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jueves, 24 de julio de 2014

- EL CID EN LA HISTORIA - (I)

Por un Rodrigo se perdió España
y por otro Rodrigo se salvará

(El Cid, ante las murallas de Valencia, en 1094)


- INTRODUCCIÓN -

Pocos personajes de la Historia de España han tenido la popularidad y la repercusión social a través de los tiempos como Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Además de los historiadores y los juglares, de su figura se han ocupado muchos artistas, tanto españoles como extranjeros, desde Quevedo hasta Manuel Machado, pasando por el músico francés Jules Massenet, quien en 1884 le compuso una ópera; sin olvidarnos de la película de Anthony Mann que produjo Samuel Bronston en 1961 y protagonizaron Charlton Heston y Sofía Loren y que fue un gran éxito mundial de taquilla aunque históricamente dejara mucho que desear.

A diferencia de otros grandes héroes del mundo cuyas hazañas han sido cantadas en poemas épicos y en cantares de gesta en los que, quieras o no, se han magnificado sus figuras, la enorme repercusión histórica de las hazañas del Cid hace que su cantar sea sólo un reflejo bastante pálido de sus verdaderas obras. Mezcladas en su figura la leyenda y la realidad, ha sido preciso esperar hasta principios del siglo pasado para que figuras de la talla de don Ramón Menéndez Pidal nos hayan hecho el inestimable servicio de rescatar la verdadera historia de Rodrigo acudiendo no sólo a fuentes castellanas sino también a las musulmanas, de quienes podía suponerse que habían sido sus enemigos.

La creencia general es la de hacer del Campeador sólo un genial guerrero y eso es un error de bulto. Rodrigo no sólo se dedicó a la guerra, aunque esa fuera su profesión principal, sino que también era experto en derecho, tanto castellano como musulmán; como diplomático triunfó en muchas ocasiones de su vida y como gobernante dio ejemplo de prudencia y sabiduría en su señorío de Valencia, donde supo tratar con un cuidado exquisito a cristianos y musulmanes llegando al extremo, impensable para la época, de mandar elevar la altura de las murallas de la fortaleza que daban al interior de la ciudad para que los centinelas cristianos no ofendieran con su vista a las mujeres musulmanas que pudieran estar en las azoteas de sus casas.

Pero, dejémonos de preámbulos y vayamos al tema que nos ocupa, donde también veremos - ¡cómo no! - que Sevilla tuvo también mucho que ver con la evolución de su trayectoria en la que el destierro casi perpetuo a consecuencia de las calumnias sería la condición determinante de su nada larga vida. Aquí nos olvidaremos de las leyendas y de los cantares de gesta y sólo hablaremos de Historia aunque, si Dios es servido y ustedes lo soportan, quizás algún día presentemos aquí mismo algún juego literario relacionado con la figura legendaria de Rodrigo.


- EL ENTORNO HISTÓRICO -

De poco sirve estudiar una figura histórica si no damos un repaso previo a las circunstancias que rodeaban el ambiente en el que se desenvolvió. Hacia el año 1010 un ejército de almorávides(1) salvajes del norte de África, llamados por los burgueses y gente poderosa de Córdoba y Sevilla que veían escapársele el poder de las manos, había invadido la Península humillando al hasta entonces orgulloso Califato de Córdoba, donde arrasaron Al-Madinat Al-Zahara. En aquel tiempo reinaba una sombra de califa llamado Hixem II quien, sólo se dedicaba a los placeres sensuales y dejaba las labores de gobierno en manos de funcionarios corruptos. Tres años después desaparecía de la historia, probablemente asesinado, el último Califa Hixem II y la anarquía subsiguiente a las invasiones hace que el califato se descomponga en muchos pequeños reinos o taifas, la mayoría de los cuales no tenían poder suficiente para hacer frente a la cada vez mayor presión de los reinos cristianos del norte. Tampoco estos reinos tenían aun poder ni población suficientes para dar el golpe final a la dominación musulmana en España, pero la situación de debilidad de estos reinecillos les permitió someter a vasallaje a su mayoría, imponiéndoles tributos a cambio de facilitarles protección contra las amenazas que les llegaban desde el norte de África por parte de sus correligionarios, así como contra las guerras que surgían entre ellos mismos.

