- MARTES
SANTO -
No
es rara la elección de Betania para pasar la noche. Jesús tiene
allí a su amigo Lázaro, las dos hermanas de éste y hasta donde
sabemos, su amigo Simón llamado el leproso porque padeció esa
terrible enfermedad hasta que el mismo Jesús lo sanó y que muy
posiblemente fuera su anfitrión cuando llegaba a la aldea. Los días
anteriores se alojaba en Betania y salía poco antes de amanecer para
Jerusalén. Por la tarde volvía a su alojamiento para pasar la
noche.
Aquel
Martes fue tanto o más ajetreado que el día anterior. Se notaba la
prisa del Maestro. En el Templo se explaya contra escribas, fariseos
y sacerdotes llamándoles de hipócritas para arriba y vaticinando
contra ellos los peores males al volvérseles en contra todas sus
trapacerías montadas para mantener su estatus de privilegio. Habla
de la ruina de Jerusalén y de las tribulaciones que llegarían al
fin de los tiempos poco antes de instaurarse su Reino en la Tierra;
si bien, Mateo mezcla ambos discursos haciéndolos imposibles de
distinguir. A la vuelta a Betania y acompañado sólo por los
discípulos habla para ellos: explica sus últimas parábolas y
vuelve a insistir en el fin de los tiempos y en la gran tribulación
que sobrevendría entonces; sólo que, ante ellos introduce el matiz
que esos tiempos de males serían acortados por piedad hacia los
justos.
En
Sevilla, bajo la capa de la fiesta y el derroche de arte puesto en la
calle en esos pasos de caminar tan característico de los costaleros,
toda la ciudad está alerta. Son días en espera del desenlace que
tan bien conocemos y sobre el que meditamos todo el año. La ciudad
no se cansa y no para. Desde el Domingo de Ramos las mañanas y una
pequeña parte de unas noches que se van acortando, no son más que
preparaciones para la siguiente jornada y este Martes no será una
excepción ni defraudará a propios y extraños. Como todos los días
se suceden los desfiles de las cofradías con el orden habitual
sorprendiendo de nuevo al foráneo con la tradicional cortesía de la
petición de venia al Ayuntamiento en el palquillo de la Campana para
realizar el paso por la Carrera Oficial hasta llegar a la Catedral en
la que todas, sin excepción, harán estación de penitencia antes de
regresar a sus templos. En unas desfilan nazarenos de capa con los
cirios portados horizontalmente en el interior de las filas; en
otras nazarenos de túnica, quienes llevan un ancho cinturón de
esparto sobre el que apoyan sus cirios que también inclinan hacia el
interior de las dos filas para que la cera derramada no moleste a la
multitud de espectadores. Para colmo, este Martes Santo tendremos la
novedad a modo de ensayo, de hacer los desfiles procesionales por
recorridos libres hasta la Catedral, para después seguir el paso
ordenado por la carrera oficial. Personalmente me parece una buena
idea porque así no tienen las hermandades que esperarse unas a otras
en la calle con los consiguientes retrasos que también obligan a
ciertos cambios en el protocolo.
Porque
esa es otra. En un día como el Martes Santo pueden estar en la calle
unos diez mil cofrades entre nazarenos, costaleros, auxiliares y
músicos. Pues bien; eso no es nada para los cientos de miles de
personas que se agolpan a lo largo de los recorridos penitenciales.
No me atrevo a dar una cifra porque, aunque el casco histórico de
Sevilla sea uno de los mayores de Europa, por esas calles no cabe un
alfiler. Los sevillanos tenemos fama de ser exagerados pero en esto
no exageramos, como decimos aquí “ni mijita”
El Señor tiene prisa; ya se acaba su tiempo de mortal por esta
tierra. Aconseja, predica y nunca yerra y con su Vida aquí a Dios
alaba.
No
nos pierde el respeto, no recaba su condición de Dios y no se aferra
a privilegio alguno; ni se encierra en esa condición en la que
estaba.
Porque
el Señor es Dios no necesita hacer valer derechos inventados; ya que
todo lo da y a nadie quita.
Es
el Dios Redentor; por Él borrados estigmas de una raza ayer maldita
de seres que por Él son rescatados.
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Vuelve
a Betania y cena en casa de su amigo Simón el leproso. Ya sabe que
será traicionado, vendido, apresado, torturado y muerto en la mayor
ignominia. Así se lo explica a sus discípulos y a todos los
presentes en la cena y también les hace saber que será en
cumplimiento de las Escrituras. Intuyen los discípulos de Jesús que
ese Reino que imaginaban no tiene nada que ver con el que su Maestro
les está preparando ni que se levantará en armas para liberar a
Israel del yugo de Roma. De hecho, ayer mismo explicó públicamente
que hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios, deslindando a la perfección los límites de los reinos de la
tierra de lo que es su propio Reino. Ni ayer ni hoy ha caído en
trampa alguna por muy sofisticada que fuera. Pero sabe cuál es el
final aparente a los ojos de los mortales, como también sabe que va
a triunfar.
Sevilla
también lo sabe.
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Y al saberlo Sevilla se prepara corriendo a ver el triunfo del
Maestro. Meditación y Amor: todo lo nuestro que Dios, el Dios de
vivos nos depara.
El
tiempo sigue andando y no se para ni Sevilla se para en lo siniestro
y espera el Gran Final de este secuestro viendo que el horizonte se
le aclara.
Por
fin el ser humano liberado por otro Ser Humano que es divino, nacido
de mujer y aquí encarnado.
Por
fin sabemos bien a lo que vino el Hijo prometido y deseado, mostrando
en su vivir nuestro camino.
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1 comentario:
Aprendiendo cada día un poco más.
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