Visitas

sábado, 14 de junio de 2014

-EL FIN DE LOS TEMPLARIOS EN ESPAÑA-



Cruz, lema y sello templarios. El lema dice: "Non nobis, Domine, non nobis. Sed nomini tuo da gloriam" (No para nosotros, Señor, no para nosotros. Sino para tu nombre sea la gloria)

Empiezo diciendo que este artículo podría llamarse El fin de la Orden del Temple en España, pero me niego a llamarle Orden del Temple porque su verdadero nombre era el de Orden del Templo. Quizá todo el mundo la conozca como Temple, en francés, porque su fin se fraguó en Francia y fue tramado por su rey Felipe IV, el Hermoso(1), obligando a un secuestrado Papa en Aviñón a firmar su disolución. Así que me referiré a ella como Orden del Templo a partir de ahora.

Un rápido vistazo por la Historia nos hace llegar al final de la Primera Cruzada allá por 1099 cuando, pocos años después, nueve caballeros franceses con sus respectivos séquitos deciden agruparse en una nueva orden militar que se dedicaría a la defensa del Templo de Jerusalén. Así se funda la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo entre 1118 y 1119 y que sería aprobada oficialmente en el Concilio de Troyes unos diez años después. Lo de los Pobres Caballeros de Cristo era bien cierto en su origen y fundación; de hecho, su propio escudo nos muestra a dos caballeros sobre un mismo caballo. La Historia haría que esa pobreza original se transformara en opulencia. Y de ahí su ruina por envidia.

Hablar de la historia de la Orden, de su desarrollo, expansión y negocios, se sale con mucho del propósito de este artículo y debemos centrarnos en el asunto que nos ocupa. De momento nos bastará con saber que, mientras en el resto de Europa los caballeros templarios se dedicaban a la expansión del comercio internacional, la ocupación musulmana en España hacía necesaria la presencia de guerreros más que de mercaderes. Así está constatada la presencia de la Orden en las grandes batallas de la Reconquista, desde las Navas de Tolosa hasta la conquista de Sevilla(2), pasando por el mantenimiento de las rutas de los terrenos españoles recién devueltos a la Cristiandad.

De probada lealtad y eficacia, la Orden de Templo es reconocida y engrandecida por los reyes de Castilla, León, Navarra y Aragón, estableciendo su bailío(3) en Jerez de los Caballeros, donde ampliaron y reedificaron su fortaleza y allí se mantuvieron hasta la extinción de la Orden.


Fortaleza templaria de Jerez de los Caballeros. No incluyo fotos de su interior porque ha sido prostituido a fondo por ayuntamientos de supina ignorancia histórica

Pero llegó el momento en 1307, en que el Rey de Francia estaba endeudado hasta las cejas y su principal acreedora era precisamente la Orden del Templo, así que decidió quitarse la deuda por el procedimiento de levantar una serie de tremendas calumnias contra ellos y aprovecharse de que el Papa Clemente V estaba "disfrutando de la hospitalidad francesa" en Aviñón, para acabar con la Orden y, de paso, quedarse con su fortuna.


Torre de la Sangre del castillo de Jerez de los Caballeros. Según la tradición, en ella fueron degollados los últimos defensores de la fortaleza.

Así se hizo. Su Gran Maestro (que no Maestre como dicen los de siempre) Jacques de Molay se hallaba en Francia para intentar convencer al sinvergüenza de Felipe de la necesidad de una nueva Cruzada. Circunstancia que aprovechó el Hermoso para apresarlo y, tras tormentos demasiado horribles que no quiero describir aquí, lograr que Molay confesara todo lo que Felipe quería. En ese mismo año ardieron en la hoguera el propio Molay y, al menos, setenta caballeros más con él. Clemente V, cediendo a las presiones de Felipe, firmó el decreto de disolución de la Orden en 1312.

Pero centrémonos en España y más concretamente en el Reino de Castilla donde, a la sazón, reinaba un joven Alfonso XI quien no tenía nada que ver con las canalladas de su colega francés pero que recibe el decreto de disolución que hemos dicho y no duda en ofrecer a los caballeros templarios la posibilidad de integrarse en las otras órdenes militares que ya existían, como así hicieron todos aquellos que no quisieron volver a la vida civil.

Pero la oferta de Alfonso llegó tarde al bailío de Jerez de los Caballeros. Por su privilegiada condición de dirigente de la Orden, el Maestro de Jerez de los Caballeros conoció antes que Alfonso XI lo ocurrido en Francia. Aterrado ante la posibilidad de correr la misma suerte que sus hermanos franceses, se hace fuerte en el castillo y se declara en rebeldía ante cualquier orden real aduciendo que sólo respondería ante el Papa. Y Alfonso, como cualquier rey medieval o cualquier dirigente decente que se precie, no tiene más remedio que hacer lo que debe hacerse con una fortaleza declarada en rebeldía. Asediado el castillo por las tropas reales, no tardan éstas en rendirla y en darle a sus defensores el tratamiento de traidores al Rey. Fueron degollados todos ellos.

El resto de los templarios españoles vivieron en paz integrados en las otras órdenes o regresando a la vida civil, ya que se les dio libertad a todos y no se molestó a ninguno por haber pertenecido a la Orden del Templo. En otras partes de Europa corrieron suertes parecidas a la española, ya que nadie tenía nada contra ellos. Hubo alguna excepción, no sangrienta, en algunos lugares como en el Reino de Escocia pero, como me gusta decir, esa es otra historia.


Jacques de Molay en la hoguera emplazando al Rey Felipe ante el tribunal de Dios. Se cumplió su plazo como el de nuestro Fernando IV y, siglos más tarde, el de los padres Lactance y Tranquille de Loudun. Algún día hablaré de esto.
..................................

(1)No confundir con el inútil de nuestro Felipe I, también llamado así, quien fue tan guapo como imbécil. Fue un grave error, ante la incapacidad manifiesta de su esposa Juana, hacerlo pasar de rey consorte a Rey de verdad.

(2)En Sevilla tenemos el castizo barrio de San Bernardo; llamado así en memoria de la zona que Fernando III señaló para campamento de los caballeros templarios quienes, como es sabido, deben sus reglas a san Bernardo y sentían gran devoción por él al haber sido en vida su mayor protector e impulsor.

(3)Sede administrativa del mando en la Península. Como dependían sólo de la Iglesia no se podía hablar de distinciones de reinos. El bailío mandaba sobre todos los templarios peninsulares sin distinción de reinos ni condados.

No hay comentarios: