libro (24,2) el peor castigo que el Profeta les impone a los adúlteros - a los dos, no sólo a la mujer - es el de cien latigazos a cada uno.

Pues bien, en una de estas tradiciones que sí se le atribuye al propio Mahoma, se nos dice que:

Todo hijo de Adán, es tocado por un demonio en el momento mismo de nacer. La criatura así tocada emite un grito. Solamente María y su hijo hicieron excepción de esta regla”.

Es de notar que el propio Mahoma, según esta tradición, reconoce estar tocado por el pecado original, así como el resto de profetas y santos que ha habido y habrá a lo largo de la Historia; sin embargo, libra de esta lacra a María y a Jesús.

A lo largo de la Historia, la Iglesia fue cobrando conciencia que María, llamada la “llena de gracia” en el Evangelio de San Lucas (1,28) había sido redimida desde su concepción por lo que, tras siglos de discusiones teológicas en las que, todo hay que decirlo, nuestra ciudad tuvo un papel protagonista, el Papa Pío IX definió como dogma la Inmaculada Concepción de María en 1854, asumiendo de una vez por todas que fue concebida sin la mancha del pecado original. Pero no se escandalicen porque, aunque parezca mentira, volviendo al Libro sagrado musulmán, Mahoma se le había adelantado nada menos que mil doscientos años cuando, como colofón a toda una serie de comentarios sobre el embarazo de Ana, madre de María y la dedicación al servicio del Señor de Joaquín5, su padre y de toda su familia, al relatar la Anunciación de Jesús, pone en boca del Arcángel Gabriel las siguientes palabras descritas en la sura 3, aleya 42 del Corán:

“¡Oh, María! Por cierto que Dios te eligió, te purificó y te prefirió sobre todas las mujeres del mundo

Y parece también que el propio Profeta invoca a María cuando, en 66,12, dice al ponerla de ejemplo:

Y con María, hija de Imran, quien conservó su castidad y en quien alentamos nuestro espíritu…”

Quizás no sea del todo cierto lo que voy a contar a continuación, pero lo he recogido de la tradición de los maestros sufíes de los que tan pródiga fue nuestra tierra. Cuentan estos maestros que, en la última de las batallas que Mahoma libró en Arabia, cuando entró triunfante en La Meca, su ciudad natal, fue al templete de la Caaba que estaba lleno de imágenes de ídolos y de santos de todas las religiones conocidas en su época y lugar. Iconoclasta como era, el Profeta destruyó o mandó destruir todas las imágenes que encontró pero, al ver una imagen bizantina de la Virgen con el Niño, la protegió con sus propias manos y la ocultó bajo su manto para salvarla de la destrucción, entregándola después a los cristianos para que recibiera el culto adecuado, alejada de los ídolos de los paganos. Verdad o no, así lo cuentan los sufíes y muchos otros maestros musulmanes. Otra versión, más moderna, nos asegura que la tal imagen aun permanece en el interior de la Caaba.

Pero, lo que sí es un hecho cierto es que en la ciudad de Éfeso, ahora en territorio de Turquía, país musulmán por excelencia, existe una casa en la que, según la tradición, habitaron la Virgen y San Juan cuando huyeron de Jerusalén en el año 44 a causa de aquella persecución de Herodes que le costaría la vida, entre otros, al propio Santiago y que está relatada en el Libro de los Hechos. Por tanto, no es de extrañar que esta casa sea, hoy día, un lugar de peregrinaciones diarias; pero lo que sí nos puede asombrar a nosotros, es que el noventa por ciento de los peregrinos que acuden a ella son musulmanes que acuden a rezar y a venerar a la Virgen. A mayor abundamiento y también en nuestra propia época, el poeta y maestro sufí turco Muzaffer Ozak, fallecido en 1985, en su obra “Bendita Virgen María”, propone la construcción en esta ciudad de una mezquita en su honor, en la que musulmanes y cristianos acudieran juntos a rezar para fomentar la unión entre ambas religiones.

Los teólogos musulmanes no se ponen totalmente de acuerdo en la categoría de la santidad de María, dividiéndose entre los que la consideran a la altura de los mayores profetas, como Abraham y Moisés, o quienes tan sólo la consideran la más santa de las mujeres y, por tanto, ocupando un lugar de honor en el Paraíso; pero todos, sin excepción, ante la cantidad de alabanzas que se vierten sobre ella en el Corán, reverencian su nombre y la llaman Sayyidatuna Maryam, cuya traducción exacta es "Nuestra Dama María". Y, para darnos una idea algo más exacta de la veneración musulmana a la Virgen María, tengo que contarles una historia que fue contemporánea para los que ya tenemos cierta edad y que ocurrió en la ciudad de El Cairo entre Abril de 1968 y 1973, en la iglesia cristiana copta de Santa María de Zeitung.

