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sábado, 21 de junio de 2014

-1462. LOS CATALANES OFRECEN SU CONDADO AL REINO DE CASTILLA-

En estos tiempos de falsas convulsiones creadas por malos políticos para su medro personal, no está de más recordar un hecho histórico desconocido u olvidado por la inmensa mayoría de los españoles. Me refiero a una decisión tomada por el Consell de Cent de Barcelona allá por 1462 cuando reinaba en Aragón, Navarra y Valencia -y por tanto en Cataluña- el Trastámara Juan II, nieto del también Trastámara Fernando llamado el de Antequera.

Pocos años antes, en 1454 había subido al trono de Castilla otro Trastámara de no muy buen recuerdo y que reinó durante veinte años con el nombre de Enrique IV, alias el Impotente(1). Así que tenemos a dos parientes cercanos en los tronos de los reinos más importantes de la Península; con perdón de los portugueses.

Como todos sabemos, en Aragón existe un Condado autoascendido a Principado sin príncipe desde la muerte de Carlos de Viana y que nunca se ha sentido a gusto dentro de una entidad política de mayor envergadura si no es mangoneando a su antojo en las decisiones y los dineros de esa entidad superior. Una constante histórica compartida por un señorío que está algunos pocos kilómetros al oeste y que ahora, ambos plantan cara de nuevo con toda su crudeza, aprovechando lo que ellos toman por debilidad española. Está por ver el éxito de estas intentonas aldeanas. Pero no voy a hablar de la historia actual, sino de cosas que pasaron a finales de la Edad Media.

Nos habíamos situado pasando la mitad del siglo XIV y diremos que los llamados payeses de remensa estaban hasta la barretina de los llamados "malos usos(2)" o derechos abusivos de los señores sobre los trabajadores de sus tierras; derechos que han dado lugar a tantas crueles y verdaderas historias. Estos payeses estaban directamente enfrentados a los nobles y a la burguesía urbana, quienes tenían en la perpetuación de esos malos usos una excelente manera de seguir viviendo sin dar un golpe. Así las cosas, aunque explicadas de una manera muy elemental, viendo que el Rey de Aragón apoyaba a los payeses en contra de las oligarquías catetas de la época, éstas deciden sublevarse y se organiza una miniguerra civil en Cataluña que dura hasta 1472 y en la que no se registran represalias por parte del bando vencedor.

Pero lo chusco del asunto, si lo vemos con la óptica actual en la que se nos quiere hacer creer que Cataluña siempre ha estado enfrentada con Castilla, es que el año 1462 el Consejo de Ciento ofrece el Condado de Barcelona nada menos que al Rey Enrique IV de Castilla(3). Enrique, no muy espabilado, acepta al principio pero se ve acosado por su primo Juan II y aprovecha los buenos oficios de Luis XI de Francia para salir del atolladero y renunciar a la oferta a cambio de recibir para su Reino la ciudad de Estella.

Se acaba aquí el casi desconocido episodio que podría haber convertido a Cataluña en un condado más de Castilla. Los burgueses catalanes aun harían otras ofertas a seres tan variopintos como el conde Pedro de Portugal y, a su muerte en Granollers en 1466, a Renato de Anjou quien, tras algunos éxitos iniciales de su hijo Juan de Lorena, vuelve a hacer el ridículo ante las tropas de un Juan II de Aragón que estaba ya hasta la corona de tanto señorito levantisco.

Al final, como todos sabemos, ganó el bando real y Juan II buscó fortalecerse buscando el apoyo de Castilla con el conocido resultado de la boda entre su hijo Fernando y la joven Isabel. En 1472, una Barcelona sitiada se rinde tras la promesa, cumplida luego, de una amnistía general por parte del Rey Juan II de Aragón.

No me vengan ahora los separatistas a contarme cuentos de hadas. El resto, como me gusta decir, es otra historia.

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(1)Para más detalles sobre la vida de Enrique IV de Castilla, su impotencia más o menos real, el nacimiento de su hija Juana, llamada injustamente la Beltraneja, así como el poco aprecio que el pueblo sentía por él, recomiendo la lectura de la obra Enrique IV de Castilla y su tiempo, que escribió hace muchos años don Gregorio Marañón.

(2)Los llamados "malos usos" de la epoca eran los restos de los derechos ancestrales de los señores feudales europeos. Castilla, la más civilizada -y con mucho- de la Europa de la época, jamás los tuvo en sus códigos y los pocos casos que se dieron fueron rápidamente abortados por sus reyes. En cambio Aragón, más influida por Europa, los mantuvo hasta la llegada de los Trastámara. Estos malos usos eran muchos pero, para hacernos una remota idea de los abusos que amparaban, describiré sólo tres de ellos.

-Derecho de cogunda. Es lo que el común de la gente conoce como derecho de pernada. El derecho de pernada sólo es el derecho del señor feudal a recibir una pata o pernil de cada res sacrificada en sus dominios. En cambio, el de cogunda es derecho del señor a desvirgar a todas las recién desposadas con sus súbditos. El verdadero derecho de pernada sí se aplicó en Castilla y los señores eran felices comiendo jamón; el de cogunda ni se les pasaba por la cabeza so pena de ser decapitados por el Rey.

-Sujeción a la tierra. El payés de remensa o campesino, sólo podía ausentarse de las tierras que le habían sido asignadas para trabajar, con el permiso del señor y pagándole una indemnización astronómica.

-Incendio, sequía, pedrisco y otras calamidades naturales. El payés tenía que indemnizar al señor si la cosecha no era la estimada.

Como es natural, estos malos usos estaban encaminados a someter, esclavizar y humillar al payés. De ahí las revueltas y de ahí la resistencia de nobles y burgueses a abandonarlos.

(3)Eso no lo cuentan los panfletos sectarios que estudian los niños catalanes en sus avanzadísimos planes de enseñanza. Ni lo contarán, claro.

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