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lunes, 26 de marzo de 2018

- SEMANA SANTA DE SEVILLA (II) -



- LUNES SANTO -

La rutina sigue y llega el Lunes Santo. De nuevo la gente se lanza a la calle a ver la explosión artística del día. Razones no le faltan para seguir celebrando la gran Fiesta. Ayer desfilaron muchos miles de sevillanos y foráneos bajo sus túnicas acompañando a sus sagradas imágenes en su camino de ida y vuelta a la Catedral. Hoy no puede ser menos y otros tantos miles, si no más, esperan con ansia que se abran las puertas de sus templos para hacer lo mismo que se hizo ayer. No es un día especialmente grande pero sí es grande la devoción que mueve a tantas personas a aguantar muchas horas bajo su capirote y antifaz el recorrido que les espera. Valdrá la pena. Muchos van descalzos por alguna promesa. Otros muchos acompañan a sus imágenes sin capirote que les sostenga el antifaz y cargados con una cruz con la que harán todo el recorrido; son los llamados penitentes aunque, en realidad, penitentes son todos los que forman el cortejo bajo sus túnicas con sus caras cubiertas y, en la mayoría de los casos, también sus manos enguantadas para no ser reconocidos porque la penitencia es anónima: “Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda” dijo Jesús y eso se lleva a rajatabla en las hermandades de Sevilla.

Ayer, tras la entrada triunfal en Jerusalén, no quiso Jesús pasar allí la noche y se fue a Betania, donde tenía amigos. Temprano volvió a la capital y se fue a predicar en el Templo pero se encontró con el atrio lleno de mercaderes y tuvo lugar uno de los pocos, por no decir el único, episodio de violencia que protagonizó en toda su vida. Indignado, echó de allí a aquellos rateros que se atrevían a sacar provecho de los fieles que iban a orar quizá por primera y única vez en su vida al lugar más sagrado de la tierra. Es aquí donde su Palabra es más explícita definiendo su propia divinidad cuando dice: “¿No está escrito: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos”. Fijémonos que habla de su casa y no de la casa de ningún otro dios.

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Porque Dios sólo es Dios y es suficiente; porque en Dios todo empieza y se termina menos Dios, porque Dios nos encamina al lugar donde Dios se hace presente.

No pensemos que Dios se muestra ausente ni creamos que Dios nos examina, porque Dios ni extorsiona ni conmina ni tampoco es un Dios indiferente.

Dios es Padre, pues Dios nos ha creado y Dios mismo nos deja el albedrío de elegir ser de Dios o dar de lado a este Dios que es de todos y que es mío. Y aun creyendo que Dios me ha abandonado sigue Dios rellenando ese vacío.

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¿Con qué autoridad haces esto? Le preguntan los sacerdotes al entrar a orar y predicar en el Templo ese Lunes. Buena pregunta para hacerla en esta Sevilla y que unos días después se va a responder por sí sola. Jesús se niega a responderles y les dice claramente que no va a revelar la fuente de su Autoridad, con lo que los sacerdotes se enfurecen más aun contra Él. Para colmo se pone a enseñar ante ellos y, casi sin venir a cuento, les dice: “Os digo de verdad: los publicanos y las prostitutas van delante de vosotros hacia el reino de Dios. Pues vino Juan a vosotros por el camino de la justicia pero no lo creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas lo creyeron; y vosotros, aun viéndolo, ni siquiera os arrepentisteis luego de modo que lo creyerais

El Mesías sabe muy bien que le queda muy poco tiempo de vida terrenal y no se molesta en esconderse sino, muy al contrario, provoca al enemigo. Proféticamente explica la parábola del asesinato de los servidores que envía el amo a sus tierras y que culmina con el asesinato de su propio hijo. Luego se dirige de nuevo a los sacerdotes y les dice delante de todos que “Por esto os digo: se os quitará el reino de Dios y se dará a gente que produzca los frutos del Reino. Y el que caiga sobre esta piedra se hará trizas, y sobre el que ella caiga lo triturará” Terribles palabras que no se atreven a responder porque saben que el pueblo apoya a Jesús. Agachan la cabeza pero no por humildad sino por miedo. Sienten terror ante tal cantidad de verdades soltadas en sus mismas caras.

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Sevilla sigue atenta y esperando; sabe que está muy cerca el desenlace de una Vida en la Tierra que nos hace saber muy bien los pasos que está dando.

No se esconde el Señor; sigue enseñando y no hay pregunta dura que rechace: Habla de todo aquello que le place sabiendo que el final se está acercando.

Sevilla también sabe de finales que no son los finales que aparentan a la vista común de los mortales.

La Pascua está llegando y se impacientan aquellos poderosos terrenales ante las maravillas que les cuentan.

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Aun es lunes, Lunes Santo. Tiene que enseñar y predicar; esta vez sin esconderse lo más mínimo. Es un día de una gran riqueza pedagógica en el que su Sabiduría es puesta a prueba sin hallar ningún resquicio de titubeo. Jesús está seguro y revestido de toda su autoridad. Escribas, fariseos y sacerdotes le envían emisarios para hacerle caer en respuestas que lo desacrediten ante el pueblo. Una y otra vez las responde como sólo puede hacerlo el Hijo de Dios hecho Hombre. Abandonado el temor se crece en sus enseñanzas y tiene un Lunes Santo muy fatigoso. De nuevo, de acuerdo a su costumbre, al atardecer se marcha a la cercana Betania a pasar la noche en casa de alguno de sus amigos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bonito