- LUNES
SANTO -
La rutina sigue y llega el Lunes Santo. De nuevo la gente se lanza a
la calle a ver la explosión artística del día. Razones no le
faltan para seguir celebrando la gran Fiesta. Ayer desfilaron muchos
miles de sevillanos y foráneos bajo sus túnicas acompañando a sus
sagradas imágenes en su camino de ida y vuelta a la Catedral. Hoy no
puede ser menos y otros tantos miles, si no más, esperan con ansia
que se abran las puertas de sus templos para hacer lo mismo que se
hizo ayer. No es un día especialmente grande pero sí es grande la
devoción que mueve a tantas personas a aguantar muchas horas bajo su
capirote y antifaz el recorrido que les espera. Valdrá la pena.
Muchos van descalzos por alguna promesa. Otros muchos acompañan a
sus imágenes sin capirote que les sostenga el antifaz y cargados con
una cruz con la que harán todo el recorrido; son los llamados
penitentes aunque, en realidad, penitentes son todos los que forman
el cortejo bajo sus túnicas con sus caras cubiertas y, en la mayoría
de los casos, también sus manos enguantadas para no ser reconocidos
porque la penitencia es anónima: “Que tu mano derecha no
sepa lo que hace tu mano izquierda” dijo Jesús y eso se
lleva a rajatabla en las hermandades de Sevilla.
Ayer, tras la entrada triunfal en Jerusalén, no quiso Jesús pasar
allí la noche y se fue a Betania, donde tenía amigos. Temprano
volvió a la capital y se fue a predicar en el Templo pero se
encontró con el atrio lleno de mercaderes y tuvo lugar uno de los
pocos, por no decir el único, episodio de violencia que protagonizó
en toda su vida. Indignado, echó de allí a aquellos rateros que se
atrevían a sacar provecho de los fieles que iban a orar quizá por
primera y única vez en su vida al lugar más sagrado de la tierra.
Es aquí donde su Palabra es más explícita definiendo su propia
divinidad cuando dice: “¿No está escrito: “Mi casa será
casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la
habéis convertido en cueva de bandidos”. Fijémonos que
habla de su casa y no de la casa de ningún otro dios.
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Porque Dios sólo es Dios y es suficiente; porque en Dios todo
empieza y se termina menos Dios, porque Dios nos encamina al lugar
donde Dios se hace presente.
No pensemos que Dios se muestra ausente ni creamos que Dios nos
examina, porque Dios ni extorsiona ni conmina ni tampoco es un Dios
indiferente.
Dios es Padre, pues Dios nos ha creado y Dios mismo nos deja el
albedrío de elegir ser de Dios o dar de lado a este Dios que es de
todos y que es mío. Y aun creyendo que Dios me ha abandonado sigue
Dios rellenando ese vacío.
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¿Con
qué autoridad haces esto? Le preguntan los sacerdotes al entrar a
orar y predicar en el Templo ese Lunes. Buena pregunta para hacerla
en esta Sevilla y que unos días después se va a responder por sí
sola. Jesús se niega a responderles y les dice claramente que no va
a revelar la fuente de su Autoridad, con lo que los sacerdotes se
enfurecen más aun contra Él. Para colmo se pone a enseñar ante
ellos y, casi sin venir a cuento, les dice: “Os digo de
verdad: los publicanos y las prostitutas van delante de vosotros
hacia el reino de Dios. Pues vino Juan a vosotros por el camino de la
justicia pero no lo creísteis; en cambio, los publicanos y las
prostitutas lo creyeron; y vosotros, aun viéndolo, ni siquiera os
arrepentisteis luego de modo que lo creyerais”
El Mesías sabe muy bien que le queda muy poco tiempo de vida
terrenal y no se molesta en esconderse sino, muy al contrario,
provoca al enemigo. Proféticamente explica la parábola del
asesinato de los servidores que envía el amo a sus tierras y que
culmina con el asesinato de su propio hijo. Luego se dirige de nuevo
a los sacerdotes y les dice delante de todos que “Por esto os
digo: se os quitará el reino de Dios y se dará a gente que produzca
los frutos del Reino. Y el que caiga sobre esta piedra se hará
trizas, y sobre el que ella caiga lo triturará” Terribles
palabras que no se atreven a responder porque saben que el pueblo
apoya a Jesús. Agachan la cabeza pero no por humildad sino por
miedo. Sienten terror ante tal cantidad de verdades soltadas en sus
mismas caras.
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Sevilla sigue atenta y esperando; sabe que está muy cerca el
desenlace de una Vida en la Tierra que nos hace saber muy bien los
pasos que está dando.
No se esconde el Señor; sigue enseñando y no hay pregunta dura que
rechace: Habla de todo aquello que le place sabiendo que el final se
está acercando.
Sevilla también sabe de finales que no son los finales que
aparentan a la vista común de los mortales.
La Pascua está llegando y se impacientan aquellos poderosos
terrenales ante las maravillas que les cuentan.
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Aun es lunes, Lunes Santo. Tiene que enseñar y predicar; esta vez
sin esconderse lo más mínimo. Es un día de una gran riqueza
pedagógica en el que su Sabiduría es puesta a prueba sin hallar
ningún resquicio de titubeo. Jesús está seguro y revestido de toda
su autoridad. Escribas, fariseos y sacerdotes le envían emisarios
para hacerle caer en respuestas que lo desacrediten ante el pueblo.
Una y otra vez las responde como sólo puede hacerlo el Hijo de Dios
hecho Hombre. Abandonado el temor se crece en sus enseñanzas y tiene
un Lunes Santo muy fatigoso. De nuevo, de acuerdo a su costumbre, al
atardecer se marcha a la cercana Betania a pasar la noche en casa de
alguno de sus amigos.
1 comentario:
Qué bonito
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