En Sevilla, una vez caído el Califato, vivía un hombre poderoso, feroz y muy inteligente(2) llamado Muhammad ben Qasim quien, en el año 1035 encontró a un individuo, hijo de un cestero, que tenía un asombroso parecido con Hixem II. El tal Qasim era un genio: vistió con ricos ropajes al doble del Califa y lo sentaba en el trono en las ceremonias públicas en las que sólo aparecía para refrendar todo lo que su protector decía. En 1042, tras el fallecimiento de Qasim, sube al trono su hijo, el no menos feroz Al-Mutadid, famoso por su crueldad, quien mantuvo el engaño algún tiempo más hasta que, una vez seguro de su poder tras haber conquistado, traicionado, envenenado y seducido a mansalva, se coronó rey sin mayores ceremonias. Fue un político terrible y un caudillo militar formidable, que convirtió la taifa de Sevilla en la más importante de Al Andalus hasta su muerte, acaecida en 1071, año en que fue sucedido por su hijo Al-Mutamid, nuestro rey poeta. Como ya sabemos, este Rey no tenía el temple de sus antepasados y muy pronto tuvo que claudicar ante el empuje de Castilla, quien lo sometió al pago de un tributo anual de diez mil dinares de oro (3).

Habría mucho más que contar sobre el entorno musulmán, con el que tan relacionado estuvo nuestro Cid, pero ya iremos descubriéndolo a lo largo de esta serie. Ahora debemos echar una ojeada a la parte noroccidental de la Península, donde el 4 de Septiembre de 1037 se libra la batalla de Tamarón en Támara(4), situada a pocos kilómetros al sur de Frómista (Palencia) y al oeste del Pisuerga, entre la recién independizada Castilla y el Reino de León en la que muere el rey de León Vermudo III, quien es sucedido por su cuñado, el conde castellano Fernando I. A la muerte de Vermudo se realiza un reajuste de territorios por el que el rey de Navarra y hermano de Fernando, García Sánchez de Nájera, recibe La Rioja, mientras que el resto del territorio, incluido el condado de Castilla, quedaba en poder de Fernando con capital en Burgos.

Durante el reinado de Fernando I y durante uno de los escasos períodos de paz de la época, en la aldea de Vivar y en la casa de un noble de segunda fila llamado Diego Laínez que estaba casado con Teresa Rodríguez, el año 1043 nace un niño a quien bautizan como Rodrigo. Su nacimiento pasa tan desapercibido que no sabemos cuál fue la fecha exacta del acontecimiento. Desde luego, nadie podía sospechar que aquel niño iba a cambiar para siempre -y para bien- la Historia de España.


Nuevamente, para variar, surgen disputas territoriales entre los hermanos Fernando y García; las cosas suben de tono y el 1 de Septiembre de 1054 se libra la batalla de Atapuerca, en Burgos, entre los ejércitos castellano-leoneses y navarros, con el resultado de la muerte del rey de Navarra García Sánchez de Nájera. Fernando I, vencedor, recupera La Rioja y manda a Diego Laínez, padre de Rodrigo, a tomar las fortalezas de Ubierna, Urbel y La Piedra, cosa que cumple con prontitud y las reintegra a dominio castellano. Poco habría de disfrutar de su triunfo como guerrero el capitán Diego Laínez, porque falleció al año siguiente dejando huérfano a Rodrigo con sólo once años; sin embargo, el Rey Fernando es generoso con la viuda de su capitán y, tras asegurarle unas buenas rentas, acoge a su hijo Rodrigo en la corte para ser educado como noble, al lado del propio hijo del Rey, el futuro Sancho II. No desperdicia Rodrigo su educación cortesana: al contrario que la mayoría de los nobles de la época que despreciaban las letras por considerarlas cosas de sacerdotes o de juglares, se aplica en el estudio del derecho castellano y, más tarde, probablemente en el monasterio de San Pedro de Cardeña, llega a dominar el latín y la lengua árabe. A los veinte años ya había trabado una sólida amistad con el infante Sancho, por lo que es elegido como capitán para acompañarle en sus campañas de Zaragoza, Coimbra y Zamora, entonces en manos de reyes taifas musulmanes. Al año siguiente, el 8 de Marzo de 1064 se libra la batalla de Graus, en la comarca de Ribagorza de la actual provincia de Huesca, en la que los castellano-leoneses al mando de Sancho, vencen al ejército del rey Ramiro I de Aragón. En esta acción, Rodrigo ya ha tomado parte muy destacada y se acrecienta la amistad entre él y el Infante.

