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miércoles, 2 de julio de 2014

-UNA HISTORIA DE MIEDO- Relato de una estafa de proporciones históricas (IV)


EL CAMBIO CLIMÁTICO.
ORÍGENES Y PRIMEROS PASOS.

Ahora pasemos a la última -por ahora- causa de miedo que se han inventado para engañarnos. Y empiezo diciendo que el cambio climático dicho así, a secas, es una realidad constante. Existe y ha existido desde la formación del planeta y los científicos han registrado épocas glaciares y épocas cálidas alternándose desde siempre. Ahora, algunos aprovechados pretenden y logran forrarse a nuestra costa haciendo creer a la gente que el cambio climático es antropogénico; o sea, consecuencia directa de la acción humana. Y nada más lejos de la realidad.

Empezaré diciendo que el fantasma con que nos amenazan los falsos profetas del cambio climático no es, ni de lejos, el mayor responsable del efecto invernadero. Ellos nos hablan del dióxido de carbono como el gas capaz de provocar estas seudocatástrofes, corriendo una espesa cortina sobre el vapor de agua que es unas cuantas miles de veces más poderoso a la hora de provocar el efecto invernadero. No obstante ¿Qué les importa a los políticos ese "pequeño" detalle? El vapor de agua procede en su inmensa mayor parte de los océanos y están fuera del control político; por tanto, echémosle la culpa a un ente inofensivo como el CO2 y así aterrorizaremos mejor a los desavisados y a quienes toman a los periódicos por su Biblia indiscutible.

Pero volvamos a la Historia y retomemos el asunto final del artículo anterior. Teníamos a Margaret Thatcher empeñada en doblegar a los mineros huelguistas. Esta señora, con muy buen criterio, desde que fue responsable de energía del Reino Unido había abogado por el uso de la energía nuclear para no depender tanto del petróleo de los países de Oriente Cercano. Aun no se habían puesto en explotación los grandes yacimientos del Mar del Norte y la apuesta por la energía nuclear era la única viable si no se quería depender de las minas de carbón galesas ni del petróleo del Golfo. Thatcher ganó la partida: Quebró las cajas de resistencia de los sindicatos mineros y los obligó a claudicar ante la ausencia de medios para subsistir. No obstante, quedaba en el aire la posibilidad de que éstos se rehicieran del golpe y, para evitarlo, ideó un plan genial. Reunió a unos cuantos científicos de tercera fila y, entre ellos, metió algunos científicos de veras prestigiosos quienes, ya muy ancianos, no estaban en condiciones de pensar con claridad. A toda esta pandilla les expuso claramente su objetivo: "Inventen algo creíble para que el carbón no vuelva a ser básico en la economía británica. Tienen todo el dinero que necesiten"

Dicho y hecho. En muy poco tiempo alguien se dio cuenta de la correlación existente entre el aumento atmosférico del CO2 y el aumento de la temperatura en la primera mitad del siglo XX, desde 1900 hasta 1944 y con eso se echaron las campanas al vuelo ¡Ya tenemos al responsable! La actividad industrial, en aumento constante durante ese tiempo, ha generado tal cantidad de CO2 que estamos calentando el planeta. La gente empezó a creérselo. El dinero prometido por Thatcher no era una quimera y seguía fluyendo, tanto para los científicos vendidos como para los directores de periódicos y agencias de prensa. Se estaba logrando el objetivo y la gente hablaba con toda naturalidad del calentamiento global.

Muy poco tiempo después, alguien se dio cuenta del gigantesco fraude al analizar la serie histórica de temperaturas medias a partir de 1944. En efecto; el tremendo incremento de la actividad industrial con el consiguiente efecto sobre las emisiones de CO2, experimentado entre 1945 y 1972, no había ido acompañado de un incremento de las temperaturas, sino de todo lo contrario. Pese al aumento desproporcionado del CO2 en la atmósfera, se recuperaron los glaciares derretidos y el Ártico volvió a tener su capa de hielo habitual. Más o menos lo que de nuevo está ocurriendo ahora mismo.

Al hacerse público estos hechos demostrables, los responsables de la patraña tuvieron una increíble rapidez de reflejos y dejaron de llamar calentamiento global al fenómeno del clima para, de la noche a la mañana, llamarlo cambio climático. Y de esta manera, sin cortarse un pelo, levantaron un chiringuito del que viven a nuestra costa -y como marqueses antiguos- cientos de miles de inútiles; aparte, claro está, de las organizaciones ecologistas(1) quienes hacen y deshacen a su capricho en Naciones Unidas sin que nadie se atreva a plantarles cara(2).

Para cerrar este artículo, echo mano de nuevo a la Historia con el fin de ver si arroja alguna luz sobre todo lo que llevamos dicho. Y, entre miles de ellos, encuentro dos ejemplos clamorosos: Uno es el asentamiento de las legiones romanas en Britania y Germania y otro, más reciente, el nombre de Groenlandia.

En efecto. Es un hecho incontestable que el Emperador Claudio conquista Britania hacia el año 43 de nuestra Era. Dicho así, parece que no tiene nada que ver con el asunto que nos ocupa pero tiene que ver y mucho ya que, tras la conquista militar, vino la ocupación estable y con ella la necesidad de una guarnición nutrida y permanente sobre el terreno. Pues bien, para evitar los problemas gastrointestinales derivados del consumo de agua de los distintos países por los que se movían estas legiones, desde los tiempos de la república romana se se suministraba a cada soldado una cantidad de vino de más o menos un litro al día. Aquel vino, mezclado con el agua, evitaba esos problemas al homogeneizar la dieta evitando que un ejército entero se diera de baja por disentería. El transporte de vino para abastecer a una sola cohorte era un tema complicado y costoso, así que ponían buen cuidado en tener siempre un suministro constante cercano a sus bases de operaciones. Por ello ya empezamos a suponer que, por aquellos tiempos, el clima británico permitía la plantación y explotación de vides por lo que, rastreando esta suposición, me encuentro hasta con topónimos que hacen referencia a ello, acompañados por referencias históricas de vides inglesas hasta el siglo X. Hoy, plantar vides en Gran Bretaña es impensable porque el clima se ha vuelto mucho más frío que en tiempos de los romanos.

En cuanto a Groenlandia, cuyo nombre significa "Tierra Verde" está muy claro cual es su origen, ya que sus costas meridionales eran cultivables en tiempos de Leif Erikson, allá por los siglos X y XI. Algún listillo me saldrá con que Erikson la llamó así para engañar a los infelices que se embarcaron en sus expediciones, pero lo cierto es que está más que demostrada la existencia de cultivos en la época y la zona.

¿Cambio climático? Por supuesto, pero no antropogénico en modo alguno. Lo desarrollaremos en la siguiente entrega.

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(1)Está más que demostrado que estas organizaciones nacidas al amparo de la extinta URSS, tuvieron como objetivo intentar frenar el imparable desarrollo de los países occidentales. Una vez fracasadas en ese objetivo y caída la Unión Soviética, sus nuevos amos les imponen que impidan el desarrollo de los países en vías de desarrollo (válgame el juego de palabras). Sin olvidar, claro está, frenar el desarrollo de energías verdaderamente limpias y baratas como la nuclear y potenciar inutilidades como la fotovoltaica, que contamina a medio plazo cien veces más que la del carbón al desechar los paneles agotados. Si consiguen sus propósitos, África jamás saldrá del pozo en el que se encuentra.

(2)Imagínense que prescindimos de todos esos cientos de miles de empleos inútiles. La economía daría un paso de gigante, pero el desempleo sería aterrador.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder, qué fuerte Jose. Cómo nos manejan. En fin.