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miércoles, 28 de marzo de 2018

- SEMANA SANTA DE SEVILLA (IV) -



- MIÉRCOLES SANTO -

Hemos llegado a la víspera de los días más grandes del año. Jesús y su pequeña comitiva vuelven a Jerusalén muy de mañana. Se aparta Judas con cualquier pretexto al llegar al Templo y se entrevista con los sacerdotes para ajustar el precio de su traición. Mil años antes, treinta medidas de plata pagó Abraham por la tierra donde enterró a Sara; tres generaciones después, treinta medidas de plata pagaron a Rubén los mercaderes de esclavos por su hermano José, el soñador; hoy, treinta monedas de plata pagaron los sacerdotes a Judas por la entrega de Jesús haciendo posible el cumplimiento de las profecías. La Pascua ya estaba cerca y era el día de comprar el cordero del sacrificio para, en cumplimiento de la ley de Moisés, tenerlo un día más en observación a fin de descubrir en él algún posible defecto; porque el cordero no podía tener ninguna tara ni imperfección para ser digno de la cena pascual.

Cobró su dinero el traidor que hizo posible la Redención. Muy lejos estaba de saber hasta qué punto era también él uno de los protagonistas del mayor acontecimiento ocurrido en el mundo desde la aparición del ser humano. Con el dinero en la bolsa se incorpora de nuevo al grupo y nada hace sospechar el crimen recién cometido. Jesús, en el Templo, dicta sus últimas enseñanzas antes de regresar por última vez a Betania.

Atardecía. Jesús y con sus discípulos cenan en casa de Simón el leproso. Como de costumbre, apenas si le dejaban cenar acosándolo a preguntas. Aquella noche revela que en dos días llega la Pascua y, coincidiendo con ella, será crucificado. Allí mismo también revela que ya ha sido vendido para ser entregado a los sacerdotes y escribas. También tiene lugar allí el episodio entrañable de la mujer que derrama sobre su cabeza y sus pies un carísimo perfume y se los seca con sus cabellos. Algunos discípulos se horrorizan por el derroche expresando que con el dinero que costaba aquel dispendio se podrían socorrer a muchos pobres. Jesús les reprende y les ordena que la dejen hacer porque a los pobres siempre los van a tener a su lado, mientras que a Él apenas le quedaba tiempo.

Sevilla contiene la respiración porque sabe que el final de la vida mortal de Jesús se aproxima. Como estaba escrito, el Cordero deberá ser inmolado en la Pascua Judía en recuerdo de aquella última noche que pasó el pueblo elegido en la esclavitud de Egipto.

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Sigue su curso el tiempo; no se para. La promesa de Dios ha de cumplirse y para lo mortal ha de vivirse en la espera del bien que se prepara.

En esa fe; la fe que nos ampara que más que fe es certeza de sentirse que una vez más el Bien va a convertirse en la Verdad de Dios que Dios declara.

Miércoles, ya avanzada la semana y a punto el sacrificio del Cordero que ha de pagar por esta raza humana que Dios, el mismo Dios; el Verdadero nos va a enseñar la Vida que se gana con sólo ser humano y ser sincero.

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Sólo eso: ser humano y ser sincero ¿Es pedir demasiado? El Señor no hace trampas en su propio juego. Desde la Creación lo pretendió el Enemigo y ha tenido secuestrada a la Humanidad hasta la llegada de Jesús al mundo. A punto estamos de celebrar la liberación de todo aquel que la desee. Aun queda una lenta y dolorosa agonía porque Jesús decidió cargar con todas nuestras culpas. Pero antes debe Jesús despedirse con elegancia. Y, una vez más, Sevilla también lo sabe.

Miércoles Santo. Ecuador de la Semana. Ha llegado el momento de hacer callar al mal poeta y dejar paso por a la mente analítica, fría y aséptica en lo posible, de esta mezcla difusa de Ingeniero, Historiador e Informático. Cientos o miles de textos; unos directamente traducidos por este aficionado y otros cuya traducción dejé en manos de sabios que nos precedieron. Cientos o miles de textos sometidos a análisis críticos sin piedad ni misericordia. Cientos o miles de textos con más o menos fiabilidad. Y cientos o miles de textos que sólo diferían en lo anecdótico y en detalles más o menos superficiales. Porque la esencia siempre era la misma: Dios encarnado, nacido de mujer, muerto y resucitado por nosotros ¿Cuáles son los planes de Dios? Que cada uno responda en su conciencia. Ahora, si me lo permiten, seguiré con mi tosca literatura y mis torpes interpretaciones. Ya les advertí desde el primer momento que no iban a tener un pregón al uso sino nada más que una exaltación de la Semana Santa.

Desde antes del principio existía Dios. Pero Dios no puede existir sin manifestarse, por lo que se manifiesta de alguna forma; esa manifestación es lo que los antiguos llamaron el Logos o la Palabra, resultando que la Palabra es también Dios puesto que de Él emana sin ser creado. Dios y su Palabra se reconocen en su unidad divina y ese reconocimiento es también Dios puesto que es el Espíritu que procede del Logos y de Quien lo engendra. Espíritu de Dios que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va pero, que al ser Dios, es igualmente adorado al inspirarnos a todos parte de Sí mismo. Tremendo misterio el de la Trinidad en cuya interpretación discurrieron en vano desde autores muy anteriores al Cristianismo, como Platón, hasta los Padres de la Iglesia. Pero sigamos porque debemos seguir hablando de la Semana Santa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bonito.La forma y el fondo.