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martes, 27 de mayo de 2014

- UN RIDÍCULO PARA LA HISTORIA UNIVERSAL: EL DISCURSO DE OBAMA DE 2009 EN EL CAIRO -

No me quedo con las ganas de publicarlo. El ataque de risa que me dio el 4 de Junio de 2009 fue tan grande que aun me provoca la carcajada al recordarlo. Fue una de las meteduras de pata más grandiosas de la Historia Universal. Quizá sólo comparable al ridículo que hizo Franco en la entrevista de Hendaya(1) o a la soberana estupidez del soberano estúpido de Sabino Arana cuando pretendió convertir Vasconia en un estado más de USA.

El flamante Presidente y Premio Nobel de la Paz Barack Hussein Obama, se planta en la Universidad de El Cairo a hablar de la tolerancia y, sin cortarse un pelo, va y larga por esa boquita: "...como podemos ver en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición"(2) ¡Bien, señor Presidente! ¡Ha dado usted en la tecla! Lo malo es que no sé de qué Andalucía ni de qué Córdoba estaba usted hablando.

Parto de la base de mi firme creencia de que un Presidente de los Estados Unidos de América no es ni puede ser tonto. Para empezar, él sabe de sobra qué poderes lo han elevado a tan alta magistratura a través de unas elecciones muy democráticas, pero de las que todos sabemos lo que hay detrás. El Presidente puede ser, como en este caso, un perfecto inculto; pero nada de tonto. Entonces ¿por qué elige a una manada de tontos, incultos y analfabetos para escribirle los discursos?

Con los debidos respetos, señor Presidente, la frase es para grabarla en piedra como un monumento a la antología de la estupidez. Es muy difícil decir tantas tonterías en tan pocas palabras(3)

En esa tolerante Córdoba Omeya de la que usted nos habla, señor Obama, Almanzor se dedicaba a cortar los pechos de las mujeres cristianas lactantes para darse el gustazo de ver a sus hijos morir de hambre. Sólo es una anécdota sin importancia, claro. Pero repasemos los hechos de la Historia de tan tolerante Califato que usted puso como ejemplo en la Universidad de El Cairo.

Año 750. Egipto. La familia Omeya es derrocada de la línea del Califato por el asesinato de Marwan II y sustituida por la familia de los Abasidas. Los Omeyas supervivientes fueron convocados en la villa de Abu Futrus, en la actual Israel, para un banquete de reconciliación. Naturalmente, dados los usos y costumbres de tan pacífica y tolerante sociedad, sólo hubo algunos supervivientes de ese banquete tan amistoso. Y eso porque pudieron esconderse y huir. Estos supervivientes escondidos fueron los hermanos Abderramán y Yahia, un pequeño de cuatro años llamado Suleimán, hijo del primero de ellos, más un grupito formado por sus hermanas y un liberto de origen griego llamado Badr. Primero se esconden en Damasco pero, ante la presión de la persecución, el valiente Abderramán abandona a sus hermanas y a su hijo a su triste suerte y se escapa al desierto a vivir entre las tribus de beduinos. La persecución arrecia y, al final, Yahia es capturado y decapitado. Abderramán y su liberto Badr se escapan gracias a saber nadar y poder cruzar así el Éufrates. Tras lo que pueden llegar a escabullirse y seguir camino hacia el norte de África.

El idílico y tolerante viaje de Abderramán no había terminado aun. Revueltas y más revueltas, caciques locales derivados de la fragmentación de poder que propició la destrucción de las estructuras administrativas romanas a causa de la invasión islámica, hacen que nuestro hombre llegue hasta Mauritania, desde donde también es expulsado por peligroso y tiene que huir por pies hasta llegar a Ceuta en el año 755.

Aprovecha Abderramán las continuas guerras civiles tan típicamente morunas de la Península y desembarca en Almuñécar con la declarada intención de derrocar al emir Yusuf quien, a la sazón, estaba sofocando otra revuelta en Zaragoza(4). Tiene éxito y, a la vuelta de Yusuf con su ejército muy mermado, se encuentra ocupada la silla y tiene que capitular ante el nuevo jefe, aunque después sufriría la más que esperada traición del recién llegado. Así eran los tolerantes tiempos y así las tolerantes figuras.

