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jueves, 22 de mayo de 2014

- A VUELTAS CON LOS REYES MAGOS -

Estamos tan inmersos en leyendas y en historias deformadas que, a estas alturas, es difícil distinguirlas de la realidad de los hechos. No obstante existimos algunos optimistas que lo intentamos e, incluso, optimistas patológicos que hasta divulgamos nuestros intentos en la esperanza de arrojar alguna luz sobre hechos tan cubiertos por la hojarasca del tiempo y de las intenciones más o menos dudosas de quienes ensombrecieron más o menos adrede ciertos episodios. Basta con recordar el sambenito que le cayó a la pobre Magdalena quien, siendo una mujer santa y virtuosa durante toda su vida, se vio obligada a cargar durante siglos con la fama de prostituta a causa de algún clérigo caprichoso que quería atraer para la Iglesia la inmensa legión de ellas que había en toda la Cristiandad(1). Por fortuna, ya los últimos pontífices han deshecho el embuste, pero lo que se mantuvo más de mil años no se borra en una generación y la gente sigue creyendo a pies juntillas que María de Magdala era una puta arrepentida. Pobrecita.

Pero este artículo no va de prostitución en el sentido literal de comercio sexual, sino de la falsificación iconográfica que se ha mantenido durante los últimos seiscientos años en torno a tan entrañables personajes como los Reyes Magos.

¿Sabemos algo de los Reyes Magos? Si somos sinceros, muy poco o casi nada. La Escritura nos habla sólo de unos Magos de Oriente (Mt 2:1-12) que le ofrecen al Niño oro, incienso y mirra, sin aclarar si eran dos, tres o más. Habla en plural, luego no era uno sólo; pero nada más sabemos aparte de leyendas tan dispares que no coincide ni una. Para aumentar la ceremonia de la confusión, el admirado y venerable Pontífice Emérito Benedicto XVI sugiere tímidamente, basado en el Salmo 72:10(2), que podrían provenir de Tharsis. Pero Tharsis no está precisamente al oriente de Belén, sino todo lo contrario. Repito: no sabemos nada.

Tan no sabemos nada que las representaciones iconográficas actuales, bien poco tienen que ver con las primitivas. Basta con empezar a mirar imágenes antiguas para darnos cuenta. Por ejemplo ésta:


Rávena. Basílica de San Apolinare Nuovo. Mosaico de los Reyes Magos (c. S. VI)

Empieza aquí a llamarnos algo la atención respecto a la iconografía actual, aunque los nombres coinciden con los que ahora conocemos. Tres personajes tocados con gorros frigios en actitud oferente pero ¿dónde está el Rey Negro? Cierto que la imagen es de principios del siglo VI. Sigamos buscando en el tiempo y nos encontramos con esta otra, nada menos que de Giotto di Bondone y pintada hacia finales del siglo XIII:


Padua. Capilla de los Scrovegni o Capilla de la Arena. Adoración de los Magos. Obsérvese la imagen del cometa sobre el Portal. Tampoco hay Rey Negro.

Pero avancemos en el tiempo y lleguemos a Stefan Lochner con esta pintura de la Catedral de Colonia fechada entre 1400 y 1410:


O irnos al divino Fra Angelico, ya en 1438, para observar lo mismo respecto a las razas de los adoradores:


Conclusión: El invento del Rey Negro es posterior, ya muy tardorrenacentista o plenamente barroco pero ¿Qué ocurrió para ello? Pues lo más probable es que los grandes viajes patrocinados y publicitados(3) por las coronas europeas que se empiezan a realizar por aquella época, con la consiguiente exportación de misioneros a tierras lejanas, hace calar en la conciencia eclesiástica la idea de incorporar esos pueblos a la Iglesia. En consecuencia, se implanta la figura de un Rey Negro como representante de esos pueblos de nueva evangelización. Un blanco anciano con pinta de sabio, Melchor; un semicobrizo Gaspar y un Baltasar completamente negro completaban el imaginario humano de la época.

Así es la Historia y así la cuento. Gracias por la paciencia.


Rubens. Adoración de los Magos. 1609. Museo del Prado

(1)Quizá algún día me decida a contar algo sobre prostitución durante el Siglo de Oro en Sevilla y sobre quiénes eran sus principales chulos beneficiarios.

(2)Los reyes de Tarsis y de las islas traigan presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan tributo...

(3)Ya se hacían desde mucho antes, pero se callaban rutas, puertos, destinos y mercancías transportadas para evitar rapiñas de piratas. Tanto los de abordaje como los de la Hacienda de aquellos tiempos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Historia del márketin se podría haber titulado también.