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jueves, 29 de marzo de 2018

- SEMANA SANTA DE SEVILLA (V) -




- JUEVES SANTO -

Estamos en Sevilla y este día va a ser largo, muy largo porque unirá la tarde con la madrugada del Viernes; no obstante trataremos de separar ambos días aunque los acontecimientos, tanto en la Sevilla de hoy como en la Jerusalén de entonces, se sucedieron sin apenas una pausa hasta el aparente final. Jueves Santo, trece del mes de Nisán en el calendario judío, antevíspera de la Pascua.

Con el alba sale Jesús de Betania camino de Jerusalén. Da instrucciones a sus discípulos para encontrar la casa en la que iban a celebrar la Pascua y hacia allá se adelantan algunos a cumplir el encargo de su Maestro y tenerlo todo preparado para la cena. No sabemos lo que hizo en Jerusalén esa mañana porque los evangelistas no lo han contado y yo no soy quién para hablar de cosas que desconozco. Lo que sí sabemos es que en aquella época, quizá por la influencia romana, se empezaba la cena a media tarde; más o menos a la hora en que en estos tiempos se celebra en las iglesias la misa “In coena Domini”; o sea, con la luz del día en pleno ocaso. En consecuencia, Jesús y sus discípulos se reúnen en el lugar y hora indicados. Allí, antes de empezar, lava los pies de sus discípulos ante el escándalo de Pedro y la severa llamada al orden del Maestro.

Comienza la Cena. En su transcurso anuncia que uno de ellos lo traicionará y el mismo traidor se delata. Ante ello, Jesús dice que esa traición asegura el cumplimiento de las Escrituras pero anuncia un terrible destino para el traidor. Después viene el momento de la fracción del pan y sus reparto a los discípulos mientras el Mesías -ahora sí: el Mesías- declara que en ese pan comen su cuerpo y en la copa que luego comparten beben su sangre. En definitiva, se hacen dignos y participan de esa “Unión Común” esa “Comunión” en un solo cuerpo. Pedro le promete que no lo abandonará y Jesús, serenamente, le dice que esta misma noche lo negará tres veces. Después, cantados los himnos de la Pascua, todos se dirigen a la propiedad de olivar llamada de Getsemaní. Judas se aparta de ellos ya de noche. Va a consumar su traición. Jesús se retira a orar en solitario y sus discípulos se echan a dormir. Vuelve Jesús dos veces más a donde todos estaban y les recrimina que no sean capaces de orar con Él una hora. Finalmente les da una clave: Velad y orad para no caer en la tentación. Ha llegado la media noche y con ella el Viernes Santo.

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A su estilo, Sevilla también vela y queda en oración; la noche es larga y su vela, sin ser ninguna carga es vela de oración que la desvela.

Vela y ora Sevilla; y así vuela su vela y su oración, porque la embarga saber que tanto sufrimiento no la amarga ya que el triunfo en Sevilla se revela.

Con sus cosas, su estilo, sus matices, la Pasión del Señor se hace poema sin que puedan audaces aprendices que no lleven Sevilla como lema emular ni acercarse a las raíces de la noche que Dios hace suprema.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por este diario José
Espero el de mañana.