Por hacer algo de memoria, hay que recordar que, en aquella época, un Egipto humillado por la tremenda derrota de la Guerra de los Seis Días, acaecida apenas unos meses antes, entre los días 5 y 10 de Junio de 1967, acababa de exigir al general Gamal Abdel Nasser6, quien dimitió de la presidencia del país a raíz de aquel desastre, que volviera a ocupar su cargo. Repuesto en el poder, Nasser, ateo confeso, marxista convencido y aliado de la entonces Unión Soviética, estaba muy ocupado recabando ayuda de sus amigos del bloque del Este para construir la presa de Asuán que era el mayor de sus sueños. El resto del mundo estaba también muy ocupado con los problemas que causó la retirada francesa de Vietnam7 y la entrada en guerra de los Estados Unidos en el sureste asiático para frenar el avance comunista. Esta era la situación a grandes rasgos y he querido hacer hincapié en la condición de comunista de aquel gran dirigente egipcio, quien en su juventud había derrocado la corrupta monarquía de Faruk, por lo que vamos a ver ahora.

En aquella iglesia copta construida para conmemorar la huída a Egipto de la Sagrada Familia, tuvieron lugar una serie de supuestas apariciones que, regularmente se producían tres veces a la semana durante varios años, durando hasta 1973. Paralelamente, también se producían curaciones inexplicables en su entorno y, por primera vez en la Historia, se graban en vídeo las imágenes de las supuestas apariciones por parte de la televisión egipcia y son fotografiadas por todo aquel que dispone de cámara. También era la primera vez en la Historia que musulmanes y cristianos rezaban juntos, cantando los musulmanes el versículo 3,42 del Corán ya citado: “¡Oh, María! Por cierto que Dios te eligió, te purificó y te prefirió sobre todas las mujeres del mundo”.
El propio presidente Nasser fue testigo y así lo declaró - nobleza obliga - de unas apariciones que pudieron contemplar más de un millón de personas a lo largo de aquellos años. Las características de estas apariciones, las curaciones que propiciaron y su discusión final no vamos a tratarlas aquí; baste con decir que en España las noticias no fueron divulgadas por unos medios de comunicación afines a un régimen que no podía ver con buenos ojos unas apariciones marianas en tierra de infieles. El caso es que, tanto la iglesia copta de obediencia griega, la de obediencia egipcia y la Católica Romana, así como el Gobierno Egipcio8, hicieron sus investigaciones, de cuyas disquisiciones tampoco vamos a ocuparnos, pero sí de la conclusión final de la investigación de aquel gobierno marxista y oficialmente ateo, aunque lleno de musulmanes ortodoxos, emitida por la Oficina de Información General y Quejas de Egipto. Dice así y no agrego comentarios:

"Investigaciones oficiales han llegado a la conclusión que es un hecho innegable que la Santísima Virgen María ha venido apareciendo en la Iglesia de Zeitun en un cuerpo claro y luminoso visto por todos los presentes que estaban frente a la iglesia, ya fueran estos Cristianos o Musulmanes"

Quizás ustedes estén tan sorprendidos como lo estuve yo mismo cuando investigaba sobre las creencias religiosas del Islam y se pregunten por qué tanta división en medio de tanta coincidencia: para ellos, igual que para nosotros, María fue concebida sin pecado original y, después, virgen y madre. Tanto en la cristiandad como en el Islam, muchas mujeres llevan el nombre de María en su honor; Jesús o Isa ben Mariam como le llaman ellos, es el Mesías, el Espíritu de Dios o Ruhalá y su Verbo y aunque para ellos no sea Dios ni hijo de Dios y Mahoma se sitúe por encima de Él como último profeta, ambas religiones esperan su segunda y definitiva venida. La respuesta, en principio, ya la habíamos anticipado y tiene su origen en las ganas de buscar poder y dinero por parte de los sucesores de Mahoma quienes, de ninguna manera querían supeditarse a las religiones ya existentes, sino buscarse una parcela propia. Quizás si Mahoma hubiera encontrado un mejor maestro cristiano o judío en su viaje de juventud a Damasco, o si los judíos de La Meca lo hubieran acogido en lugar de despreciarlo, las cosas hubieran rodado de distinta forma y más feliz para todos, pero la Historia no siempre ofrece un camino fácil a la Humanidad.

A pesar de todo, la Divina Providencia es sabia e hizo que, de los siete hijos que tuvo Mahoma con su patrona y esposa Jadicha, Fátima, la menor y la favorita de su padre, fue y es casi tan venerada en el Islam como la propia María porque el propio Profeta, antes de morir, le dijo que ocuparía en el Paraíso un lugar sólo inferior al de la madre de Jesús. Era tan venerada y recordada por los musulmanes que, cuando los norteafricanos, que no los árabes como nos dicen algunos, invaden la Península Ibérica el año 711 y arrasan la precaria monarquía visigoda, llaman de esa manera a cierto lugar en las cercanías de Leiría en lo que hoy es Portugal, en honor de aquella hija menor de Mahoma. El nombre perduró durante los siglos y, a pesar de la Reconquista, se sigue llamando igual en la actualidad como otros tantos toponímicos de origen árabe o bereber como tiene nuestra geografía.