El 27 de Diciembre de 1065 muere su protector el rey Fernando I quien, al uso de la época, divide el Reino entre sus cinco hijos: Urraca recibe la ciudad de Zamora; Sancho, las antiguas tierras del condado de Castilla; Alfonso, el reino de León, Asturias y el condado de Carrión; Elvira, la ciudad de Toro y, finalmente, García recibe Galicia y Portugal. Al año siguiente, en 1066, Rodrigo es armado caballero por su amigo el ya rey Sancho II.

Mientras vivió la madre de los cinco Infantes, la reina viuda doña Sancha, hubo paz entre los hermanos pero, a su fallecimiento, ocurrido el 7 de Noviembre de 1067, comienza de nuevo la degollina con la guerra entre los tres Sanchos: Sancho II de Castilla contra la coalición formada entre Sancho IV de Navarra y su primo Sancho Ramiro de Aragón. En esta ocasión, Rodrigo es elegido como paladín real y tiene que luchar en duelo a muerte con el alférez del reino de Navarra. A partir de ahora será llamado Campeador, lo que viene a significar más o menos, experto en la lucha a campo abierto (Campi doctor).

La cosa no se soluciona aquí porque Sancho II no está conforme con el reparto del Reino de su padre por lo que, el 16 de Julio de 1068, se enfrentan Sancho de Castilla y su hermano Alfonso de León en la batalla de Lantada, hoy Lantadilla(5) muy cerca de Frómista en Palencia, resultando este último vencido; en esta batalla, Rodrigo es ya portador del estandarte real. Huido Alfonso, nuevamente se vuelven a enfrentar los dos hermanos el 13 de enero de 1072 en la batalla de Golpejera(6), en la que Alfonso es capturado por la mesnada de Rodrigo y sería después desterrado para refugiarse en la corte del rey de Toledo, Alí Mamún, donde viviría como un príncipe hasta su vuelta a Castilla. A estas alturas, Sancho II tiene ya recuperado casi todo el territorio sobre el que reinó su padre Fernando, con la excepción de la ciudad de Zamora, a la que tiene sitiada. El domingo, 7 de Octubre del mismo año, un individuo, enviado por Urraca, llamado Bellido Dolfos se presenta ante el Rey y se ofrece a enseñarle un portillo secreto para acceder a la ciudad y Sancho pica el anzuelo: solamente acompañado del sicario, ambos recorren la muralla hasta que, en un momento determinado, el Rey se excusa aludiendo una necesidad fisiológica urgente. Al agacharse, Bellido Dolfos lo hiere con su venablo y Sancho II muere revolcándose en sus propios excrementos. Ante la tragedia, el propio Rodrigo sale en persecución de Bellido, no logrando alcanzarle.

Se ha quedado Rodrigo sin su amigo y protector. El desterrado Alfonso, huésped en la corte del rey taifa de Toledo Alí Mamún, al haber fallecido su hermano sin descendencia, con el permiso y las bendiciones del Rey toledano(7) vuelve a Burgos a reclamar para sí mismo el trono de Castilla y, conforme a las leyes de la época, pasa a reinar sin oposición alguna con el nombre de Alfonso VI, con lo que vuelven a quedar unidos los reinos de Fernando I con la excepción de Zamora. En la corte nadie se cree que el nuevo Rey sea totalmente inocente de la conspiración que mató a su hermano Sancho y Rodrigo menos que nadie. Alfonso era conocido por sus amores incestuosos con su hermana Urraca y muy bien pudo haber tramado la muerte de su hermano, aunque no había pruebas de ello.

