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sábado, 31 de marzo de 2018

- SEMANA SANTA DE SEVILLA ( y IX) -



- DOMINGO DE RESURRECCIÓN -

El entierro de Jesús se efectuó de noche, sin publicidad ni apenas testigos en la tumba sin estrenar que le cedió José de Arimatea. Por la proximidad de la Pascua no fue posible lavar ni embalsamar el cadáver como era la costumbre. La tumba fue sellada por el Sanedrín y Pilato permitió que colocaran una guardia en su puerta para evitar el robo del cuerpo y que los discípulos dijeran que había resucitado.

Pasó la Pascua; y muy de mañana, María Magdalena, María la madre de los hijos de Zebedeo y María Salomé fueron a la tumba llevando ungüentos para embalsamar a Jesús. No tuvieron que molestarse en mover la piedra porque la tumba estaba ya abierta y vacía con el sudario y el velo cuidadosamente recogido sobre la piedra y, sentado al lado, un joven vestido de blanco les dice que Jesús ha resucitado y que transmita a los discípulos que vayan a su encuentro en Galilea. Las mujeres huyen despavoridas ante la visión y callan hasta que, muy poco después, Jesús se aparece a María Magdalena. El resto es muy conocido hasta la Ascensión del Mesías a los Cielos.

Para finalizar, me fijo en las palabras de San Lucas me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos; para dar la libertad a los oprimidos.

Cautivos, ciegos, ¡libertad...! Palabras que en nuestro mundo actual tienen un significado muy especial porque para nosotros, gentes del siglo XXI, la Resurrección de
Jesús lleva un mensaje adicional que ahora veo cada vez más claro: Aquél que tenía todos los derechos se echó sobre sus propias espaldas todas las obligaciones. En nuestros tiempos, en los que ya hemos comprendido que la libertad es nuestro derecho más sagrado, tenemos que aplicarlo a nuestra vida diaria y asumir que nadie debe tener derechos sobre nadie y que todos debemos tomar como propias las obligaciones y necesidades del prójimo. Ha terminado la esclavitud entre nosotros: si Jesús nos ha liberado ¿quién será el insensato que se atreva a quitarnos esa libertad sagrada?

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Nadie pretenda imponer sus criterios caprichosos, que ya no hay amos ni esclavos sino cristianos dichosos. Se acabe la prepotencia, se acabe la tiranía, terminen los sinsabores, acabe la hipocresía, concluyan los malos tratos y la sucia villanía de cobardes insensatos que asesinan la alegría de sentirse Hijos de Dios.

Caminemos por la senda de la igualdad sin reparos y del respeto hacia todos. Nadie quiera prevalencia: no admito ningún tirano ni admito a los opresores; no admito la fuerza bruta ni admito a quien no valore el trabajo que, por ellos, realizan sus servidores; el que corta iniciativas; quien se rinde ante los celos; quien envidia facultades y desea mal por ello. No admito a quien quiera ser el primero en el reparto; no admito a aquel que se encumbra sin méritos y trepando sobre mentiras sociales y sobre prestigios falsos. Que Dios confunda a los malos y que no oculten sus rostros. Que ya no hay amos ni esclavos, que no hay dueños ni señores; sólo siervos de un Amor que nuestras almas redime y nuestras vidas trasciende: el Amor de los Amores.

Que no venga ningún necio con burdas imposiciones ni cobardes tradiciones de obediencias ancestrales, orígenes de los males de una humanidad esclava que ni decide ni piensa. La libertad, esa intensa llama que Dios nos ha dado; ese Dios que se ha inmolado para darnos esa inmensa sensación de ser amados. Sin dejar de ser un Hombre, nos ha enseñado el camino de la Libertad sagrada; puedo elegir mi destino al ser la criatura amada de quien nos da regalada la chispa de lo Divino: la Libertad deseada.

Gustosamente aceptamos las normas de convivencia, pero también repudiamos que fuercen nuestras conciencias -creyendo ser nuestros amos- quiénes con más diligencia por ser quienes más amamos, nos imponen exigencias abusando que les damos nuestras vidas y vivencias. Que nadie abuse de nadie ni le imponga sus criterios; que sólo el amor decida, que se destierre el desprecio. Que nunca habite en mi casa ni duerma bajo mi techo quien quiera tener esclavos, hasta que no rectifique y pida perdón por ello y pueda ser admitido a calentarse en el fuego que sólo Dios ilumina. Que sólo Dios es mi Dueño.

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¿Entienden ahora por qué la Semana Santa es una fiesta para Sevilla?

Ya termino: Domingo de Resurrección, La Virgen de la Aurora volverá a la iglesia de Santa Marina. Allí estará expuesta a nuestra veneración en una capilla cuyo techo, para quien sepa interpretarlo, también refleja una reconciliación humana. Pero esa es otra historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por estos artículos tuyos.
Eres un pozo de sabiduría y de bondad.
Fortísimo abrazo José.