Como todos sabemos, del 13 de Mayo al 13 de Octubre de 1917 ocurren en aquel lugar una serie de acontecimientos que la Iglesia interpreta como verdaderas apariciones marianas, por lo que el encinar donde sucedió todo se transforma en una explanada con un santuario en honor de la Virgen que lleva el mismo nombre que le daba la tradición y que le impusieron los invasores; así, el nombre de Fátima ha pasado a ser igual de venerado por cristianos y musulmanes; los primeros por ser una advocación de la Virgen y los segundos por ser el nombre de la hija favorita de Mahoma y, en la actualidad, ante una mujer llamada Fátima no podemos saber si es de origen cristiano o musulmán sólo por el nombre.

Será muy difícil, por no decir imposible, que algún día se produzca la unión religiosa entre cristianos y musulmanes, pero al existir este punto en el que ambas religiones están casi de acuerdo, la figura de María será el paso obligado para llegar a un entendimiento más que razonable, en lugar de la casi guerra de religiones en la que ahora nos encontramos a causa de la cerrazón de algunos. Una vez más, entre tanta discordia y división, la santísima Virgen parece estar en medio para unirnos a todos.

NOTAS

1 Como es costumbre cuando se habla del Corán, palabra que no es de origen árabe sino de un antiguo idioma sirio que significa recitación, no se hacen las referencias a capítulos y versículos sino que se sigue la costumbre musulmana y se habla de suras y aleyas, sus sinónimos.

2 Por ejemplo: en el caso del propio Mahoma, en su funeral se le llamaría Muhammad Mustafá ben Amina, no Muhammad Mustafá ben Abdulá, como era su verdadero nombre.

3 La Sura 19 se compone de 98 aleyas y fue dictada en La Meca excepto las aleyas 58 y 71 que son medinenses.

4 La Sura 3, una de las más largas del Corán, tiene 200 aleyas.

5Ni los mismos comentaristas y exegetas musulmanes saben por qué, pero a Joaquín se le llama Imram en el Corán.

6 Gamal Abdel Naser (Asiut 15-1-1918 – 1970)

7 Muchos han olvidado que la llamada Guerra de Vietnam no fue empezada por los Estados Unidos, sino que se originó como un levantamiento popular de resistencia contra la ocupación colonial francesa apoyado desde la China comunista. Ante la impotencia de Francia para sofocar el levantamiento y, una vez perdida ya la mitad norte del país, los Estados Unidos tomaron el relevo y los franceses fueron tan hábiles en escurrir el bulto que casi todo el mundo cree que la responsabilidad de aquel horror corresponde en exclusiva a América, cuando fue Francia quien encendió la mecha.

8 La policía egipcia -¡menuda es!- rastreó la zona en un radio de quince millas alrededor de la iglesia para averiguar si existían proyectores u otros dispositivos ópticos que pudieran producir estos efectos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mi estimado amigo Dios te bendiga ,siento tanto amor por la virgen como por mi señor jesus tus palabras fueron guidas por un poder supremo pero sabes jose la palabra lacra que se te metio el diablo en ese momento,creo que bosteso en ese momento y no tapastes tu boca y tus letras fueron a parar en tu escritura,tan bellas letras y toda tu energia fue inmenza pero saca de este fragmento la palabra lacra.no deberia de figurar en un escrito bueno .me gusto .

Anónimo dijo...

zacha-esloven@hotmail.com felicidades jose pero recuerda sacar tu palabra lacra .coloca algo mas suave y directo.

Unknown dijo...

Excelente tema.
Nuestro problema;musulmanes o cristianos...o como ciudadanos en general no analizamos la informacion.
nos educarón para recibir la información sin analizarla aveces es un pecado discutirla..todo eso para que los tienen las riendas del poder sigan manteniendolas,no importa matar o hacer cualquier barbaridad bajo el nombre de la religion.
por cierto Mahoma nunca llamo ni participo en una guerra que no sea por defensa.
un saludo José.

lorena dijo...

Ví una pelicula sobre la vida de Mahoma y me pareció que Dios tiene sus caminos, ya que en su época enterraban vivas a las niñas. Esta práctica desapareció así como la idolatría.Esto fue algo bueno. No sé si él perdió la gracia porque se casó con una niña pequeña. Buscando que dice la Virgen sobre Mahoma llegué a su página y no dudo que en su momento la Virgen intervendrá y parará la violencia. Me imagino que, como en la política, alguien sale beneficiado de ese odio que fomentan contra los crisitianos.Solo se fijan en un verso del Corán, lo interpretan a su manera y se olvidan del resto del libro. Si originalmente él no combatió a los cristianos ¿porqué hoy sí?