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lunes, 16 de junio de 2014

-ENDOGAMIA ZOOLÓGICA EN EL ARCA DE NOÉ-

De pequeño siempre me gustaron los animales y me siguen gustando. Soy un fan apasionado de los gatos y también me encantan los perros, aunque los vea un poco tontos a los pobres: Les pierde su fidelidad, concepto que el gato también tiene, pero a su manera.

Pero no me voy a extender sobre mis aficiones y sólo he puesto este preámbulo para contar que, ya desde mi más tierna infancia me contaron que no se pueden dejar procrear a animales hermanos porque su descendencia tenía muchas posibilidades de nacer con alguna tara(1) y que, por supuesto, a la larga era muy difícil que sobreviviera a largo plazo esa línea de descendencia. Por eso me sorprendí mucho cuando ya, en el colegio, me contaron la historia del Arca de Noé diciéndome que allí embarcaron una pareja de animales de cada especie. En mi mentalidad infantil aquello me parecía una aberración y, ante mis preguntas, siempre me salían con la misma monserga del milagro(2). Pero, cuando ya en la preadolescencia leí la Biblia, descubrí que la versión era muy distinta a la que me habían contado.

Sorprendentemente, fuera del Libro Sagrado no he encontrado ningún texto que contara la versión bíblica y todos repetían como loros la historieta de la única pareja de animales de cada especie. Parece como si los exégetas, esos seres cuyo destino es el de meter la pata interpretando lo no interpretable, fueran los primeros en no creerse nada de lo descrito en la Biblia. Hacían casi bien en este caso porque el relato del Diluvio no es más que una adaptación de parte de la sumeria epopeya de Gilgamesh que, con toda seguridad, pudieron conocer los israelitas en su exilio babilónico de los siglos VII y VI anteriores a nuestra Era, época en la que se dio la forma definitiva al texto del Génesis incorporándole este pasaje y despojándolo de algún que otro misterioso personaje como el famoso Enkidú, una especie de yeti o bigfoot que acompañaba a Gilgamesh a todas partes.

Pero no nos desviemos del tema central.

El autor o autores del Génesis podrían estar atrasados científicamente, podrían creer en cosas que ahora nos suenan a puras patrañas como, por ejemplo, las serpientes parlanchinas. Podrían ser cualquier cosa, pero no eran tontos. No eran tontos y sabían, igual que todo el mundo, que una sola pareja de animales de cada especie aseguraba que en unos pocos años no iba a quedar vivo ningún ejemplar de esas especies. Por degeneración, simplemente. Por eso, el relato bíblico se cura en salud cuando dice (Gén. 7: 2,3)

"2 De todos los animales puros toma dos setenas, machos y hembras, y de los impuros, dos parejas, machos y hembras. 3 También de las aves puras dos setenas, machos y hembras, para que se salve su prole sobre la haz de la tierra toda"

Lo que no explica el texto sagrado es cómo Noé sabía cuáles eran animales puros e impuros mucho tiempo antes de que se definieran en el Éxodo y Deuteronomio.

En resumen: Que el relato no tiene por dónde cogerse, pero así se ha escrito y los exégetas han demostrado ser más incrédulos que los incrédulos. De incestos y endogamias en humanos está la Biblia hasta las tapas. Sin ir más lejos, pocas generaciones después, las dos hijas de Lot concibieron y parieron retoños de su propio padre.

Son curiosidades de la Biblia.

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(1)A la vista de tanto idiota suelto que anda por estos mundos, me pregunto a veces si no será debido a la endogamia.

(2)Eso de los milagros es muy socorrido y se presta a solucionarlo todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dices: "Lo que no explica el texto sagrado es cómo Noé sabía cuáles eran animales puros e impuros mucho tiempo antes de que se definieran en el Éxodo y Deuteronomio."
Pues no lo sé Jose, lo mismo inspiración divina o del Espíritu Santo; o lo mismo se lo preguntó, como Tarzán que también sabía el lenguaje de los animales.