Al principio, Alfonso trata de congraciarse con los nobles que rodeaban a Sancho y los recibe amablemente. Concretamente, el 8 de Diciembre de ese año de 1072, recibe en privado a Rodrigo y celebra un banquete en su honor para congraciarse con él. Confiado Rodrigo, de momento, disfruta de un breve período de paz que aprovecha para pensar en casarse: va a cumplir treinta años y Jimena, la hermana de un conde llamado igual que él, Rodrigo Díaz, es muy guapa y parece un buen partido. En esta ocasión debemos hacer un alto en el camino para aclarar que la Jimena Gómez del Cantar del Cid, sólo pertenece a la leyenda. Según don Ramón Menéndez Pidal, Rodrigo sólo se casó una vez y en circunstancias felices, no trágicas como dice la leyenda(8) y algunos historiadores del siglo XIX y anteriores. La boda se celebró el 19 de Julio de 1074 quizás en San Juan de Baños en Palencia, una de las iglesias visigodas que demuestra por su construcción que el arco de herradura no fue inventado ni importado por los musulmanes(9).



Iglesia de San Juan de Baños, en Baños del Cerrato (Palencia)
Posible escenario de la boda de Jimena y Rodrigo.

Obsérvese el arco de herradura en una iglesia del siglo VII.


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(1) Los almorávides, o morabitos, eran una especie de monjes soldados, seguidores de una estricta observancia coránica, desposeídos de todo tipo de cultura y sensibilidad ajena a las enseñanzas más estrictas del Islam sunnita. Algo así como los talibán de hoy día. Tan salvajes fanáticos eran que se limitaban a invadir España para recuperar la ortodoxia musulmana y, una vez creían haber logrado su objetivo, volvían al norte de África de donde procedían. No debemos confundirlos con los almohades, quienes vinieron posteriormente a los almorávides y eran igual de salvajes que ellos; pero estos últimos sí se quedaron y fueron civilizados aquí. Como ejemplo de que los almohades se civilizaron, baste la Giralda, construida apenas dos generaciones después de su llegada. 

(2) Así lo definió perfectamente Federico Jiménez Losantos.

(3) El dinar andalusí tenía un peso de unos cuatro gramos; por tanto, el tributo venía a ser de unos cuarenta kilos de oro.

(4) En la actualidad apenas llega a los ciento veinte habitantes. Es difícil encontrar un mapa donde esté reflejada.

(5) Hoy día cuenta con un censo de apenas seiscientos habitantes. 

(6) Golpejera es una pequeña aldea o pedanía de El Carrascal de Barregas, en la provincia de Salamanca. 

(7) Antes de dejarlo salir le hizo jurar que no atacaría Toledo mientras vivieran Alí Mamún y su hijo. Alfonso cumplió su juramento y tomó Toledo al fallecimiento de ambos.

(8) En el Cantar se describe que Rodrigo, siendo casi un niño, mata en duelo al conde asturiano Gome de Gomar, padre de Jimena Gómez, por un asunto de robo de ganado a su padre Diego Laínez. Perplejo ante el crimen, el rey Fernando no sabe qué hacer con el mozo, pero Jimena le suplica la case con él y el Rey acepta encantado para reconciliar a las familias. 

(9) La iglesia de San Juan de Baños fue terminada el año 661: aun faltaban sesenta años para la invasión musulmana y hay ejemplos más antiguos de que el arco de herradura no fue un invento musulmán, sino que ellos fueron sus divulgadores. Algo parecido ocurre con el arco de medio punto, del que se cree casi todo el mundo que es romano, cuando lo único que hicieron los romanos fue copiarlo de las ruinas de Babilonia y divulgarlo. 



1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo es muy interesante. Saludos.