Bien; pues ya tenemos instalado en Córdoba al flamante emir que decía ser tributario de Damasco. Tan tolerante era que le daban grima sus nuevos súbditos, por lo que decidió recluirse en el entonces palacio de la Ruzafa para no tener que mezclarse con ellos. Antes de morir daría otro ejemplo de tolerancia al expropiar a la fuerza y por cuatro perras a los cristianos la iglesia de san Vicente Mártir para empezar a construir la Gran Mezquita. No hará falta añadir que, de paso, se cargó todos los monumentos romanos que pudo para conseguir materiales de acarreo. Eso de innovar no iba mucho con su mentalidad. El buen Abderramán I se llevó su ejemplar tolerancia al Paraíso del Profeta un día de 788, donde espero que siga ejerciéndola para bien de sus seguidores.

La Historia siguió. Y con ella la tolerancia musulmana. Los impuestos, ese asunto del que hasta usted, señor Obama, es reacio a mencionar y le comprendo, eran del 2.5% de sus ingresos para los musulmanes en el añorado y tolerante Emirato; para judíos y cristianos tan sólo eran de 50%. Una muestra más de la bondad de su régimen que consiguió hacer huir de Córdoba tantos artesanos cualificados que lograron dar esplendor a una incipiente Castilla con el arte mozárabe. Cosas de la Historia.

No quiero marearle, señor Presidente, con datos y cifras porque los registros están a su disposición y a la de sus muy torpes asesores. Tan sólo añadiré que, cuando el Emirato se convierte en Califato para evitar ser súbdito del de Túnez, el tolerante Abderramán III sentó plaza de infame pederasta con el asunto del niño Pelayo. Algo parecido a lo que ocurrió en nuestra España de 1992 con el caso de las niñas de Alcáser; asunto aun no aclarado pero que los nombres de sus infames autores circulan en boca de todos en la bella región valenciana.

Tampoco quiero aburrirle con la tolerancia de Almanzor. De sobras es sabido su decencia y humanidad con los cristianos muy poco antes de la caída definitiva de aquel reino de delicias en el que la vida de un no musulmán valía menos que la de una rata. He hablado de cristianos pero no me olvido de nuestros hermanos los judíos. El insigne Maimónides tuvo que salir huyendo de Córdoba por no poder soportar la tolerancia de los Califas. Otro gran ejemplo. Pero ahora volvamos a su necio discurso, señor Obama. Usted alude a los tiempos de la Inquisición y ya riza el rizo de la ignorancia.

Mire usted, señor Presidente. La primera inquisición establecida en el mundo fue la Pontificia en 1231. O sea, doscientos años después de la caída del tolerante Califato. La Inquisición Española, tan famosa a los ojos de los ignorantes que no quieren ver que sólo fue una más de las europeas y la menos sanguinaria(5) se estableció en 1486; o sea, más de trescientos cincuenta años después de la feliz caída del tolerante Califato.

¿Dónde queda su discurso, señor Obama?

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(1)Debidamente tapado por la prensa.

(2)El País. 4-06-2009.

(3)En el archivo oficial posterior se ha suprimido esa barbaridad y se ha suavizado diciendo: "Como estudiante de Historia, conozco la deuda que la civilización tiene con el Islam. Fue el Islam en lugares como la universidad de Al-Azhar, quien llevó la ilustración del saber durante muchos siglos, allanando el camino del Renacimiento y la Ilustración en Europa". Ya no hay más alusiones a Córdoba que por su madrassa (que no universidad) ni a la Inquisición. Por suerte, hay hemerotecas que nos dan la intervención directa. Yo la ví.

(4)Para quienes aun confundan Al-Ándalus con Andalucía. Al-Ándalus era toda la Península. Si algún insensato quiere entregar Al-Ándalus al Islam, ya sabe a lo que se expone: España y Portugal pasarán a los archivos de la Historia. Si es que queda algo más que un montón de basura.

(5)Tengo datos a su disposición. Si no los quiere, puede consultar al ilustre profesor Henry Kamen.

3 comentarios:

Revera dijo...

Tu apreciación sobre el discurso de Obama es antológico, digno de una portada. Sigue así. Contigo se siguen descubriendo momentos de la Historia para aclarar la Historia. Saludos.

Anónimo dijo...

La ignorancia es muy atrevida Jose, lo decía mi abuela.

Mélida dijo...

Tiene razón Revera. Con grandes titulares hubiera quedado de lujo. Y si hubiera sido un audio, los rebuznos tendrían que haberlo acompañado. ¡Qué buen trabajo!